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ENTREVISTA

Gabriela Cantú Westendarp y el orden del mundo

"Estamos muy lejos de poder llegar a las verdades y, más bien, estoy segura de que nunca vamos a llegar”.

Imagen: Ramón Sotomayor

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SAÚL RODRÍGUEZ

Aristóteles intentó ordenar el mundo, un mundo de caóticos seres sensibles. Escribió sobre ello, desafió las ideas de su maestro Platón. Aún se debaten sus textos, pero al menos lo intentó. En el libro segundo de su Metafísica, el filósofo griego indica que la ciencia tiene por objeto la verdad, pero es imposible alcanzarla y es imposible ocultarla por entero. Hay una esencia, una forma propia de cada cosa. Jorge Wagensberg, científico español, tiene una frase: “La ciencia también es una ficción de la realidad”.

Esa cita inaugura el poemario El orden del mundo (Vaso Roto Ediciones, 2025), de Gabriela Cantú Westendarp (Monterrey, 1972), obra ganadora del Concurso Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa 2024. Se trata de una búsqueda poética a través de la ciencia y de la obsesión del ser humano por ordenar todo aquello que está fuera de su alcance. Para ello, la autora partió de sus propias obsesiones y trabajó durante año y medio en su escritura, encontrándose con los grandes científicos de la historia y sus supuestas certezas.

En sus versos aparece la perfumera egipcia Tapputi, la primera química de quien se tiene registro. Pasea entre descubrimientos y otros científicos como Demócrito o Tales de Mileto. Toma datos que la dirigen a reflexiones más profundas. Luego acude a la alquimia y las reacciones químicas del cuerpo. Presenta la fibromialgia, enfermedad autoinmune que padece, y recita sobre sus huesos y músculos respecto a los distintos elementos. Cita a Aristóteles. Proyecta al alquimista Paracelso y al cuerpo como un laboratorio. Debate la idea del progreso capitalista. Transita por guerras. También le canta a Marie Curie, científica ganadora del Premio Nobel de Física en 1903, quien descubrió el elemento radio (Ra) en 1898. Revisa la tabla periódica y a su creador Dimitri Mendeléyev, así como el misterio del elemento mendelevio (Md).

Durante 73 páginas, los versos de la regiomontana se edifican en capítulos como “La danza de los átomos”, “De inflamaciones y fuerzas primitivas”, “Curso elemental de los cuatro elementos y el éter”, “El cuerpo como un laboratorio”, “Guiados por el santo padre del progreso” y “Algunos asuntos sobre la tabla periódica”. En el proceso, la lectura arroja imágenes que colisionan en poemas, algunos de ellos nombrados como elementos químicos capaces de salvar vidas, pero también de destruirlas.

“Pudiéramos decir que cada letra es un átomo y cada poema es un cuerpo. Así como nosotros estamos conformados por átomos, los cuerpos de los poemas también”.

Gabriela Cantú Westendarp está en Torreón, en Casa Mudéjar, donde en media hora presentará El orden del mundo junto a las también poetas Rosa María Hernández Ochoa y Nadia Contreras, en un evento organizado por el Instituto Municipal de Cultura yEducación (IMCE). Entra a la galería del recinto, se instala entre las obras de la artista Rosa Rodríguez. Relata que mientras viajaba por carretera de Monterrey a Torreón, entre sus manos sostuvo un ejemplar de El retorno de Electra, libro escrito en 1978 por la poeta lagunera Enriqueta Ochoa. Se sumergió en sus versos, se empapó en palabras, mientras el desierto de Coahuila recitaba su paisaje a través de la ventanilla del autobús.

Si en 1898, al lado de su esposo Pierre, Marie Curie descubrió el radio (Ra) al investigar la radioactividad del uranio, Enriqueta Ochoa también transformó el dolor en poesía a través de sus versos. Gabriela Cantú Westendarp se pregunta si algún día existirá un elemento llamado “poesía”, se cuestiona qué usos podría tener y logra escapar de la ambición para mantenerse en el asombro. Porque en su soberbia, y a pesar de sus descubrimientos, el ser humano sigue siendo un iluso. Una teoría es vigente hasta que otra la invalida. Tal como lo afirmaba Aristóteles, Gabriela Cantú Westendarp cree que aún estamos lejos de alcanzar las verdades del mundo y, tal vez, nunca lleguemos a ellas.

