En las capitales latinoamericanas hay muchas especulaciones de que el presidente Donald Trump ordenará una invasión militar a Venezuela, tras su decisión de enviar una fuerza naval de al menos siete buques de guerra con 4,500 tropas y un submarino nuclear a las aguas internacionales cerca de la costa venezolana.
Pero no apuesten a ver una invasión terrestre para derrocar al dictador venezolano Nicolás Maduro, como la intervención militar estadounidense de 1989 en Panamá. A pesar del ataque militar de Trump contra una lancha que presuntamente llevaba drogas a Estados Unidos, que segun el presidente dejó 11 muertos, es muy poco probable que veamos una invasión terrestre por ahora.
Otras opciones, como un ataque aéreo contra un laboratorio de cocaína o una base militar en Venezuela, tras lo cual Trump cantaría victoria y se retiraría de inmediato, son más probables. Aun así, lo más probable es que todo esto sea un teatro político para consumo interno de Estados Unidos (volveré a este punto más adelante).
La razón oficial del gobierno de Trump para enviar la flotilla cerca de la costa venezolana es combatir a los carteles de la droga latinoamericanos. Sin embargo, el tipo de barcos y tropas desplegados por Trump no son los que se utilizan normalmente para operaciones de interdicción de drogas.
"El tamaño, la naturaleza y la composición de esta fuerza naval no se ajusta a lo que se necesita para la interdicción de drogas", me dijo Evan Ellis, profesor de la Escuela de Guerra del Ejército de EEUU, y exfuncionario del Departamento de Estado durante el primer mandato de Trump.
Los analistas que creen que Trump podría estar considerando una invasión terrestre o una operación relámpago para detener a Maduro argumentan que la fuerza naval incluye tres destructores con misiles y al menos 2,200 marines, las fuerzas de élite especializadas en operaciones terrestres que Estados Unidos ha utilizado en Afganistán y otras intervenciones militares.
Asimismo, quienes creen que se está gestando una invasión señalan que este despliegue de la fuerza naval estadounidense no es un hecho aislado. El envío de la flotilla fue anunciado poco después de que el gobierno de Trump ofreció una recompensa de $50 millones por información que conduzca a la captura de Maduro, y apenas semanas después de que declarara al Cartel de los Soles de Venezuela como un grupo terrorista.
Todos estos detalles son valederos, pero hay razones aún más poderosas para ser escépticos sobre una invasión inminente.
Trump ha declarado repetidamente que se opone a mandar tropas estadounidenses a otros países para luchar en "guerras extranjeras". Ha sido una de sus principales promesas de campaña. No ha enviado tropas estadounidenses a Israel ni a Ucrania, que son prioridades mucho mayores para su gobierno que Venezuela.
Trump podría estar enviando su fuerza naval para intimidar al régimen de Maduro, con la esperanza de que una facción militar se levante contra él y reciba cobertura aérea estadounidense. Sin embargo, en los últimos años, las esperanzas estadounidenses de una insurrección militar en Venezuela no se han materializado.
Mi conclusión es que, además de intimidar a Maduro, el envío de la fuerza naval estadounidense obedece, al menos en parte, a razones de política interna de Estados Unidos. Trump necesita apaciguar a muchos de sus partidarios venezolanos y cubanos en Florida, una de sus principales bases políticas.
Muchos exiliados venezolanos y cubanos están frustrados por las deportaciones masivas de Trump, que incluyen a familiares y amigos que tenían un estatus legal temporal que se renovaba automáticamente, y no tenían antecedentes penales.
Por otro lado, muchos venezolano-estadounidenses también están descontentos con la decisión de Trump de permitir que la petrolera Chevron reanude sus operaciones en Venezuela, lo que indirectamente inyectará dólares desesperadamente necesitados por el gobierno de Maduro.
No sería de extrañar que los legisladores republicanos de Florida le hayan pedido al secretario de Estado, Marco Rubio, que haga algo -lo que sea- para demostrar que Trump no ha traicionado a los exiliados.
En resumen, Trump tiene un menú de opciones. Pero salvo imprevistos, no me sorprendería que esta flotilla de un giro de 180 grados y regrese a casa una vez que desaparezca de los titulares.