FOTOS: Ramón Sotomayor
Llegaron desde las montañas verdes de Xalapa hasta el sonoro desierto de La Laguna. Vinieron buscando a don Guadalupe Salazar, el último integrante vivo de los Cardencheros de Sapioriz, agrupación que alguna vez también alineó a don Genaro Chavarría, don Fidel Elizalde y don Antonio Valles. Los xalapeños le han agarrado amor al canto y en una urgencia de rescatarlo formaron el ensamble La Lumbrera.
Sus nombres son Gabriela Guzmán, Pedro Peña y Álvaro Rodríguez; cargan con la voz contralta, la fundamental y la de arrastre, respectivamente. Cantan juntos desde hace un año. Pedro aprendió años antes, allá por 2014, cuando se enteró de que los Cardencheros de Sapioriz darían un taller en Guadalajara. A minutos de actuar en Casa La Morelos el viernes 7 de noviembre, recuerda que se apresuró a tomar un vuelo desde Xalapa y luego aterrizó en la capital de Jalisco.
“Dejé mis cosas, mi vida, tomé un avión y me fui a tomar el taller porque me movía mucho esta música”.
En 2018, Pedro Peña también estuvo una temporada en Sapioriz. A las márgenes del río Nazas y con la instrucción de los cardencheros, aprendió los aspectos más fundamentales de las tesituras. Estudió canciones, practicó al raspar la voz, se enjuagó la garganta con sotol y retornar a su tierra dispuesto a seguir cantando.
“Regresé en 2019 y luego se atravesó la pandemia. Pero yo seguía con ese gusto por el cardenche. Intenté formar un grupo de canto cardenche en reiteradas ocasiones. Nunca se pudo. Hasta que Álvaro me invitó a los ensayos. Coincidimos. Y me di cuenta de que nos acoplábamos bien cantando”.
Con Álvaro, quien además se dedica a la edición de libros, supo avivar el fuego del cardenche. Cada presentación era como echar leña para alimentar una llama que se resiste a la extinción. Luego llegó Gabriela, quien los conoció en una presentación y pidió integrarse al grupo.
Los de La Lumbrera están a punto de actuar. Cruzan el patio de la casa para encontrarse con el cardenchero mayor. Allí está don Lupe, ensombrerado, enchamarrado, dándole sorbos al sotol que lo transparenta todo. Lo acompañan Aurelio Hernández y Diana Ríos, quienes se han unido a él para formar un nuevo grupo.
Don Lupe bromea, dice que ya anda arrastrando la cobija. Tiene 78 años y lo cierto es que ha sentido solo, después de que sus compañeros cardencheros partieron, después de que se fueron a un lugar más allá de los desiertos y le dejaran un amor pendiente que le duele nomás de acordarse.
Lamenta no haber logrado heredar el gusto por el canto a las nuevas generaciones de Sapioriz, pero celebra que en otros lugares de México, como en Xalapa, existan jóvenes que se luchan por preservarlo.
“Me da gusto, porque la encomienda que teníamos los cardencheros era que no se apagara esto”.
RECITAL EN CASA MUDÉJAR
Un día después, el sábado 8 de noviembre, los de La Lumbrera, don Lupe y los otros cardencheros, ofrecen otra presentación, ahora en Casa Mudéjar, en el marco del Festival del Mitote Lagunero. Allí se entonan varias canciones del repertorio: Cuando la redonda luna, A pie de un árbol, A las dos de la mañana. Su canto es una lluvia de voces rasposas, una herida que sigue cimbrando al desierto.
Cuando el recital concluye, bajo un liso cielo sin estrellas, don Lupe pide el micrófono para entonar una canción que ha escrito. La letra la dedica a don Genaro Chavarría, a don Fidel Elizalde y a don Antonio Valles. No oculta que le duele y que se anuda la garganta cada que le presta voz. Por eso pide disculpas anticipadas, si empieza a quebrarse es porque se le metió un recuerdo.
“Soy cardenchero ya retirado / de aquella fama ya me olvidé / pero un recuerdo en mí se ha quedado / lo que era el grupo al cielo se fue…”.