¿Qué te despliega la frase de Jorge Wagensberg que inaugura El orden del mundo: “La ciencia es también una ficción de la realidad”?

La premisa del libro es que, como seres humanos, estamos obsesionados con ordenar lo que no podemos. Ante lo desconocido, vamos tratando de organizarlo, porque para nosotros es un vértigo. Y hay que tomar en cuenta que la ciencia se ha divido del  pensamiento mágico y se ha dicho “esta es la realidad”. La verdad es que una teoría es válida hasta que llega una teoría nueva y la invalida. Entonces, es una verdad que nos inventamos para entender el mundo que nos rodea. Creo que todo hay que verlodesde ese punto de vista. No es definitivo, es una forma de acercarnos a lo que nos rodea.

¿En qué momento de tu trayectoria como poeta te percataste del diálogo entre ciencia y poesía?

Mira, en algunos poemas de Material peligroso (uno de sus anteriores poemarios) fue surgiendo de manera natural la presencia de la ciencia, de la física. Hay un poema que habla sobre que estoy viendo un documental acerca del universo. Eso me hizo recordar un poema de Fray Luis de León que habla de las esferas del universo. En realidad, creo que la poesía está en todos lados. No hay un lugar donde no esté. Para mí ha sido muy natural poder abrevar de cualquier fuente. Hay que tomar en cuenta que el escritor lee lo que debe leer para crear su obra. No es que yo sea una experta en química, en este caso. El orden del mundo fue un hallazgo. Estaba con dos poetas estudiantes, dos muchachos que estaban escribiendo libros sobre el agua y yo era su tutora. Un día llegué a mi casa después de una sesión con ellos y escribí un poema sobre el agua. Y, ¿por qué no? Uno sobre los antiguos elementos griegos, e hice uno sobre el fuego, uno sobre la tierra y otro sobre el viento. Luego recordé a Aristóteles y él creía en el éter, en esta quinta esencia. Después me dije: “Bueno, pero hay muchísimos elementos…”, y me fui a la tabla periódica. Pero fue surgiendo. ¿Y quién fue el que ideó la tabla periódica? Dimitri Mendeléyev. E investigué sobre él y sobre la historia de la química. Es un mar  inmenso, pero a toda esa información uno puede llegar, el asunto es qué hago con esa información. Y ese es el reto que se me presentó. Fue fascinante.

¿Consideras que pensadores y científicos como Tales de Mileto o Demócrito tenían una mirada poética que les permitió desarrollar sus descubrimientos?

Yo creo que sí. Todos podríamos aceptar que, cuando un niño está aprendiendo a hablar y descubriendo el mundo, es un poeta. Verdaderamente, descubrir el mundo es maravilloso y siento que eso es una parte fundamental del artista y del ser humano, que no perdamos la capacidad del asombro; siempre hay algo nuevo que podemos aprender. Justo es la curiosidad, tener la curiosidadpara entrar a esas otras casas, abrir esas otras puertas y esas otras ventanas.

Sobre el cuerpo, este es un tema recurrente en tu obra. En el primer poema de El orden del mundo versas sobre las sensaciones en tu propia corporalidad.

Mira, tengo un problema de salud desde hace años, tengo fibromialgia. Entonces, son años de tener dolores. Como cualquier enfermedad crónica, tengo altas y bajas, y eso hace que uno piense más en el cuerpo. Vamos a decir que si te lastimas un dedo delpie, estás pensando en el dedo porque te duele. Pero si no te duele, básicamente no piensas en él. Es una cosa muy curiosa. Siento que parte de mi situación viene por allí. Y hay otra parte: estudié muchos años danza y siento que el cuerpo del poema es un cuerpoen movimiento. Un cuerpo que además tiene un ritmo, tiene música, movimiento, imágenes. Entonces, en un cuerpo escritural, en un poema, podemos encontrar prácticamente todas las disciplinas. Es como las podemos ver con más claridad.

