
Laguneros conmemoran los 100 años del natalicio de Rosario Castellanos
Jaime Sabines le dedicó un poema donde lamenta su muerte. Lo tituló “Recado a Rosario Castellanos”. Es un bello testimonio de amistad. “¡Cómo te quiero, Chayo, cómo duele / pensar que traen tu cuerpo! —así se dice…”. En los versos se puede leer el luto del poeta, una despedida con forma de saludo. La versión oficial dicta que Castellanos se electrocutó el 7 de agosto de 1974 en Tel Aviv. Entonces era embajadora de México en Israel. Se dice que una lámpara y su mano húmeda tras ducharse trazaron fatales circunstancias cuando la escritora intentó contestar el irrisorio teléfono.
Hoy se cumplen cien años de su natalicio. Amplio es su legado en un abanico de libros y letras. Bien escribe Sabines que los periódicos le dedicarían suplementos, poemas, glosas. Este breve texto es prueba de ello. El Siglo ha abordado a dos de sus colaboradores para conocer sus experiencias y lecturas sobre Rosario Castellanos. El primero es el escritor Saúl Rosales, quien tuvo un encuentro con la poeta en Ciudad de México. La segunda es la periodista cultural Adriana Vargas, férrea lectora dispuesta a recomendar textos de la pionera de la literatura feminista mexicana, nacida en una casa de la Ciudad de México, a las 08:30 de la mañana del 25 de mayo de 1925.
ENCUENTRO EN LA UNAM
Saúl Rosales trabajaba como reportero en el periódico El Día, en Ciudad de México. Era 1965 y tenía bajo su cargo las fuentes de cultura y educación superior. Por tal motivo, visitaba constantemente las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Rosario Castellanos era entonces la jefa de prensa de la máxima casa de estudios.
“Era costumbre, muy generalizada, no sé si todavía existe en el periodismo actual el recoger boletines de prensa. Claro que los boletines los mandaban al periódico, pero uno se daba la vuelta a las oficinas (de las instituciones) por algo más. De esa manera conocí a Rosario”.
Rosales relata que cruzó palabras con ella en varias ocasiones. Se sentaba junto a ella y conversaban sobre alguna inquietud o tema específico. Todavía la admira en sumo grado y en su centenario recomienda lecturas como la novela Balún Canán, el poema Lamentación de Dido, el ensayo El mar y sus pescaditos y el libro Mujer que sabe latín.
“Ella daba clases en la Facultad de Filosofía y Letras (su esposo todavía era el filósofo Ricardo Guerra). Y me atrevía a decirle que si yo podría asistir como oyente a la facultad, porque me interesaba la literatura y no tenía los méritos para entrar como alumno. Me dijo: ‘Sí, sí, claro. Tenemos escasez de alumnos’. Gracias a eso me hice alumnos de muchos alumnos de la facultad con los que aprendí mucha literatura”.
LEGADO VIGENTE
Hace dos años, este diario entrevistó a la poeta Sara Uribe y la artista visual Verónica Gerber Bicecci, a propósito de su libro Materia que arde (Lumen, 2023), donde ambas hacen una investigación a partir de cartas escritas por Rosario Castellanos. En ese encuentro virtual, Uribe compartió un pequeño lazo con La Laguna: la autora de Balún Canan convivió con Enriqueta Ochoa en un viaje a España; eran jóvenes y el encuentro fue breve. Castellanos tenía conocimiento de la quema de Las urgencias de un Dios, el controvertido primer libro de Ochoa, y vislumbró el potencial poético que ya afloraba en La Lagunera. No se sabe más. A Uribe le quedaron ganas de constatar si las dos siguieron viéndose en Ciudad de México o si hubo un encuentro posterior.
Por su parte, la periodista Adriana Vargas asegura que Rosario Castellanos, al ser contemporánea de Enriqueta Ochoa, pudo dejar una especie de legado en La Laguna. Menciona que las dos fueron pioneras al hablar de temas tabúes. Ochoa con su poemario Las urgencias de un Dios, y Castellanos al cuestionar el rol tradicional de la mujer en cuentos como Lección de cocina, incluido en el libro Álbum de familia.
“Hay un cuento que me gusta muchísimo. Llegué a él por recomendación de Tere Muñoz, que en paz descanse. Es el cuento Lección de cocina. Es maravilloso. Recomiendo la lectura de este relato a todas las mujeres. Me pareció un texto que me hizo reivindicar mis derechos como mujer y además me sentí muy identificada. Incluso me ha inspirado para escribir sobre ese tema del rol tradicional que a las mujeres nos han querido imponer y del cual no hemos podido escapar”.
Para Vargas, la obra de Castellanos dialoga con la contemporaneidad desde los temas que plantea. En un mundo de lucha por la igualdad y el empoderamiento feminista, se ha convertido en una autora imprescindible, mucho más trascendental, incluso de lo que la propia escritora esperaba. Otro libro recomendado es Oficio de tinieblas.
“Imagínate en los cincuenta, en los setenta, cuando apenas empezaba a sonar el feminismo como un movimiento fuerte en nuestro país, que venía del pensamiento internacional de autores como Simone de Beauvoir. Pero yo creo que fue algo histórico para la época en la que Rosario Castellanos vivió. Y yo creo que es demasiado actual. Parece increíble que los pensamientos que plasmó sigan teniendo tanta vigencia”.