Jesús Torres el restaurador de imágenes religiosas se inició en el oficio por 'accidente'
Por “puro accidente” cuenta Chuy que empezó a restaurar imágenes religiosas de yeso y han pasado aproximadamente 10 años que abrazó el oficio, el cual transmite a las nuevas generaciones, ya que para esta temporada contrata varios ayudantes para cumplir con la gran carga de trabajo que registra por las fiestas Navideñas.
Jesús Torres Herrera cuenta que trabajaba como ayudante de bolero, en la plaza principal de Francisco I. Madero, la cual está a un lado del Mercado Municipal y recuerda que un día llegó una señora y le preguntó que si sabía pintar y le contesto que sí, pensando que se refería a zapatos o botas, pero lo que sacó de la bolsa fue un Niño Dios.
El hombre cuenta que, la imagen estaba algo deteriorada por lo que no sol necesitaba pintura, y sin tener idea de cómo hacerlo dice que “se aventó el trabajo” y así fue como empezó su negocio.
La mujer “corrió la voz” y más personas llegaban a buscarlo a la boleria para que les restaurara sus “santitos” y así permaneció por aproximadamente tres años, alternado su trabajo como bolero y de restaurador empírico de imágenes religiosas, hasta que decidió instalar su propio local.
“Con ese niño Dios, llegaron otros tres y así iban llegando más y más hasta que se fueron juntando como 50 y más o menos a los tres años de eso decidí dedicarme a esto de lleno”.
Chuy cuenta que, al principio la gente llegaba a partir del mes de octubre para que les reconstruyera las sus imágenes, pero cada vez más el trabajo se iba acumulando, pero cuando llegó la pandemia de Covid-19 la gente empezó a buscarlo desde agosto, con más tiempo de anticipación para que sus trabajos estuvieran listos antes de que empezaran las fechas religiosas más importantes para la comunidad católica, como el Día de San Judas, la Virgen de San Juan y de Guadalupe o Navidad.
Cuenta que hay personas que tienen familia en Madero, pero que viven en Estados Unidos, en Ciudad Juárez, Monterrey o Acuña o de otros municipios de la región y también le llevan para que les restaure sus figuras, incluso uno de sus clientes del “otro lado” le llevó una imagen y al patrón le gustó como quedó y le mandó decir que si quería ir para restaurar unas imágenes en la capilla que tenía en un rancho, aunque dice que no recuerda cómo se llamaba el lugar, pero empezó la pandemia y ya no se concretó el viaje y ya no volvieron a buscarlo.
“Mucha gente se va contenta, feliz, pero también hay que gente que regresa y me dice que no le gusto como quedó. De todo hay”.
Chuy comparte que, muchas de las figuras pasan de generación en generación familiar y aunque se los llevan completamente en pedazos los reconstruye, aunque dice que para avanzar más rápido empieza con los que los que no están tan dañados los cuales trabajan él y un joven que le ayuda hacer las reparaciones en yeso y luego los pasa a las chicas que para que ellas se encarguen de la pintarlos. Aquellos que hay que volverlos a “armar” le toma al menos un día.
Menciona que en Madero había tres personas que también se dedicaban a restauras imágenes de yeso y tenían sus talleres en la periferia, pero ya fallecieron y hace unos años una muchacha que trabajaba con él, también se instaló al interior del mercado, pero este año no se ha visto.
Dice que su trabajo lo realiza muy artesanal, los santos, pues hay quienes utilizan moldes, lo cual dice es una técnica profesional, ya que ellos trabajan durante todo el año, mientras que él solo lo hace por temporada y debido a que noviembre y diciembre son los meses “más pesados” para él contrata ayudantes.
Jesús espera que las personas que contrata, (en su mayoría mujeres) aprendan bien el oficio para que cómo él decida emprender su negocio y así en Madero habrá quien continúe con la tarea de restaurar imágenes y que no se “pierda” el oficio.