Versas también sobre el rostro oscuro de los descubrimientos humanos. Cito unas líneas tuyas: “Así nos pasa a todos con los grandes hallazgos / Nos obnubilamos ante una nueva conquista”. 

El libro lo dedico principalmente a mi familia y a mi nieto, pero también a todos los hombres y mujeres que se dedican a la investigación, y a la memoria de Marie Curie. Para mí es súper importante. Nosotros que nos dedicamos a esta área del humanismo y del arte, sabemos que no es algo bien pagado. La investigación está en el mismo canal que nosotros. No está bien pagada, y  menos en México y América Latina. Entonces, siento que quien mete el dinero en las investigaciones, siempre tiene otros intereses. Y a veces esos otros intereses no son muy loables. “Descubrimos el berilio (Be). Vamos a ver cómo le sacamos dinero”. Para bien opara mal, ahí entra la ambición del hombre por saber más y tener más. Y en dado caso, tener más es mucho más peligroso que saber más. 

Rosa María Hernández Ochoa, Gabriela Cantú Westendarp y Nadia Contreras. Imagen: Ramón Sotomayor
Rosa María Hernández Ochoa, Gabriela Cantú Westendarp y Nadia Contreras. Imagen: Ramón Sotomayor

Dedicas un poema al antiguo valle de Monterrey, donde vivían los primeros pobladores, lo describes como un edén. Ahora, ese lugar se ha convertido en una gran urbe donde es complicado dialogar con lo que queda de naturaleza. ¿Cómo hablar en versos sobre eso? ¿Algún día volveremos a tener ese diálogo con el entorno?

Ojalá que sí. Siento que, de alguna manera, los artistas seguimos teniendo ese diálogo con el entorno. En cualquier disciplina somos los encargados de iluminar esas esquinas que están oscuras. Del camino de Monterrey hacia acá, estaba releyendo a EnriquetaOchoa. Y me encontré con unas cosas tan maravillosas, de cómo ella se conecta con la naturaleza, cómo ve la creación en todas partes. Este deseo de ver a Dios, de encontrar a Dios, es eso: la creación, la naturaleza. Creo que, si es que hay alguna tarea delartista, sería encontrar la fusión de la naturaleza con ese conocimiento que, de repente, pasa desapercibido y da cuenta del momento histórico.

¿En qué momento histórico nos encontramos para que hables de estos temas en tu libro?Eso todavía estoy por descifrarlo. Te contaba cómo llegué a eso. Mi primer objetivo fue pensar, muy egoístamente, en mis propias obsesiones. Toda mi obra ha respondido a mi necesidad. Como artistas, ojalá podamos trascender nuestra época, aunque lo cierto es que no nos escapamos de ella. Entonces, nos damos cuenta de esta tristeza que vivimos, del maltrato al medio ambiente, de lo poco que se valora la vida. Y en algunas partes del libro lo manejo con ironía, como “el santo padre del progreso”; en nombre de Dios y del progreso se hacen tantas cosas. Algunas son buenas, pero desgraciadamente pareciera que de pronto predomina lomalo, lo terrible que hemos hecho.

Hablabas de Dimitri Mendeléyev, el creador de la tabla periódica. Muchos de tus poemas tienen nombres de elementos y yo reflexionaba que estos elementos pueden estar presentes en todo lo que nos rodea. Ahora mismo en las pinturas de la galería, en la arquitectura del edificio, en tu libro, en nuestros cuerpos. ¿Crees que también están presentes en todas las imágenes que nos creamos del mundo?

