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Inmoralidad

YAMIL DARWICH

A punto de terminar de consumir el primer cuarto del siglo XXI, vale la pena hacer un alto y lo invito a reflexionar sobre la inmoralidad.

El inmoral es aquel que va contra lo establecido, lo que se considera correcto comunitariamente; el que se opone a lo que llamamos "buenas costumbres", que va más allá del simple concepto religioso y el muy "aporreado" sobre la sexualidad.

En lo particular, cada etnia establece sus propias reglas sociales, define lo moral/inmoral y, desde luego, participan factores varios, como las creencias por fe; las costumbres que, con el paso del tiempo, se transforman en tradiciones para que luego se conviertan en reglas y finalmente leyes.

Sin embargo, hay otros criterios para calificar la inmoralidad entre los seres humanos, particularmente las injusticias que hacen unos sobre otros -ricos/pobres; poderosos/débiles-, esas que pocas veces nos hacen repensar para ayudarnos a tomar conciencia de nuestra cotidianidad.

La fortaleza, basada en la riqueza, desde siempre ha generado poderes que, hasta con uso de violencia, acomodan realidades para seguir dominando -abusando- al mundo.

Los humanos somos inmorales universales cuando aplicamos el poder de la fuerza militar y económica para imponer nuestras voluntades sobre los débiles; los grandes imperios se construyeron con tales abusos y en la actualidad observamos la obscenidad de países en esa lucha abusiva por poseer; recordemos: EUA y OTAN vs. Rusia y Corea del Norte y más acentuado, con profunda inmoralidad, la invasión de Israel a Palestina y Líbano mostrándose amenazante con Siria y otros países árabes.

El discurso para justificar los agravios es el mismo de siempre, como se insistió en el pasado reciente, recordemos que el papel de villanos primero fue asignado a los nazis alemanes; luego toco el turno a los invasores japoneses; después a vietnamitas; para continuar con los comunistas rusos; ahora son palestinos.

Le pido no me malinterprete: no se trata de posturas ideológicas o políticas, sino reconocer inmoralidades de los agresores. Le escribo sobre el derecho primordial que todos tenemos a la vida y que ésta sea con la calidad de suficiente.

Ya sumamos un poco más de ochocientos mil millones de humanos en el mundo y, de ellos, alrededor del 43% padecen pobreza en salud, alimentación, vivienda y/o educación.

También se dice que un poco más del uno por ciento de ricos poseen el 45% de los bienes mundiales, encabezados por Elon Musk, fundador de Tesla, que tiene algo así como 200 mil millones de dólares.

Entre los pobres, el 40 % vive en países en situación de guerra, fragilidad y/o con escasa paz; además sufren de carencia de educación escolarizada o la que ofrecen a sus educandos es de ínfima calidad.

Los pobres del mundo luchan por sobrevivir, mal comiendo y sin acceso a la salud o vivienda digna, con ingresos de entre uno y dos dólares diarios -de 20 a 40 pesos mexicanos- que, por si fuera poco, deben distribuir en familias constituidas por cinco o más miembros -en muchos casos agregue a la suegra, tías solteronas y/o los abuelos-.

La desnutrición es profunda entre los más pobres -África y Latinoamérica incluidas- y la salud con servicios médicos/tecnológicos "de punta" es privilegio de pocos; solamente alrededor de tres mil millones de personas pueden tener atención médica suficiente; el costo de los medicamentos, equipos médicos y servicios varios para ofrecerla es prohibitivo para casi el ochenta por ciento de los mundanos -Dinamarca y México son ejemplos extremos-; los desatendidos, que representan aproximadamente el 40 % viven en países en permanente violencia, fragilidad y/o con escasa paz. Sus ciudadanos, por lo general, soportan a gobernantes dictatoriales -algunos disfrazados de demócratas-, todos corruptos.

En México, el 35% de personas poseen vivienda propia y mundialmente, 150 millones de personas no la tienen.

El desempleo o el subempleo, más el abuso de los empleadores, es una de las inmoralidades constantes y esa particularidad está enganchada a la incapacidad laboral del pobre, por no tener educación escolarizada suficiente o padecer analfabetismo funcional.

Las redes de comunicación han revolucionado la educación y comunicación mundial; sin embargo, no es accesible para todos: solo el 69.4% tiene acceso al teléfono móvil; 66.2% manejan La Internet y el 62.3%, los medios de comunicación social -marketing4&ecommerce.mx-. Sin contacto actualizado e información, perdemos oportunidades para alcanzar mejores ingresos económicos.

En esa realidad queda nuestra responsabilidad de acción en nuestra área de influencia; educarnos y educar a los cercanos es base para aspirar a la superación personal; la promoción de la solidaridad con subsidiaridad, son actitudes éticas que, sin duda, se reflejan en una mejor calidad de vida para todos.

El cambio inicia con los compromisos individuales; cada uno de nosotros tenemos oportunidades para ser útiles y servir sociablemente; queda la conciencia individual para cumplir con la responsabilidad correspondiente. ¿La asumimos?

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