ÁTICO
Los agravios a los indígenas no pertenecen sólo al pasado; el despojo de tierras, como ilustra Milpa Alta, es cosa del presente.
El 31 de octubre José Manuel Albares, ministro español de Asuntos Exteriores, reconoció "la injusticia" y "el dolor" sufridos por los indígenas durante la Conquista. Claudia Sheinbaum celebró la declaración como un "primer paso" para el mejor entendimiento entre México y España. Ciertas cosas se resuelven varios siglos después.
Pero los agravios a los indígenas no sólo pertenecen al pasado colonial. De acuerdo con Antonio García Cubas, en 1820 el 60 por ciento de la población hablaba lenguas originarias. Hoy, sólo el 6.6 por ciento las habla. La destrucción de ese patrimonio es obra del México independiente.
Lo mismo sucede con el despojo de tierras, que afecta a la actual Ciudad de México. En la alcaldía de Milpa Alta se libra una lucha entre campesinos y especuladores inmobiliarios que violan acuerdos ejidales con la complicidad de las autoridades. Las reservas de agua y árboles se destruyen para construir viviendas de monobloc sin servicios apropiados.
Desde hace décadas, el abogado Carlos González García, miembro del Congreso Nacional Indígena, ha defendido los intereses comunales. He comprobado su pericia legal en foros tan diversos como una mesa de derechos indígenas en El Colegio Nacional o la campaña de María de Jesús Patricio Martínez, "Marichuy", como precandidata independiente rumbo a las elecciones presidenciales de 2018.
Con probada honestidad, González García ha contribuido a la recuperación de tierras litigadas durante décadas. Esos logros benefician al país entero: el equilibrio ecológico depende de preservar la naturaleza, amenazada por la tala y los plantíos del crimen organizado y por quienes buscan la inmoderada explotación inmobiliaria, minera, industrial y hotelera.
La tarea de González García afecta intereses y no está libre de ataques. Veamos lo que pasó un día antes de la declaración del ministro de Asuntos Exteriores de España. El 30 de octubre, en la reunión del Instituto de Planeación Democrática y Prospectiva de la Ciudad de México, Judith Vanegas Tapia, diputada de Morena, describió al abogado como "enemigo histórico" de la urbanización en Milpa Alta y lo acusó sin pruebas de "levantar a los pueblos originarios en contra de la doctora Claudia Sheinbaum". La calumnia, con tintes de amenaza, fue grabada en video y circuló en redes.
¿Qué había detrás de eso? Luis Hernández Navarro recordó en La Jornada que en 2020 la alcaldía de Milpa Alta pretendió excavar un pozo en San Jerónimo Miacatlán para llevar agua a otras partes de la ciudad. Resultado: el pueblo se opuso. En 2021 se quiso instalar una universidad en un terreno del Barrio Santa Cruz que la comunidad había destinado a un centro de salud. Resultado: el pueblo se opuso.
Judith Vanegas Tapia fue alcaldesa de Milpa Alta. Durante su gestión, pretendió construir un mercado en las tierras ejidales de Tecómitl. Aunque los pobladores interpusieron una demanda, siguió adelante con las obras. Después de un tortuoso litigio, el decimoctavo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa falló en contra de la alcaldesa y su equipo. Hernández Navarro remata así su recuento: "Les impusieron multas y quedó abierta la vía penal y administrativa para ser removidos del cargo".
Ahora, ya como diputada, Vanegas Tapia insiste en que Milpa Alta se urbanice a toda costa con la instalación del Cablebús. A pesar de que numerosos pobladores se oponen, la obra se pretende iniciar el 21 de noviembre. Más allá de las ventajas o desventajas de contar con ese transporte, el trato democrático exige respetar la voluntad popular.
El ataque de Vanegas Tapia a un defensor de la legalidad transparenta los intereses de una política desarrollista. Ante las protestas de organizaciones civiles (entre ellas, el Consejo Comunal Indígena Nahua de Milpa Alta y los Comuneros de San Pedro Atocpan), la diputada pretendió salir del paso diciendo que sus palabras no representaban lo que todos entendieron. Los errores se pueden enmendar, pero primero se deben reconocer. Mientras no pida una disculpa pública, Vanegas Tapia carecerá de credibilidad.
Claudia Sheinbaum logró que España asumiera una postura crítica hacia el ultraje sufrido por los indígenas del pasado. Lo decisivo, sin embargo, es qué postura asume su gobierno hacia los indígenas del presente.
Corregir la Historia es menos importante que pasar a la Historia.