Siglo Nuevo OPINIÓN NUESTRO MUNDO TENDENCIAS

NUESTRO MUNDO

La autenticidad

Hacer travesuras no es sólo cosa de niños. Cantar y bailar sola no es de locas. Viajar en compañía de uno mismo no es de raros.

La autenticidad

La autenticidad

MARCELA PÁMANES

La vida siempre nos sorprende. Lo que juramos que jamás haríamos, terminamos repitiéndolo sin darnos cuenta. Aquello que aseguramos que sí haríamos, lo guardamos en una vieja maleta, escondida para que nadie nos obligue a tirarla. Lo que antes nos causaba aversión empieza a parecernos atractivo, lo que adorábamos hacer se vuelve insulso, lo que amábamos comer ahora lo rechazamos… y lo que nunca nos gustó se convierte en nuestra primera elección del menú.

Somos seres inacabados hasta el último día, y por eso no debería asombrarnos que cambien nuestras posturas, gustos, hábitos y conductas.

Hace poco vi la serie The Big C. La anuncian como la historia de una mujer diagnosticada con melanoma que, al desconfiar de los tratamientos, decide vivir con una autenticidad brutal. Empieza a decir “no” donde siempre decía “sí”, gasta sus ahorros en extravagancias como un convertible descapotable o una piscina, y hasta quema el sillón blanco que tanto cuidó, no sin antes bañarlo en vino tinto. Rompe con todos los paradigmas porque sabe que, si no lo hace ahora, quizá ya no tendrá oportunidad.

Esa historia me hizo pensar: sin un diagnóstico de enfermedad de por medio, ¿qué cosas hago que realmente no me gustan? Y luego, ¿por qué las hago? La respuesta suele ser lógica: muchos comportamientos son aprendidos, repetidos tantas veces que se vuelven hábitos incuestionables.

Por ejemplo, ¿a quién le gusta recoger la ropa que los hijos dejan en el suelo? Les repetimos una y mil veces que el orden externo refleja el interno, que algún día les traerá problemas en su vida adulta… pero lo siguen haciendo porque nosotras seguimos recogiendo.

Cada quien tendrá su propia lista de lo que no disfruta. En mi caso, ir a poner gasolina me resulta un fastidio. Escoger la ropa para el día siguiente me mete en dilemas mentales (¡y pensar que renegaba del uniforme escolar, cuando hoy lo agradecería!). Ir al supermercado también me incomoda: los precios, los pasillos bloqueados por carritos, la sensación de estar vigilada, la poca amabilidad de algunos empleados. Y aunque podría pedir en línea, sospecho que nunca acertarían con la madurez de los plátanos o el tamaño parejo de las calabacitas.

Claro, son tonterías. Lo sé. Si tengo que poner gasolina es porque tengo un auto y debería estar agradecida. Si no sé qué ponerme es porque tengo opciones. Si voy al supermercado es porque tengo los recursos. Sí, estoy agradecida… pero no me gusta.

Tampoco me gusta que muevan los adornos de lugar o que no acomoden lo que está en el refrigerador cuando sacan algo de él. Lo he dicho hasta el cansancio, he predicado con el ejemplo, he respirado profundo para que me afecte menos… pero no hay manera.

Lo que quiero subrayar es que no necesitamos tener el tiempo contado para hacer cambios. Aunque, siendo sinceros, todos lo tenemos. Mientras nos sentimos “más o menos bien”, olvidamos lo efímera que es la vida.

Vivir no significa hacer siempre lo que nos gusta. La disciplina nos enseña a repetir conductas poco agradables pero que son necesarias. También creo que podríamos ser más arrojados, disruptivos y aventureros. Salirnos de los moldes que han definido nuestra existencia.

Quizá nos sorprendería descubrir lo felices que podemos ser. Hacer travesuras no es sólo cosa de niños. Cantar y bailar sola no es de locas. Viajar en compañía de uno mismo no es de raros. Sentarse en un restaurante, pedir ese plato delicioso y responder al mesero que no esperas a nadie… no es motivo de vergüenza, es un grito al mundo: puedo estar sola y estar bien.

Solo nos toca vivir sin tantas ataduras, apegos, hábitos nocivos, creencias que no nos suman. Deberíamos empezar a borrarlas de nuestra memoria. Puede ser que generemos desconcierto y nos lleguen a decir que no nos reconocen, pero vale la pena intentarlo; no tendremos más oportunidad para saber si esa nueva versión de nosotros mismos nos gusta.

El gran tema es la autenticidad, que no quiere decir falta de respeto o saltarse las buenas costumbres; se trata de ser tú y evitar hasta donde sea posible aquello que daña nuestra paz.

X: @mpamanes

Leer más de Siglo Nuevo

Escrito en: Autenticidad Niños Hábitos Disfrutar Disciplina Cuestionar Apegos Comportamientos Cantar Bailar Autenticidad Travesuras Vida

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

La autenticidad

Clasificados

ID: 2437642

elsiglo.mx