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La Gobernanza del Riesgo

FRANCISCO PORRAS SÁNCHEZ

Como famosamente ha argumentado Beck (1998), vivimos en una "sociedad del riesgo", no solamente por sus nuevas formas más flexibles y trasversales, sino también porque los riesgos a los que nos enfrentamos no pueden ser limitados por las fronteras geográficas o políticas. Una pandemia, un conflicto nuclear, un desastre climático evidencian que muchos de estos riesgos son efectivamente globales.

La Gobernanza del Riesgo aplica los principios fundamentales de la gobernanza a la definición, gestión y reducción de los riesgos. La gobernanza supone que no es posible resolver un problema o crear una nueva oportunidad sin la participación coordinada de los gobiernos, la sociedad organizada y los mercados (Kooiman, 2000). En consecuencia, la gobernanza fomenta la cooperación entre diferentes actores, de distintos sectores de la sociedad y niveles de acción, para atender los problemas que compartimos. La Gobernanza del Riesgo busca mantener relaciones de cooperación entre el gobierno y los actores no gubernamentales para definir colaborativamente cómo son los riesgos a los que estamos expuestos, cuál es la mejor manera de evitar que se produzcan daños y pérdidas, y qué es necesario para reducirlos.

El riesgo es la probabilidad, conocida o no, de sufrir un daño o una pérdida material. Un riesgo es mayor si el peligro, la vulnerabilidad y la exposición son altas y nuestra preparación es baja (véase CENAPRED, 2020). Piénsese en, por ejemplo, un huracán y sus lluvias torrenciales. El riesgo es mayor si el meteoro es de una categoría destructiva, con vientos mayores a 200 Km / h, tenemos discapacidad física, nos encontramos en la trayectoria del huracán, y no poseemos los medios para resguardarnos. Si algunos de estos factores decrecen o desaparecen (por ejemplo, no hay peligro inminente o no estamos expuestos) el riesgo también disminuye, aunque es evidente que las personas en grupos vulnerables, por el solo hecho de serlo, tienen niveles de riesgo más elevados (Carnerero, 2019). Como los incendios de California de inicios de este año ilustraron tristemente, un número desproporcionadamente alto de víctimas tenía problemas de movilidad, discapacidad de otros tipos y barreras del lenguaje.

La Gobernanza del Riesgo propone retos muy sustanciales que, aunque extremadamente complejos, deben ser atendidos. Dentro de ellos destacan los procesos de cogeneración de conocimiento y la democratización de la gestión de desastres.

Para la gobernanza, el primer reto de la atención de los problemas es definir en qué consisten. Tener un entendimiento compartido del peligro, los niveles de vulnerabilidad y exposición, y establecer la preparación necesaria es un requerimiento para definir posibles soluciones. Desde esta perspectiva, la gobernanza es un proceso de coproducción de conocimiento nuevo que es, al mismo tiempo, una solución para el problema compartido. Establecer mecanismos efectivos de coordinación interdisciplinaria es indispensable para gestionar los riesgos y reducirlos.

El segundo gran reto es cómo democratizar la Gobernanza del Riesgo a través de la incorporación de expertos sin credenciales académicas o que no se encuentran en lugares de toma de decisión (Rigolot, 2020). Esta perspectiva no se reduce a considerar la importancia de la participación ciudadana, muchas veces definida como la aplicación, por parte de la población en general, de las políticas definidas por los expertos en Protección Civil. La democratización de la Gobernanza del Riesgo supone una incorporación sustancial en la que los expertos sin credenciales académicas o políticas ayudan a codefinir el riesgo, estableciendo los niveles que son aceptables para la totalidad de la población, así como las políticas para atenderlo y reducirlo. La democratización implica la colocación de las personas usualmente marginadas de la toma de decisiones en el centro, particularmente las que pertenecen a grupos vulnerables (Carnerero, 2019). Desde esta perspectiva, los mayores expertos en el manejo de los riesgos son las personas víctimas de desastres o de las malas decisiones de política pública. Sin embargo, estos son siempre procesos complejos, ya que las percepciones sociales pueden entrar en conflicto con el expertise técnico de los funcionarios de Protección Civil y los académicos.

Codefinir el peligro, la vulnerabilidad, la exposición y la preparación necesaria para establecer niveles aceptables del riesgo no excluye la posibilidad del error. El miedo no siempre es proporcional al riesgo; en la percepción social, riesgos considerables no se toman en cuenta para las decisiones de la vida diaria; y riesgos relativamente bajos producen niveles altos de angustia. Sin embargo, a pesar de las posibles complicaciones, acompañar socialmente a los expertos científicos y a los tomadores de decisiones en la definición, atención y reducción del riesgo es siempre preferible a dejar todo en las manos de los gobiernos o los mercados. Como dice Jessop (2012), fallar a través de mecanismos de democracia participativa siempre es más sustentable que hacerlo a través de las jerarquías burocráticas y las empresas con ánimo de lucro.

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