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La enfermedad del olvido

LAURA ELENA PARRA

Hace unos días terminé de leer Como caracol (SM Ediciones, México, 2018) de Alaíde Ventura Medina, antropóloga y escritora veracruzana nacida en 1985.

Ganadora del Premio Gran Angular 2018, la novela cuenta la historia de Julieta y su abuela Mariana, quien es una académica reconocida, llena de experiencias y vitalidad, muy distinta a Lilí, la madre de Julieta, mujer brillante pero fría. A pesar de la distancia familiar, la relación entre nieta y abuela se vuelve cada vez más cercana, esto hace más doloroso para Julieta el hecho de aceptar el deterioro de Mariana a causa de la enfermedad del olvido: el Alzheimer.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la demencia como un síndrome crónico y progresivo que deteriora la memoria, el pensamiento, la orientación y el sentido de vida. El Alzheimer es la forma más común.

Se trata de un proceso neurodegenerativo en el que las neuronas mueren progresivamente.

Investigaciones científicas señalan que las causas son múltiples: acumulación de proteínas beta-amiloide y tau, predisposición genética, factores metabólicos como diabetes o hipertensión, procesos inflamatorios y condiciones sociales como el aislamiento o la depresión.

Para reducir el riesgo de padecer esta enfermedad la OMS propone algunas medidas de prevención, entre las que se encuentran: realizar actividad física, dejar el tabaco, controlar la hipertensión y la diabetes, seguir una dieta equilibrada y conservar el cerebro activo mediante la lectura, el aprendizaje de un nuevo idioma, tocar un instrumento musical o la resolución de rompecabezas, así como mantener relaciones sociales significativas.

Una herramienta complementaria es la neuróbica— desarrollada por Lawrence Katz y Manning Rubin—, que sugiere rutinas diseñadas para despertar el cerebro, crear nuevas sinapsis y preservar la agilidad mental.

Ejercicios sencillos como cepillarse los dientes con la mano contraria, caminar hacia atrás en un espacio seguro, vestirse con los ojos cerrados, leer y ver fotografías al revés, probar alimentos diferentes a los que acostumbramos y recorrer rutas distintas a las habituales, son actividades que sacan al cerebro del piloto automático con el objetivo de estimularlo y mejorar su rendimiento.

Estos cambios despiertan áreas cerebrales dormidas y mejoran la atención y la flexibilidad cognitiva.

En definitiva, la neuróbica no es una cura, pero sí una aliada que contribuye a que el cerebro permanezca despierto y preparado, lo mismo que un músculo que se ejercita. En la novela juvenil de Aleíde VenturaMedina, Julieta acompaña a su abuela a enfrentar con amor y dignidad el doloroso proceso del olvido, de igual manera, en la vida real, entre lecturas, juegos, conversaciones y rutinas inesperadas, quizá podamos hacer lo mismo: sostener la memoria de quienes amamos y también la nuestra, aunque el tiempo y la enfermedad se empeñen en borrarla.

laura.parra@ibero-torreon.edu.mx

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