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LA GRAN HAZAÑA DE OHTANI

JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA

Quienes tuvimos la enorme fortuna de ver en directo, así haya sido por televisión, no de manera presencial, el cuarto juego de la serie de campeonato 2025 de la Liga Nacional entre Cerveceros de Milwaukee y Dodgers de los Ángeles el pasado viernes 17, nos fue concedido el gran privilegio de ser testigos del más memorable juego de beisbol de la historia. Memorable por la soberbia actuación de uno solo de los participantes en ese encuentro: el tremendo bateador y pitcher Shohei Ohtani, de 31 años, nacido en Oshu, Japón.

Con esa victoria que Ohtani fabricó con su brazo y con su bate, hizo llegar a los Dodgers a su segunda Serie Mundial consecutiva, que inicia este viernes. Con su brazo porque lanzó seis innings a los Cerveceros, los que sólo le batearon 2 hits, no le anotaron carrera y ponchó a 10 de ellos, es decir, de los 18 outs que sacó, más de la mitad pues fueron por esta vía del chocolate.

Y con su bate porque de las 5 carreras que los Dodgers anotaron el viernes, nada menos que tres fueron por cuadrangulares conectados por el propio Ohtani, uno de éstos de poco más de 470 pies.

Se dirá que no sólo en postemporada sino incluso en Serie Mundial ya otros cuatro peloteros han bateado tres jonrones en un mismo juego, dos de ellos por cierto latinoamericanos, a saber: Babe Ruth por partida doble, en 1926 y 1928; el segundo hace casi medio siglo, en 1977, “Reggie” Jackson jugando para los Yanquis de Nueva York, lo que en buena parte le ganó el conocido mote de “Mister Octubre”; en 2011 el dominicano Albert Pujols, de los Cardenales de San Luis, y un año después, en 2012, el venezolano Pablo Sandoval, el famoso “Kung Fu Panda”, jugando para los Gigantes de San Francisco.

Sí, ellos cuatro y en Serie Mundial conectaron también tres cuadrangulares en el mismo juego, pero ninguno subió a la lomita de los lanzadores, ni el mismo Ruth en ese par de ocasiones. Porque no es fácil batear y a su vez actuar como pitcher. Si este doble papel fuera relativamente cómodo, no se habría inventado al bateador designado.

Por eso Ohtani es un caso aparte, fuera de serie. Decir de él que es extraordinario es poco.

Es más que un astro, más que un pelotero estelar. Es un verdadero “monstruo de la naturaleza”, para plagiar lo que Miguel de Cervantes dijo del gran Lope de Vega, su contemporáneo del Siglo de Oro, en reconocimiento a sus excelsas dotes de prolífico y gran poeta.

Así es Ohtani: buen lanzador, magnífico bateador, gran corredor y robador de bases, estupendo defensivo. Un monstruo de la naturaleza. Quizá ya desde ahora se le puede considerar el pelotero más completo en la historia del beisbol, como ya varios comentaristas lo han dicho. Y no sólo el más completo, sino el mejor.

El mismo día de ese memorable juego del pasado 17 de octubre, Fernando Ballesteros, conocido columnista y cronista del beisbol, emocionado escribió sobre Ohtani lo siguiente: “Lo de esta noche no es sólo la hazaña más grande del beisbol. Es, para mi –opina Ballesteros— la más rimbombante gesta deportiva de todos los tiempos. Porque mientras otros rompen récords, Ohtani rompe la lógica”.

Finalmente un par de observaciones: en las efemérides del beisbol se solía anotar para la fecha 17 de octubre como la ocasión aquella en que la Serie Mundial llamada de la Bahía, entre Oakland y San Francisco, se suspendió por el sismo de 1989.

Ahora será un referente muy menor. Y el día 17, el de la hazaña, coincide con el número 17 que Ohtani porta en su uniforme. Algo más que una simple coincidencia.

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