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Genocidio

Lorenzo Meyer

EL CONCEPTO. Es de suponer que los casos de destrucción total y deliberada de un grupo humano por otro-esa es la esencia del genocidio- se remonta a la prehistoria. Sin embargo, el concepto mismo es relativamente reciente y apareció por primera vez en un libro sobre la ocupación nazi en Europa publicado en Estados Unidos en 1944 obra de Raphael Lemkin. Una vez acuñado el término éste entró tanto en el lenguaje especializado del derecho internacional como en el del discurso político. Lemkinfue un jurista y activista judío por los derechos humanos nacido en Bielorrusia en 1900. Su formación profesional tuvo lugar en Ucrania, pero la aparición del nazismo le hizo huir de Europa y tras un largo y tortuoso periplologró desembarcar en Estados Unidos y obtener una plaza como profesor en la universidad de Duke.

Una historia muy sintética pero que cubre lo esencial del proceso intelectual y político que llevó a la construcción del concepto, a su evolución, ambigüedades e implicaciones se puede encontrar en la interesante y larga conversación que hace poco sostuvo Ezra Klein, conductor de "The Ezra Klein Show" con un especialista en derecho internacional, Philippe Sands, y que se transcribió íntegra en elNew York Times (08/13/25). Se trata de una conversación entre dos judíos, Klein conductor del programa y Sands un abogado que actualmente representa al gobierno de Gambia ante la Corte Internacional de Justicia en un caso donde se acusa de genocida al gobierno de Myanmar por la persecución y asesinato sistemático de los musulmanes rohinyá actualmente refugiados en Bangladesh o dispersos.

Pero antes de seguir adelante ¿de qué estamos hablando. ¿Cuál es exactamente la definición de genocidio? En diciembre de 1948, tras hacerse públicos los horrores del Holocausto o Shoah perpetrado por los nazis contra los judíos en Europa y en el contexto de los juicios del Tribunal Militar Internacional en Nuremberg (1945-1946) -yen buena medida gracias a los esfuerzos de Lemkin en Nuremberg- la recién creada organización de las Naciones Unidasadoptó esta definición:genocidio es "cualquiera de los actos siguientesperpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) matara miembros del grupo; b) causar lesiones graves a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c)someter deliberadamente al grupoa condiciones de vida que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;d) imponer medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo; e) trasladar por la fuerza niños del grupo a otro grupo".

Detrás de esta definición aceptadaporel medio centenar de países que entonces componían la ONU está el cabildeo realmente titánico deLemkin el autor del concepto. Pese a su éxito, Lemkin nunca quedó conforme con la redacción contenida en la llamada "Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio". Pero antes de adentrarnos en la razón de suinconformidadvale la pena apuntarque uno de losmuchos obstáculos que tuvo que sortear la definición fue la oposición de un grupo de legisladores norteamericanos sureños que vieron en ella, y con razón, que sus términos parecíanquedar como pintiparados para describir,y por tanto condenar,las políticas seguidas no sólo por la Alemania Nazi sino antes por los propios Estados Unidos respecto de los grupos indígenasy afroamericanos en su territorio.

Con latipificación internacional del genocidio y de la defensa delos derechos humanos de cualquier individuocomo delitos perpetrados por o dentro deun Estado se dejó de lado la idea, muy arraigada, que dentro de sus fronterasnacionales los gobiernos podían tratar a sus ciudadanos como les placiera pues decidir la naturaleza de ese tratoera parte de su soberanía. Hasta entonces los únicos crímenes de los que se podía responsabilizar desde el exterior a un estado eranlos crímenes de guerra.

Teóricamente, a partir dela segunda postguerra mundial la soberanía nacional ya no puede usarse como argumento para no rendir cuentas al resto del mundopor la violación de los derechos humanos.Si, por ejemplo,entre 1915 y 1923 se pudo argumentar que la muerte de un millón o más de armenios como resultado de la política turcaera un asunto interno del imperio otomanoa partir de 1948 ese argumento perdió toda validez y legitimidad. Y,por cierto, fue el genocidio armenio el disparador del interés de Lemkin para proponer la condena de ese tipo de conductas estatales, de ahí quehoy, por ejemplo, Gambia o Sudáfrica puedan acusar a Myanmar o a Israel, de genocidas.

