LA COMPAÑÍA COMO TERAPIA
Recurrentemente, muchas de las personas que conozco me platican que, ya sea ellas o algún pariente que ha estado enfermo por un largo tiempo, o alguna otra persona con algún impedimento físico, gozan en especial de la presencia de una mascota a su lado. Lo hacen porque así no se sienten solas, además de que les pueden platicar, dar órdenes, acariciarlas y sentirse protegidas por ellas.
Las personas que, gracias a Dios, tenemos salud, desempeñamos todas nuestras actividades cotidianas de manera automática, sin un gran esfuerzo, dando todo por hecho, pensando que siempre vamos a tener salud.
En este estado de bienestar es probable que a nuestro perro o gato lo veamos con cariño y hasta como una parte importante de nuestra familia, pero nada más.
Pero imagínense por un momento que no pudiéramos ver, que no pudiéramos caminar, que estuviéramos un tiempo largo en cama. Veríamos a nuestra mascota no sólo como un perro o gato más que deambula por nuestra casa, sino como a un compañero y amigo fiel, que está con nosotros sin importar el horario, sin importar nuestro aspecto, sin importar si el lugar es cómodo o no, y sin importar si lo vamos a heredar o no.
Todo esto viene a colación porque hace tiempo recibí un escrito de una persona que pasó por una situación muy fuerte, que puso a prueba su templanza, su valor y su fe en Dios; es decir, una enfermedad que ponía en riesgo su vida. Me dio mucho gusto saber que se repuso y que sigue con nosotros con renovados bríos.
A continuación, transcribo fielmente este testimonio que me dejó por escrito una señora, y que me hizo pensar y darle gracias a Dios, día a día, por las bendiciones que nos da:
Dr. Dávila:
Quiero compartirle mi experiencia ahora que estuve enferma. Lo importante que fue para mí haber tenido la compañía y la devoción de mis perros y mis gatitos. Fueron mi fuerza y mi motor para salir y continuar adelante.
Esto fue lo que la señora me escribió. Nunca perdió la fe en Dios, tuvo la suerte de que su hijo -a quien bien educó- estuviera al pendiente, y la compañía de todas sus mascotas, que, a decir de ella, fueron las tres cosas que le dieron fortaleza. Hoy sigue con nosotros para continuar su vida de altruismo, pues no sólo ayuda a los perritos en abandono, sino que también está al pendiente de sus vecinas que la necesitan y cuida de todo a todo a un paciente crónico.
Y ahora, para terminar, una gota de filosofía:
ME DECLARO RESPONSABLE DE LO QUE DIGO, NO DE LO QUE TÚ ENTIENDAS.