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Jeannette L. Clariond leerá su poesía de memoria ancestral en el Teatro Isauro Martínez

Jeannette L. Clariond leerá su poesía de memoria ancestral en el Teatro Isauro Martínez

Jeannette L. Clariond leerá su poesía de memoria ancestral en el Teatro Isauro Martínez

SAUL RODRÍGUEZ

La poesía protagoniza su vida; la envuelve. Además de escribirla y leerla, es capaz de escucharla. Jeannette L. Clariond (Chihuahua, 1949) considera que ni el poeta mismo tiene certeza de lo que escribe y que el arte siempre ha sido un tema de vasta sensibilidad. Su voz en el teléfono cita a la Generación del 27, conformada por poetas españoles, quienes alrededor de 1927 rescataron la poesía del Siglo de Oro, justo en el tricentenario luctuoso de Luis de Góngora; cargaron con ella como Eneas a su padre, según la imagen narrada por Virgilio en el libro II de la Eneida.

Jeannette L. Clariond, quien descendiente de migrantes libaneses, tomó también el célebre verso de Virgilio, “Sunt lacrimae rerum et mentem mortalia tangunt” (“Hay lágrimas en las cosas y lo mortal toca el alma”), para titular a uno de sus poemarios: Las lágrimas de las cosas (New York Poetry Press, 2022), con el cual triunfó en el Concurso Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa 2020. El fallo se dio en mayo de 2021 y, tras más de cuatro años, la poeta visitará Torreón para recitar algunos de sus versos.

La cita será el próximo miércoles 3 de septiembre, en punto de las 20:00 horas, en el Teatro Isauro Martínez (TIM). Se trata de un evento gratuito, apto para todo público, organizado por el Ayuntamiento de Torreón a través del Instituto Municipal de Cultura y Educación (IMCE) y el emblemático recinto escénico.

Fundadora y directora del sello Vaso Roto Ediciones, Jeannette L. Clariond cuenta con una amplia obra poética que incluye otros libros como Desierta memoria (Mantis Ediciones, 2002), Leve sangre (Pre-Textos, 2011), Cuaderno de Chihuahua (Fondo de Cultura Económica, 2013), Goddesses of Water (World Poetry Books, 2022), su antología poética Ceguera, allí estarás (New York Poetry Press, 2024), entre otros. También ha traducido al español a poetas de la talla de Anne Carson, Charles Wright y Ada Merini, por citar algunos.

Sobre su obra se ha escrito: “La poesía de Jeannette L. Clariond nos recuerda que la imaginación observa la realidad, una realidad que duerme y que sólo su poesía es capaz de despertar”, Adonis; “Tiempo que no leía una poesía tan parca y diamantina”, Gonzalo Rojas; “Una de las escritoras más prolíficas y vitales de nuestra lengua. Su búsqueda crea un universo íntimo donde memoria y existencia trazan el mapa de esta luminosa obra poética”, Ilda Elizabeth Moreno.

DE TIRO A EZRA POUND

En los versos de Jeannette L. Clariond habita una memoria ancestral. Ella le canta a un pasado donde no estuvo físicamente, pero que de alguna manera vive y habita. “En las lágrimas de los humanos hay mucho pasado”, escribe el escritor francés Pascal Quignard en una de sus obras. “Hoy miro la cresta coronada de niebla, la puerta de los templos, la plata, la quietud / bruñida de los montes”, canta la poeta mexicana en el verso que inaugura Las lágrimas de las cosas.

“No sé si no haber vivido un pasado nos obliga a imaginarlo, para detenernos de esa parte imaginada y construida con base en las ausencias vividas. ¿De alguna manera estuve ahí? Sí, sí estuve, porque fui a buscar mis orígenes. Fui a Líbano y estuve en Tiro, que es el título del primer cuaderno de Las lágrimas de las cosas”.

En la primera parte del poemario, titulada Tiro, Jeannette L. Clariond escribe a una raíz latente y milenaria, residente dentro de ella. Esa raíz tiene una memoria escrita en las piedras de la costa de Líbano, hasta donde la poeta se trasladó para escuchar la voz de sus antepasados. Era 2006. Ante ella Tiro y Sidón, ciudades antiguas citadas por Heródoto y los profetas de la Biblia. No obstante, más que escuchar a sus ancestros, escuchó al silencio. Recuerda encontrarse frente al mar Mediterráneo; un pliego de periódico iba y venía en el oleaje, sin desprenderse de la orilla.

