Orfandad
Me siento afortunada porque aún no experimento la pérdida de mis padres. Ambos viven y, aunque no con toda plenitud de facultades, continúan siendo esas figuras tan trascendentales en mi vida y en la familia. Sin embargo, sé que un día partirán, como sucedió con mis abuelos.En el ciclo de vida de las personas, en general, ocurre que los padres fallecen antes que sus hijos, por lo que quienes lo somos, nos toca transitar por ese proceso.
Recientemente, murió la mamá de una persona allegada a mí y eso me hizo reflexionar sobre lo que se experimenta ante un suceso así. En definitiva, el lazo con nuestra madre es tal que no importa a qué edad experimentemos su pérdida, pues parte de lo que se pierde es la sensación de cariño incondicional, de ese vínculo con nuestra infancia, porque estuvimos biológicamente ligados a ella. Al respecto, recuerdo cómo habla mi papá de su mamá y lo mucho que ella hizo, sobre todo cuando niño. En el caso del padre su deceso desencadena otro tipo de emociones, más relacionadas con la guía, el modelo, la protección. Eso lo recupero por lo que también me ha compartido mi papá, quien lo perdió a sus 25 años. Su ausencia fue tan significativa que siempre le hizo falta. Tuvo que aprender a ser su propio padre. Yo, aún lo tengo y puedo platicar de tantas cosas con él, que es inimaginable suponer cómo habría sido mi vida de haberlo perdido en mis veintes.
En la actualidad, escucharlo hablar sobre esos sucesos y cómo los ha ido procesando es aleccionador. En contraste, mi madre casi no habló de sus pérdidas y ahora que tiene deterioro cognitivo, eventualmente los busca y refleja eso mismo: papá era su protección y mamá, el amor incondicional. Ambos son huellas imborrables en la vida. No importa si somos jóvenes, maduros o viejos.
No creo que haya forma de estar preparados para despedir a quienes nos dieron la vida. Uno no sabe cuándo va a pasar, solo que ocurrirá, como quien espera un duro golpe, propio del ciclo de la vida. Morir es inherente a la vida, así que mientras llega el momento hay que disfrutar que tenemos oportunidad de hacerlo.
Flor.vargas@iberotorreon.mx