Expertos proponen una nueva teoría sobre el verdadero origen de los besos
El gesto de unir los labios, tan cotidiano hoy, podría tener un origen mucho más antiguo de lo que imaginamos, surgido millones de años antes de la aparición del ser humano moderno.
Un reciente artículo publicado en Evolution and Human Behavior sugiere que el beso habría aparecido entre 21,5 y 16,9 millones de años atrás, en un ancestro común de los grandes simios. La investigación no se limita a los humanos: documenta comportamientos similares en bonobos, chimpancés y orangutanes.
Además, plantea que incluso los neandertales pudieron recurrir a este gesto, lo que obliga a reconsiderar cómo nació esta compleja forma de comunicación afectiva.
Una mirada científica al origen y sentido del beso
El intento de explicar qué es un beso va más allá de lo romántico: implica definir un gesto complejo que no siempre luce igual entre humanos y otras especies cercanas.
Para avanzar en ello, los investigadores propusieron una definición funcional: una interacción no agresiva entre individuos de la misma especie que incluye contacto boca a boca con cierto movimiento, sin transferencia de alimento. Con esto, quedan fuera la premasticación, el combate y el lamido entre especies distintas.
Bajo esta descripción amplia, el estudio incluye gestos parecidos observados en aves, peces, mamíferos marinos y, especialmente, en grandes primates africanos y asiáticos.
El origen evolutivo del beso, según la ciencia moderna
Explorar de dónde surgió el beso implica mirar al pasado profundo y entenderlo como un rasgo más dentro del comportamiento animal, no solo como un gesto humano cargado de simbolismo.
Para ello, los científicos aplicaron métodos comparativos y modelos bayesianos sobre millones de simulaciones, tratando el beso como un carácter evolutivo dentro del árbol de los primates. Los resultados apuntan a que apareció en un ancestro común de los grandes simios y fue heredado por muchas especies. Incluso en los neandertales, el intercambio de microbios orales sugiere una probabilidad del 84.3% de que también se besaran.
Pero ¿para qué sirve besar? Aunque parece un comportamiento costoso, podría ofrecer ventajas indirectas: evaluación de pareja, vinculación social y reducción de tensiones. Otra posibilidad es que haya evolucionado desde conductas madre-cría, como la premasticación, convirtiéndose después en un gesto propio con significado afectivo y social.
