La discapacidad en México
El 3 de diciembre es el Día internacional de las personas con discapacidad, una fecha en la que busca visibilizar la vulnerabilidad en la que viven para redoblar y reconocer los esfuerzos en inclusión y desarrollo que se logra en distintas naciones para otorgar bienestar en quienes son definidos por la Secretaría de Salud como las personas que “tienen alguna limitación para realizar actividades diarias. Estas dificultades pueden ser para caminar, ver, escuchar, hablar, recordar o concentrarse”.
Se considera discapacidad cuando esta tarea resulta imposible o requiere mucho esfuerzo. Una limitación, en cambio, permite hacer esa tarea, pero con un esfuerzo mayor que en las demás personas.
Presencia en México
De acuerdo al registro llevado a cabo por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en el 2020, en México, una de cada seis personas tiene alguna discapacidad o limitación. Esto equivale a más de 20 millones de ciudadanos en distintos grupos etarios.
En cuanto a la discapacidad, la misma institución contabilizó 6 millones 179 mil 890 personas que la padecen en algún tipo. Esta cifra equivale al 4.9 por ciento de la población total del país. Las mujeres son quienes más las padecen, ya que fueron registradas 3 millones 275 mil 69, mientras que los 2 millones 904 mil 198 restantes fueron hombres.
Las más frecuentes
Es a partir de los grupos de edades que superar los 50 años cuando más se presentan las discapacidades. Esto se debe a que uno de los factores para desarrollar una discapacidad es la edad avanzada. En el estudio del INEGI, el grupo de edad con más personas con discapacidad es el compuesto por aquellos que superan los 85 años, que registraron 562 mil 920 registros.
De los seis tipos de dificultades que reconoce el INEGI, el que fue más recurrente entre sus encuestados fue el de relacionado a los desplazamientos, ya que el 47.6 por ciento de ellos lo señaló. Le siguió, con 43.5, el tener dificultad para ver correctamente, incluso cuando ya se utilicen lentes con aumento.
La dificultad menos señalada fue la relacionada a la comunicación, ya que solo el 15.3 por ciento lo señaló.
Presencia en estados
En porcentajes, la entidad federativa que tiene una población mayor de personas con discapacidad es Oaxaca, con 6.6 por ciento. Quintana Roo es quien menos la tiene, con 3.6 por ciento.
Coahuila cuenta con 4.3 por ciento de su población alguna discapacidad, mientras que Durango está por encima al tener 5.6 por ciento.
Los retos y la necesidad de inclusión
Uno de los mayores problemas de las personas con discapacidad es encontrar un entorno que no solo resulta complicado, sino hostil para su autonomía. Esto va desde las edificios y ciudades que carecen de una infraestructura adecuada para su independencia, como la movilidad, hasta la posibilidad de acceder al transporte público, ya sean personas con discapacidades motrices o sensoriales.
También se encuentran los prejuicios del resto de la población, que se manifiestan, entre otras maneras, con limitar su derecho a la educación o al trabajo. Ante estas situaciones, existen instituciones educativas, como las universidades tecnológicas en varias partes del país, que se han adaptado tanto en infraestructura como en capacitación de su personal para dar oportunidad a que las personas con discapacidad puedan prepararse profesionalmente.
En cuanto al trabajo, existen ferias del empleo dedicadas de manera específica para personas con discapacidad. Además, diversos motores de búsqueda de empleo pueden filtrar las vacantes, para conocer aquellas que las empresas han abierto para darle oportunidad a personas dentro de este grupo.
Sobre el lenguaje
Desde diversos espacios se ha hecho énfasis en nombrar las condiciones por su nombre, sin eufemismos o términos peyorativos. Es decir, se deben evitar expresiones que busquen dulcificar, como llamarlos “especiales” o reducirlos a su condición como “discapacitados” o usar una palabra que, en otro tipo de contexto, pueda ser empleada como insulto.
En ese sentido, la misma Secretaría de Salud recomienda colocar por encima de cualquier designación la calidad de persona en el individuo. De esta manera, pasa a ser una “persona con discapacidad”. También se le puede llamar, por ejemplo, “persona con discapacidad visual”, “ciego” o “persona con ceguera” a quien tenga dificultades severas para ver.
Un lenguaje adecuado es considerado el primer paso para el reconocimiento de una persona con retos distintos a la mayoría, lo que a su vez da pie la inclusión.