Ha concluido la temporada 2025 de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB), la correspondiente al año en que el circuito ha cumplido cien años a partir de su fundación. Es el momento de hacer un balance.
Salvo craso error de apreciación, en el que desde luego se puede incurrir, en general se tiene la percepción de que en este último año y en los inmediatos anteriores, la Liga ha mejorado notoriamente la calidad de pelota que en ella se juega. Los aficionados de las diversas plazas, según la creencia generalizada, han presenciado un buen espectáculo.
Tal afirmación tiene sustento, según se considera, en el hecho de que cada uno de los veinte equipos que componen la LMB puede contar en su roster hasta con 20 jugadores no nacidos en México. De hecho, un buen número de éstos son exligamayoristas, algunos de los cuales fueron incluso peloteros estelares en la Gran Carpa. Para no ir más lejos, como el caso del dominicano Robinson Canó, quien por segunda temporada consecutiva formó parte de los Diablos Rojos del México, donde tuvo en ambas campañas un excelente desempeño. Elemento sin duda clave para que la llamada Pandilla Escarlata alcanzara el bicampeonato 2024-2025.
A lo anterior hay que agregar, lo cual no es cosa menor, que la difusión de los juegos de la LMB a través de numerosas plataformas y canales de televisión de paga, transmiten no sólo para México sino también para otros casi 30 países, lo cual ha sido algo nunca antes visto.
Y no sólo la audiencia televisiva se ha incrementado de manera notable sino también la asistencia a los estadios, en particular al menos en una media docena de plazas, entre éstas Torreón. Se calcula que en 2025 asistieron a los parques alrededor de 5 millones de aficionados.
Con esa visión alegre y optimista estaba, cuando leí la columna del buen amigo sonorense Eduardo Almada, publicada el pasado 6 de septiembre, uno de cuyos párrafos me ha puesto a reflexionar.
Eduardo Almada es un conocedor profundo del beisbol, escritor, cronista y conferencista de este deporte, del que posee conocimientos verdaderamente enciclopédicos. Es miembro de la BBWA (Asociación Norteamericana de Escritores de Beisbol) e integrante del comité elector del Salón de la Fama del Beisbol de Cooperstown. Su padre, Baldomero “Melo” Almada, fue el primer pelotero nacido en México que participó en Grandes Ligas (1933) y en 1941 militó, aunque por breve tiempo, con Unión Laguna. La casi totalidad de columnas que Eduardo escribe, como él mismo lo hace notar, se refieren a las Grandes Ligas.
Sin quitar ni poner cosa alguna, un párrafo de su columna del sábado 6 de septiembre dice así: “La postemporada 2025 de la LMB ha sido especial para un servidor, al poner más atención que en cualquiera otra. Ha sido indispensable hacerlo con la mentalidad de que se trata de un beisbol de clase doble A, y lo expresamos sin dolo o más bien para entender la calidad de juego más otros detalles. Gran interés estamos poniendo por el hecho de que se está jugando con la autorización de poder emplear a 20 extranjeros, que de entrada sugeriría identificar un beisbol de mayor nivel, sacrificando talento nacional. Se trata de gustos o sea un análisis personal sobre el circuito que es importantísimo para el desarrollo de valor oriundo como solía ser en el pasado, antes de ser calificado de independiente. Algo que no ha cambiado al generalizar sobre el proceso es que las ofensivas continúan siendo impresionantes, haciendo vermal al pitcheo y de paso al fildeo. La escasez de velocidad en el jugador nativo no ha mejorado a pesar de los adelantos en instrucción, alimentación y medicina moderna”.
Bastante materia para la reflexión y el análisis. En especial si se considera que en la temporada 2026 el número de extranjeros disminuirá a 18 por equipo.