Sí, definitivo. El libro no es una investigación exhaustiva, porque sería imposible, el tema es interminable. Pero cuando me puse a investigar y en medida que escogía los elementos de manera un tanto caprichosa y me iba dando cuenta dónde se encontraron, enqué momento de la historia, qué personaje, por qué se llaman así, qué uso le encontraron, muchos otros que aún no tienen uso, otros sintéticos... es tanto que dices: “Qué trabajo tan impresionante el que se hace en los laboratorios”. Y es maravilloso, porquejusto es una explicación del mundo. Hay quien te lo explica desde el punto de vista teológico, desde el punto de vista filosófico, de la física, de la química. Y lo que trato de hacer en este libro es proyectar mis inquietudes a través del andamiaje de la química, de este lenguaje. Pero en realidad, justo como indica la cuarta de forros, el libro abreva de varias disciplinas y pisa diversos terrenos. Y como dijera T. S. Eliot, es algo extraño lo que pasa en el cerebro del artista. Se conjugan todos estos bagajes, se juntan nuevas conexiones dentro del cerebro y surge el acto.

¿Cuál es el norte que Marie Curie representa en tu poemario?Fue muy interesante. Cuando llegué a escribir el poema del radio (Ra) me pareció muy lindo. Y seguí escribiendo, pero sentía que Marie Curie debía tener más protagonismo en mi libro, que tenía que hacerle un homenaje como se lo estaba haciendo a Mendeléyev. Me parece que es una mujer súper importante para la historia de la humanidad. Y no se diga para las mujeres, para todas las mujeres. No solamente para las químicas, para las investigadoras o para las que trabajamos. En general, para la visión y las posibilidades que hoy tenemos las mujeres, ella fue fundamental. Es una figura increíble. Entonces, me puse a investigar, a hacer lecturas sobre ella, sobre su vida; es que ella lo merece. Y es entonces que ese poema culmina con una oración, porque sí la considero una mujer, un ser humano genial.

Imagen: Ramón Sotomayor

Imagen: Ramón Sotomayor

¿Y el acto poético que más te cautiva de su vida?

Híjole, es que todo. Me impresiona que ella nunca aceptó que el radio había lastimado su cuerpo y por eso murió a los 67 años como si fuera una anciana. Pero, mira que, cuando la van a enterrar, ella se encarga de que cubran de plomo su caja. Es increíble, se me pone la piel de gallina. Ese es un detalle, pero toda ella me parece impresionante. A veces uno no se da cuenta, Saúl. Tú sabrás, por los años que tienes como periodista uno no se da cuenta de que todos los días trabajas un poco y de repente logras algo y, bueno, el logro es todo, no es este momentito, sino todo. Entonces, toda la vida de ella… todas las dificultades que tuvo que sortear y a pesar de todo logró lo que logró.

Al leer su vida en tus versos, recordé el discurso de Enriqueta Ochoa en El retorno de Electra y otras obras. Ese espíritu combativo y contestatario ante un mundo machista y hostil para las mujeres, la sensibilidad ante sus pérdidas. Marie luchó a su manera, Enriqueta también.

No lo había pensado. Me parece muy interesante que lo plantees. Justo al rato que estemos en la presentación, quiero dedicar unas palabras a la obra de Enriqueta Ochoa. Y justo El retorno de Electra es muy tremendo porque tuvo ella que lidiar con todasestas pérdidas: la del papá, la de la mamá, el suicidio de la hermana, la muerte del hermano. Todas estas pérdidas y, cómo canalizar ese dolor para que se transforme. Es un poco lo que hablábamos de Marie Curie. Este dolor que Enriqueta sintió lo transformóen poesía. En algún momento dado me pregunto si habrá un elemento que sea simplemente poesía, que no tenga un uso, pero es un cuestionamiento retórico, porque al final todos somos poesía, todos somos metáforas, eso es lo increíble. Y creo que, en el caso de Enriqueta Ochoa es muy claro cómo logra transformar ese material en otra cosa, logra trascender. Acudo al último verso de tu libro: ¿a pesar de todos sus descubrimientos, el ser humano sigue siendo un iluso? Por supuesto, somos unos ilusos, porque esto nos retorna al verso que abre el libro, decíamos que la ciencia es también una forma de ficción. Tal vez en cincuenta o cien años, las teorías serán otras y vamos a decir: “¿En qué estábamos pensando como humanidad?”. Estamos muy lejos de poder llegar a las verdades y, más bien, estoy segura de que nunca vamos a llegar 

srodriguez@elsiglo.mx

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