Siglo Nuevo OPINIÓN NUESTRO MUNDO TENDENCIAS

NUESTRO MUNDO

Introspección

Creo que muchos actuamos minimizando nuestras necesidades por un sentido distorsionado de la responsabilidad; creemos que todo es importante menos nosotros mismos.

Introspección

Introspección

MARCELA PÁMANES

He estado fuera de mí. No me he habitado, no he reparado en mis necesidades, en la consciencia de mi ser. Entiendo que hay momentos para todo, inclusive para la entrega total que exige el amor más pleno, que es de donde se origina el abandono de sí.

Luego todo vuelve a su lugar preciso: se atemperan las emociones, se repara en lo que se hizo bien y lo que pudo haberse hecho mejor. El eco de la alegría insiste en permanecer, pero la realidad te ubica: lo que viviste quedó atrás y lo que toca atender es el presente. Es entonces cuando empiezas a reconstruirte, cuando el silencio invade el corazón porque, paradójicamente, calla para ser escuchado.

A veces tememos hablarnos con la verdad. Le damos la vuelta a los signos inequívocos del paso del tiempo y buscamos disimularlos o evadirlos, así como cuando pones un mantel encima de una mesa para que no se noten las imperfecciones que su uso ha generado. Hacemos lo mismo con las emociones: las tapamos, las justificamos, hacemos como si no existieran, pero en el fondo están ahí, latiendo con vida propia.

Urge que nos pongamos atención, porque nadie más lo hará por nosotros, ni el marido más fiel, ni el hijo más considerado, ni el hermano confidente, ni los amigos incondicionales. Cada uno de ellos tiene un rol en la vida, pero no son la vida, y eso cuesta entenderlo y aceptarlo.

Creo que muchos actuamos minimizando nuestras necesidades por un sentido distorsionado de la responsabilidad; creemos que todo es importante menos nosotros mismos. “Mientras nuestros hijos sean felices, todo lo demás es lo de menos”, dicen muchas madres. También hay padres que afirman que han trabajado sólo para darle lo mejor a su familia y amigas que están prestas a resolver los problemas de las personas a las que quieren antes de identificar y atender los propios.

El olvido en el que nos tenemos, tarde o temprano, nos pasa la factura: una enfermedad no detectada a tiempo, una tristeza profunda que vira a una depresión franca, un enojo contenido que aflora con violencia, una soledad que quita el sentido a la vida. Hay quienes se refugian en el trabajo, en la labor social o en la fe, que sin duda contienen, pero no resuelven.

La vida es un milagro que no hemos pedido, pero se nos ha dado, ¿Qué estamos haciendo con ese regalo maravilloso? Cada quien tendrá que buscar la respuesta, siempre y cuando haya la oportunidad de plantearse la pregunta.

Hay ocasiones en que, aunque no quieras, surgen las interrogantes: ¿Habré sido buena madre?, ¿buena persona? ¿Qué he dejado de hacer por mí? ¿Estoy contenta con lo hecho? ¿O prefiero afirmar que es lo que me tocaba vivir y entergarle mi vida al destino?

No podemos acogernos a lo que piensen los otros, lo importante es lo que pensamos nosotros mismos de quienes somos. Y nada de que “ya para qué” o de cuestionarse cuál es el sentido de hacerlo en las postrimerías de la existencia. En lo personal, creo que tiene todo el sentido del mundo pararme frente al espejo y reconocer que el tiempo para tenerme en cuenta es aquí y ahora; me angustia más pensar en que ya no podré hacerlo después.

No se trata de un acto de valentía; es, más bien, un acto de honestidad. Cuando lo hacemos nos aclaramos a nosotros mismos nuestras decisiones y acciones. En ese ejercicio puede ser que encontremos el perdón a los errores, las causas que nos llevaron a ellos y la misericordia con que podemos percibirnos; puede ser también que encontremos la reconciliación con el pasado, que alcancemos a ver las heridas que ha implicado el vivir, que nos llenemos de ternura hacia nosotros y la aceptación de lo que somos.

En la introspección puede ser que salgamos fortalecidos, con el ánimo suficiente para plantearnos nuevos propósitos, como ponernos como prioridad por lo que nos resta de tiempo en este mundo; que nos sintamos resilientes, dispuestos a disfrutar el día a día con la única expectativa de ser congruentes y empatar lo que sentimos, pensamos y hacemos. Eso seguramente nos dará mucha paz y nos preparará para lo que venga.

Soltemos la culpa, seamos auténticos, dejemos de pedirnos permiso, actuemos con libertad. Es lo que toca.

 X: @mpamanes

Leer más de Siglo Nuevo

Escrito en: introspección emociones consciencia amor pleno presente paradoja evadir necesidades responsabilidad olvido

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Introspección

Clasificados

ID: 2430412

elsiglo.mx