El 95 por ciento de las unidades de transporte público de Torreón tienen más de una década de antigüedad. Imagen: Luis Enrique Terrazas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la contaminación del aire es responsable del 1.4 por ciento de las muertes a nivel global. Asimismo, se ha puesto en evidencia que la esperanza de vida incrementa al mejorar la calidad del aire que se respira.
El sector transporte es una fuente importante de este tipo de polución en zonas urbanas, por lo que es crucial adoptar tecnologías limpias y eficientes. Una de las medidas que han impulsado distintas naciones es la transición a los vehículos eléctricos (VE), pues no utilizan combustión fósil, es decir, sus emisiones locales son cero.
Otra acción importante es el desarrollo de sistemas de transporte inteligente (STI), que aplican tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) para gestionar el tránsito vial. Incluyen, por ejemplo, semáforos inteligentes, sistemas de videovigilancia y paneles de información para los pasajeros. Aunque no mitigan las emisiones por sí mismos, optimizan el flujo de tráfico, lo que se traduce en que los motores permanecen encendidos durante menos tiempo, especialmente en ralentí —con el vehículo detenido— y, por lo tanto, en menores emisiones por kilómetro recorrido.

STI EN AMÉRICA LATINA
Los STI varían, pero son costosos. Su implementación en una ciudad mediana puede requerir una inversión de cientos de miles a millones de dólares, dependiendo de la complejidad. Sin embargo, los costos operativos se reducen considerablemente una vez puesto en marcha —menor gasto en combustible y mantenimiento menos costoso—, lo que compensa la inversión a largo plazo.
Durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) en 2021, la Alianza Zebra —proyecto de infraestructura para transporte público— impulsó una coalición de autobuses que se comprometió a invertir más de mil millones de dólares en unidades de cero emisiones en América Latina.
En total, las inversiones en vehículos eléctricos en la región ya superan los 4.4 mil millones de dólares. Santiago, São Paulo y Bogotá están a la cabeza en este apartado, representando casi el 75 por ciento del total.
La misión ahora es asegurar que estos avances no se queden sólo en las grandes ciudades, sino que se extiendan a lo largo del continente. Para acelerar el cambio en los centros urbanos medianos y pequeños, la Alianza Zebra ha forjado alianzas con entidades gubernamentales, incluyendo la SEMARNAT de México.

REZAGO EN LA LAGUNA
Pero mientras el mundo avanza hacia la electromovilidad y los STI, el transporte público de la Comarca Lagunera se enfrenta a la obsolescencia, condición que impacta directamente en la calidad del aire y la economía de sus habitantes.
La mayoría de las unidades en operación superan el límite de vida útil. Se estima que alrededor del 95 por ciento de la flota de Torreón rebasa los diez años de antigüedad, siendo que la legislación estatal contempla un periodo de vida de 12 años (con posibilidad de prórroga por tres años). Esta falta de renovación se traduce en motores obsoletos y una mayor emisión de gases de efecto invernadero.
A pesar del mal estado de las unidades, la tarifa ha sido un tema de constante debate durante más de una década. La tarifa general se cobra en 13 pesos en efectivo y los concesionarios no dejan de proponer aumentos, los cuales el ayuntamiento ha condicionado a una modernización del servicio que aún no se concreta. Esto significa que los usuarios pagan un costo elevado por un servicio altamente deficiente y contaminante.
Además de la antigüedad, el parque vehicular operativo ha disminuido drásticamente, lo que complica la movilidad y aumenta el tiempo en que los contaminantes circulan en la ciudad.

METROBUS LAGUNA: PROMESA SUSTENTABLE PERDIDA
El proyecto Metrobús Laguna se concibió en 2014 e inició formalmente en 2016 como el compromiso 116 del expresidente Enrique Peña Nieto, presentándose como una solución para modernizar el transporte y, a la vez, atacar los problemas medio ambientales de la región. Sin embargo, la iniciativa ha pasado de ser una promesa de movilidad sustentable a un monumento al retraso y al deterioro.
La infraestructura construida para su funcionamiento ha sucumbido al paso del tiempo y al vandalismo. Además, su estancamiento ha estado marcado por fallas graves, como el colapso de una losa en la Terminal Nazas, una de las dos principales. Este incidente generó una investigación técnica y administrativa que dejó inconclusa a la terminal.
El diseño original del Metrobús contemplaba un beneficio ambiental significativo: prometía una disminución de 21 mil toneladas anuales de dióxido de carbono. Esta reducción se basa en la sustitución del diésel contaminante por el gas natural comprimido (GNC), un combustible limpio. En el proceso de licitación incluso se presentaron autobuses que cumplían con la norma EURO VI, la cual exige una ultra baja emisión de gases de escape y bajo nivel de ruido.
A finales de 2024, el proyecto cumplió ocho años de retraso desde el inicio de sus obras. El gobierno de Coahuila ha tenido que solicitar múltiples prórrogas a Banobras para justificar el incumplimiento de los plazos de conclusión.
El abandono no se debe únicamente a fallas técnicas, sino a una compleja mezcla de problemas políticos, financieros y de gestión. Para comenzar, el proyecto involucra a dos estados (Coahuila y Du-rango) y al gobierno federal a través de Banobras. La cancelación en el lado de Durango eliminó casi la mitad del recorrido planeado y complicó la continuidad del tramo en Coahuila.
Asimismo, los transportistas locales manifestaron su descontento desde el surgimiento de la propuesta, argumentando que nació “viciada” por la falta de consulta y un modelo de negocios poco rentable. Este desacuerdo entre autoridades y concesionarios ha sido un obstáculo constante para la concreción de la obra.

BRECHA DE ELECTROMOVILIDAD
Más allá del transporte público, la adopción de vehículos particulares limpios enfrenta un cuello de botella en la región: la falta de infraestructura.
A pesar del crecimiento global en ventas de vehículos eléctricos, La Laguna tiene poca infraestructura para su utilización. Aunque la cifra es variable, se reporta que Torreón cuenta con alrededor de diez estaciones de carga o electrolineras en funcionamiento, mientras que Gómez Palacio solo posee una. Esta escasez disuade a los consumidores de invertir en dicha tecnología.
Además existen retos en la generación y distribución de energía eléctrica, una necesidad crucial para la futura instalación de nuevas plantas industriales y, por supuesto, para sostener una flota masiva de VE.
El verdadero salto hacia una mejora sustancial en la calidad del aire de la Laguna reside en la inversión continua y estratégica en infraestructura de cero emisiones. Solo un sistema de transporte público completamente renovado y electrificado, acompañado de una red de carga accesible, podrá ayudar a mitigar los contaminantes más dañinos en el aire y asegurar un futuro más limpio y sano para la Comarca. La tecnología está disponible; el reto es la voluntad y la capacidad de inversión local.
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