Ante la persecución sistemática, una caravana de 533 chinos alcanzó a huir del estado acompañando a la expedición punitiva en febrero de 1917.
Al día siguiente, durante un discurso en la Plaza Hidalgo, Villa instruyó a sus jefes a matar a todos los chinos y estadounidenses que encontraran, recomendando no usar municiones y asesinarlos a golpes.
Testigos que lograron huir hacia la frontera afirmaron que los villistas utilizaron culatas de fusil y cachas de pistola para matar a decenas de chinos, cuyos cuerpos quedaron mutilados en las calles o dentro de viviendas incendiadas.
Un oficial carrancista afirmó que unas 50 víctimas chinas fueron asesinadas, además de tres sirios y tres mujeres mexicanas.
Otro testigo aseguró que, solo en una noche, los villistas robaron y mataron a 27 chinos en el barrio chino. Un jardinero sobreviviente relató que un pelotón derribó la puerta de una casa donde se refugiaban 35 personas y las mató a golpes “como si fueran perros”.
Un estadounidense que logró escapar narró que una enfermera de la Cruz Roja le advirtió que los villistas ya estaban matando a los chinos. Aunque la mayoría de los estadounidenses pudo ocultarse, todos los chinos que fueron encontrados en la capital aquella noche fueron brutalmente masacrados.
Con base en las declaraciones juradas de numerosos refugiados mexicanos y extranjeros, recogidas por la oficina de Migración en El Paso y Laredo, el general George Bell, comandante en Fort Bliss, confirmó la noticia de una masacre de chinos en Chihuahua. Aunque la cifra exacta se desconoce, informes de la prensa y del Departamento de Estado estimaron entre 50 y 80 víctimas.
Pese a la magnitud del hecho, el comandante carrancista Jacinto B. Treviño intentó minimizarlo, asegurando que “solo unos cuantos chinos” habían muerto durante la ocupación villista. En la misma línea, el cónsul alemán en Ciudad Juárez, Max Weber, afirmó que ningún extranjero había sido asesinado, “excepto algunos chinos”.
Frente a la violencia desatada, un grupo de refugiados chinos envió una nota a su representante en Washington para denunciar la situación y solicitar protección diplomática. Dos meses más tarde, el gobernador de Chihuahua autorizó a los pocos sobrevivientes de la comunidad a exhumar los restos de sus compatriotas asesinados para darles una sepultura digna. Según datos del Consulado chino en El Paso, solo en la ciudad de Chihuahua, radicaban 1,080 inmigrantes chinos. Cerca de 150 chinos habían sido asesinados en las ciudades de Camargo, Jiménez y Parral entre 1915 y 1916.
Ante la persecución sistemática, una caravana de 533 chinos alcanzó a huir del estado acompañando a la expedición punitiva en febrero de 1917. Detenidos en Columbus, Nuevo México, los migrantes protestaron al enterarse de que podían ser deportados a Ciudad Juárez, temiendo ser ejecutados si Villa atacaba la frontera. Tras gestiones diplomáticas, se les permitió permanecer en Estados Unidos.
PERSECUCIÓN Y CRÍMENES CONTRA CHINOS EN SONORA A fines de noviembre de 1915, habiendo fracasado estrepitosamente su campaña en el estado de Sonora, Francisco Villa se encaminó de regreso a Chihuahua a la cabeza de su diezmado ejército.
Villa avanzó por los minerales de La Colorada y Minas Prietas, y por los pueblos de Mazatán, Nácori Grande y Mátape. Desde este último punto envió su artillería por un antiguo camino carretero rumbo a San Pedro, escoltada por las tropas de Margarito Orozco y Macario Bracamontes, mientras él continuó por el camino de herradura con el grueso de su columna, reducida ya a poco menos de tres mil hombres. El 30 de noviembre llegó a Suaqui, después de haber dejado parte de sus fuerzas en Batuc y Tepupa.
Durante su paso por Minas Prietas saqueó 20 tiendas propiedad de chinos y ordenó la ejecución de 16 de ellos. En Colonia Morelos, Bavispe y Bacerac, varias mujeres fueron secuestradas y violentadas por hombres del comandante villista José E. Rodríguez, quien además se apoderó de cuanto pudo llevar consigo.
En San Pedro de la Cueva, el 2 de diciembre de 1915, Villa ordenó el asesinato en masa de 85 hombres, entre ellos seis ciudadanos chinos, quienes fueron fusilados a un costado del templo parroquial.
LA MATANZA DE CHINOS EN TORREÓN La violencia contra los extranjeros se extendió hasta Torreón, Coahuila. Allí, el 23 de diciembre de 1916, Villa y sus hombres asesinaron a residentes chinos y sirios, y destruyeron sus comercios, mientras los huertos de las víctimas fueron usados para alimentar a soldados y caballos.
Los villistas justificaron la matanza alegando falsos rumores de que chinos habían envenenado un arroyo cerca de Jiménez, acusación que testigos calificaron como un simple chisme.
El cónsul alemán intercedió sin éxito por las víctimas, y algunos testigos fueron amenazados de muerte por mencionar el tema. Villa entró a la ciudad acompañado de José Inés Salazar y Gabriel Valdivieso, atravesando la calle Ramos Arizpe y pasando con su caballo sobre cadáveres que yacían frente al Hotel Francia.
La Comisión de Investigación de la Cámara de Comercio China logró identificar a algunas de las víctimas: los hortelanos Chew Chen Cue, 42 años; León Jin, 48 años; León Win In, 50 años; Wong Wah Sung y Kea Yee Fung, de 25 años; Eng Yi Chu, 26 años; Fung Pak Guen, 45 años. Los comerciantes Wong Song Pow, 50 años; Leo Cheng León, 62 años; Tea Nuey, 36 años; Woo Foog Yin, 20 años; Woo Cue Suey, 65 años; Woo Sing Woh, 45 años; Woo Lung Woh, 50 años; Cheang Chun Yick, 48 años; Lim Fan Tai, 35 años; Woo Chong Yee, 27 años; Soohoo Yi Bong, 42 años (asesinado cerca de la estación Jameson, Gómez Palacio, Durango); Pan Pak Che, 30 años; Mah Chan, 28 años; Tea Chew, 35 años; Che Cun Kwong, 42 años; Chi Lee, 33 años; Chean Sing, 25 años; Wong Chu Fong, 38 años; y el estudiante de 11 años, Leo Lid Tow.
En un restaurante chino del centro fueron hallados también los cuerpos de dos comerciantes árabes y un chino no identificado, enterrados posteriormente por vecinos que encontraron los cadáveres en el patio. Francisco Villa encabezó una campaña abiertamente xenófoba contra la comunidad china en el norte de México.
Durante décadas, el país prefirió la leyenda al registro documental, y la épica al recuento de las víctimas. Pero los testimonios son inequívocos: allí donde avanzaron sus tropas, las comunidades chinas fueron perseguidas, despojadas y, en muchos casos, exterminadas.
En 2021, el Estado mexicano ofreció una disculpa pública a la comunidad china por la masacre de Torreón de 1911, en la que murieron 303 ciudadanos chinos. Sin embargo, esa reparación simbólica dejó fuera a los más de 324 chinos asesinados por los villistas en Sonora, Chihuahua y Coahuila entre 1913 y 1916.
Dos años más tarde, el presidente López Obrador decidió homenajear al caudillo al declarar 2023 como el “Año de Francisco Villa”, negando de facto crímenes de lesa humanidad perpetrados por el líder revolucionario.