“El libro es una nostalgia del pasado, de ese pasado que, como bien dices, no tuve, porque en realidad Tiro es la metáfora de un país al que pertenezco, pero que realmente no es mío. Lo hice mío, lo aprendí a hacer mío, a partir de las vivencias en la casa de mi abuela, en la calle Mina 1004 (Chihuahua). Mi abuela vivía ahí con sus hijas solteras, luego murió quemada”.

En Las lágrimas de las cosas, al cuaderno de Tiro le continúa el de Los ojos de Al-Ajtal. Jeannette L. Clariond habla allí de un periodo de su vida donde leyó poesía árabe clásica, la cual le parece maravillosa. Refiere a las casidas de la época preislámica, que van desde la alabanza, el amor y la nostalgia. El zéjel, la moaxaja, el territorio de Al-Ándalus, le evocan un carácter musical y místico.

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Mientras que el tercer cuaderno responde a Tres piedades por Ezra Pound. La autora explica que Pound fue un poeta cercano a la Escuela de Wallace Stevens, encerrado en un manicomio tras sus reclamas antisemitas a favor de Hitler y Mussolini. Más tarde, Elizabeth Bishop escribió el poema Visitas a St. Elizabeth, donde habla de sus encuentros con Pound en el psiquiátrico.

“Lo que importa es que Pound habló con (W. S.) Merwin —y esto me lo dijo Merwin personalmente—. Pound le dijo: ‘Estás muy joven para escribir’. En América Latina y España hay algo que no sucede en Estados Unidos. En Estados Unidos, los poetas empiezan a escribir sus mejores libros después de los 40 años, y es su primer libro. Por ejemplo, Harmonium, de Wallace Stevens, y también Anne Carson publicó su primer libro después de los 40 […] Lo que le dice Pound a Merwin es ‘traduce a los poetas provenzales’. Y estos poetas provenzales están muy influidos por la Cábala, son del siglo XII, y están incluidos en el libro de Peter Cole: La poesía de la Cábala”.

Los otros tres cuadernos que integran Las lágrimas de las cosas son Liel habla de su aflicción, Frágil materia y Oleaje. Aflicción, fragilidad, movimiento. En la actualidad, Jeannette L. Clariond manifiesta indignación ante el conflicto bélico en la Franja de Gaza. Le parece que el dolor se ha banalizado en medio del estruendo.

“Se ha interrumpido cualquier diálogo posible y hemos decidido matar. Se sustituye matar por hablar y dialogar. Así de terrible el mundo”.

SUNT LACRIMAE

Virgilio relata en La Eneida que Eneas se llenó de lágrimas cuando observó las escenas de la Guerra de Troya: el rey Príamo, el príncipe Héctor y hasta él mismo, plasmados en un templo de Cartago. De pronto, el troyano se irguió y ante su acompañante Acates exclamó el verso: “Sunt lacrimae rerum et mentem mortalia tangunt” (“Hay lágrimas en las cosas y lo mortal toca el alma”). Desde entonces, la frase de Virgilio se ha convertido en un enigma merecedor de un sinfín de interpretaciones.

Por la herida entra la luz. Los ojos son heridas del cuerpo por donde entra la luz. Hay cine detrás de ellos. Una vez que la imagen entra, no se borra. El proyector funciona incluso a oscuras, porque la luz se convirtió en pensamiento y la pantalla somos nosotros mismos. Por eso Eneas lloró cuando vio las imágenes de Troya, porque se enfrentó al relieve de un poema donde su pueblo fue derrotado y ese poema se le salió por los ojos.

“Quiero leer en Torreón. Quiero lograr que el silencio y la música de la poesía puedan penetrar el espíritu de los asistentes, que vayan abiertos a escuchar, sin temor a no entender, a sentir, porque finalmente quisiera que se leyeran a ellos mismos mientras me escuchan”, concluyó Jeannette L. Clariond.

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Escrito en: Teatro Isauro Martínez Jeannette L Clarion

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