
Las cartas
“Te busco en mis recuerdos y a veces no te encuentro, me decepciona la fragilidad de la memoria. Lo que sí tengo presente fue esa sensación de plenitud al saber que ya existías en mí, no sin sobresaltos, no sin la angustia de una mujer que se había sometido al saber de la ciencia para poder concebirte. Por estos días es forzoso que piense en ti más de lo común, si esto es posible”.
Estas primeras líneas son parte de una carta que le he escrito a mi hijo en los días previos a su matrimonio. Es una carta extensa llena de amor, de evocación, de nostalgia, de recomendaciones no pedidas y de una alegría extraña que se entremezcla con la realidad irrefutable de su partida.
No te lo he dicho, pero tú y los que vienen acá a leer lo que les comparto han sido mi motivación para intentar poner orden a mis ideas y desahogar las emociones para que no se atoren. A través de esta columna le he escrito a Dios, a mis amigas, al mundo; así han llegado el alivio y la posibilidad de repensar las experiencias de vida que me han tocado.
Es una pena que ya no escribamos cartas; lo de hoy son los mensajes de redes sociales. No sé si porque son cortos o porque ya no se está dispuesto a revelarse a través de las palabras o porque ya no hay interés de hurgar en las emociones. Pertenezco a la generación que aprendió a escribir cartas en las aulas del colegio, a la que hizo cientos de planas de caligrafía para tener buena letra, a la que sabía que lo que se escribiera permanecería. Por eso había que ser muy cuidadoso con lo que se decía.
Además de las cartas en papel perfumado, teníamos la posibilidad de enviar una postal con un mensaje corto que quedaba abierto, por lo que los empleados de correos o cualquiera que la recibiera podía enterarse de lo que habías escrito. Recuerdo con una sonrisa en los labios cómo un grupo ideó encriptar la información utilizando números y signos en lugar de letras, de manera que podías decir un “te amo” de manera súper discreta.
Escribir una carta demanda precisión, encontrar justo la palabra adecuada para describir eso que pasa por tu mente y tu corazón. Esta es una tarea complicada si tomamos en cuenta que la RAE incluye alrededor de 93 mil lemas. Un lema es la forma base de una palabra, por ejemplo, el verbo amar incluye amor, amaré, amado, amando, etcétera. No les sorprenda que pudiéramos tener hasta un millón de posibilidades al momento de elegir la palabra deseada.
Una carta demanda cuidado y atención, y a cambio nos da la oportunidad de reflexionar si estamos siendo fieles a lo que queremos expresar. En la computadora podemos hacer y deshacer, borrar, editar, evitar cacofonías, checar significados, saber si nuestra ortografía es la correcta e incluso utilizar la inteligencia artificial para darnos una ayudadita en la redacción. Más fácil, imposible, pero con todo y ello no lo hacemos. Se lee poco y se escribe aún menos.
Que alguien se tome el tiempo de escribirte habla de la importancia que tienes en su vida. No siempre recibirás declaraciones de amor; habrá ocasiones en que el reclamo o una franca descalificación sean el leitmotiv del contenido. Sea cual sea el caso, lo cierto es que lo escrito se queda, a menos que quemes, rompas o te deshagas de la misiva, que en sí implica un esfuerzo distinto a sólomandar al bote de la basura digital lo que recibiste.
En las cartas hay una conexión emocional vinculante, un testimonio de lo vivido. Se convierten en recuerdos tangibles que en la relectura te pueden ubicar en quién y cómo eras. Justo por eso le escribí a mi hijo. Me hace gracia pensar, y confío en que así sea, en que el día de mañana sus hijos o sus nietos puedan saber algo de mí, más allá de una fotografía o una sonrisa suscitada en unmomento. Es mi deseo construir puentes, dejar huella de los procesos de vida. Así tal vez puedan recordarme y ser bondadosos en la apreciación que tengan de alguien que los quiso aún sin conocerlos.
La carta a mi hijo termina así: “Y aquí estoy para ti, para ustedes, con mis debilidades y errores, pero sobre todo con el amor incondicional que morirá conmigo y tal vez, cuando ya no esté la energía de ese amor, los acompañe. El privilegio de ser tu madre vivirá por siempre en mí”.
X: @mpamanes