EL PUNTO DEBIL. En principio hoy el genocidio es un crimen que puede y debe ser expuesto y juzgado tanto por los tribunales internacionalescomo por la opinión pública mundial. Lemkin como un judío cuya familia -medio centenar de personas- fue exterminada por los nazis debió desentirse más que satisfecho cuando consiguió que su concepto fuera incorporado al derecho internacional vigente. Sin embargo, ese no fue el caso. Quedó muy insatisfecho.

A juicio de Lemkinel que el 9 de diciembre de 1948 la ONU definiera y condenara el genocidio,tuvo una falla y grave:la definición formalmente adoptada y que ya se citó aquí nofue la de su propuestaoriginal puesteníaun talón de Aquiles tan grande que en la práctica podía hacerle perder su esencia: el condicionar la definición y sanción del crimen a que el perpetrador tuviera "la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso". Por tanto, el requisito de intencionalidad abría la posibilidad de exculpar alautor del crimen alegando que los daños causados por sus acciones a todo un grupo eran meras consecuencias no buscadas de acciones legítimas y no el resultado de una voluntad genocida, como por ejemplo políticas de seguridad nacional o de acciones contra un enemigo que se oculta entre la población civil y donde el maltrato a todo un grupo se justifica como daño colateral y no comouna acción deliberada.

Desde la perspectiva anterior la polítia de colonización de Estados Unidos y que en la práctica significó el exterminio o el confinamiento de grupos completos de pobladores originarios ya no podría calificarse como genocidio. Es más, podría argumentarse como lo hacehoy el primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu queaquello que su gobierno busca en Gaza no es hacer invivible para los palestinos ese territorio sino defender la seguridad de Israel. Desde esa perspectiva la muerte de entre 60 y cien mil palestinoso la hambruna provocada que en ese territorio ya ha ocasionado el fallecimientopor inanición de centenares de niños palestinos (El País, 29/07/25), no es resultado de una política anti gazatí. No, Netanyahu sostiene que las muertes registradas en Gaza son, en su mayoría daños no intencionales en un empeño porimpedir que una organización clandestina comoHamas pueda volver a intentar acciones terroristas como la que perpetró contra los asistentes a un concierto el 7 de octubre de 2023 y que dejó un saldo de 1,139 israelíes muertos ymás de 200 tomados como rehenes, algunos de los cuales también murieron y otros siguen prisioneros. Cuando algún miembro del gabinete actual de Israel ha declarado abiertamente que la operación militar en Gaza tiene como objetivo final eliminar permanentemente a la población palestina de ese territorio, Netanyahu simplemente ha respondidoque esas son declaraciones de un ministro, pero no del gobierno y por tanto la definición de genocidio no corresponde a lo que está ocurriendo en la franja de Gaza.

Y resulta que el argumentodel gobierno israelí es justamente el que Lemkin temía que se podría emplear para neutralizar la fuerza de su concepto y la naturaleza de los hechos. Como sea, algunos grupos defensores de los derechos humanos en Israel, Physiciansfor Human Rights Israel (PHRI) y B'T selem aceptaron ya calificar de genocidas las acciones de su ejército en Gaza(ttps://edition.cnn.com/2025/ 07/28/middleeast/israeli-human-rights-group-accuses-israel-genocide-gaza-intl.) como finalmente también lo hicieron los dos participantes en la conversación ya citada del EzraKline Show.

CONCLUSION.Israelíes y palestinosreclaman como suyo el mismo territorio y sostienen sus respectivos derechos con argumentos históricos e incluso religiosos que son excluyentes. Es claro quepretender hoy la convivencia armónica de las dos comunidades, una teniendo que vivir sin un Estadopropio que la defienda y dentro de un territorio muy limitado que esta bajo elférreo control de otra que sí cuentan con una estructura estatal -con un ejército muy poderoso y apoyado porla principal potencia mundial- es pretender un imposible.

Teóricamente, la soluciónprobable en Palestina sigue siendo la propuesta en 1947 por la ONU: la creación de dos estados, uno árabe y otro judío, y otorgar a todos los palestinos la misma soberanía de la que hoy gozan los israelíes. Pero, aunque hoy esa solución parece ser tan imposible o más que en 1947, el resto del mundo debe pronunciarse en su favor y contra de la política de Netanyahu que, en lo esencial, corresponde a lo que Raphael Lemkiny a nombre de la humanidad consideró como algo inhumano y absolutamente inaceptable.

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Escrito en: Santos Laguna

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