En Cuando las mujeres fueron pájaros (Ediciones Antílope, 2020), la escritora estadounidense y activista ambiental Terry Tempest Williams parte de un gesto desconcertante: su madre enferma le hereda sus diarios personales, pero le dice que no puede abrirlos hasta que muera. Decenas de cuadernos cuidadosamente guardados. Llegado el momento descubre que todas sus páginas están en blanco. Ese vacío se convierte en la motivación del libro, en el desciframiento de un enigma: ¿qué quiso decir su madre con ese silencio? ¿Era una imposición, una forma de resistencia, o un llamado a que su hija escribiera por las dos?
Desde esa experiencia, Williams reflexiona sobre lo que significa tener voz y ejercerla, especialmente como mujer. “Cuando una mujer intenta alzar la voz, lo primero que siente es el eco del silencio que la rodea”, escribe, y con ello abre un espacio para pensar la voz no solo como un don individual, sino como un legado colectivo.
El libro dialoga también con la naturaleza como refugio y maestra. Williams, oriunda de Utah y marcada por los paisajes del desierto y la montaña, entreteje la memoria familiar con la experiencia del territorio. El canto de los pájaros, el viento, la geografía árida se convierten en metáforas de libertad y de autoconocimiento mientras va descubriendo las razones de esos diarios en blanco.
Cuando las mujeres fueron pájaros invita a detenernos, a escuchar y a recuperar lo esencial: nuestro derecho a nombrar el mundo con nuestras propias palabras: “Cada voz es distinta y tiene algo que decir. Cada voz necesita ser escuchada”. El silencio de las páginas en blanco de su madre no es una renuncia, sino un desafío. Una voz que, al no escribirse, deja espacio para que otras voces surjan.
Terry Tempest Williams (Utah, 1955) es autora de más de una docena de libros en los que entrelaza memoria personal, activismo ecológico y espiritualidad. Su escritura se ha convertido en un referente, en la que cuerpo, naturaleza y comunidad aparecen estrechamente unidos.