Hay un frágil cese al fuego en Gaza. Pero aun si éste no logra sostenerse, todo indica que estamos entrando en una nueva fase del conflicto en Medio Oriente, caracterizada por varios reacomodos geopolíticos.
1. Israel: fuerte militarmente, pero debilitado políticamente. En términos estrictamente militares, Israel emerge fortalecido. Su ofensiva en Gaza neutraliza la capacidad operativa de Hamás para atacarle. A la par, Israel reduce drásticamente las capacidades militares de Hezbollah y de otros aliados de Irán, contribuye a la caída de Assad en Siria, e inflige daños considerables a los proyectos nuclear y de misiles iraníes. En teoría, su capacidad disuasiva se restaura y crece. Sin embargo, su posición política atraviesa uno de los momentos más deteriorados de su historia, reflejándose en un aislamiento internacional sin precedentes, enfrentando procesos en cortes internacionales, condenas y acusaciones, el desplome de su imagen, exclusión en foros artísticos y deportivos, golpes económicos como la degradación crediticia, y el crecimiento del reconocimiento global al Estado Palestino.
2. Hamás: debilitada militarmente, pero sus metas políticamente reposicionadas. El panorama para Hamás es complejo. Su deterioro material es innegable, su capacidad de ejercer resistencia armada ha sido devastada y su control sobre Gaza está hoy en entredicho. Internamente, el desgaste de la guerra y la magnitud de la crisis humanitaria provocaron una fuerte caída en su respaldo. Aun así, Hamás logró resistir al ejército israelí durante más tiempo que otros actores, lo que le ha permitido negociar, al menos parcialmente, su supervivencia política. En el plano internacional, su mayor logro ha sido reposicionar el tema palestino en la agenda global e insertar su causa dentro de la narrativa de la resistencia anticolonial, lo que le ha otorgado legitimidad no solo en el mundo árabe y en el Sur Global, sino también en ciertos sectores de Occidente.
3. Irán y su eje: fuertemente debilitados, pero no completamente derrotados. El eje proiraní emerge del conflicto con daños profundos. Hezbollah perdió buena parte de su liderazgo, arsenal y capacidad operativa. En Siria, Assad vio colapsar su gobierno mientras que las milicias proiraníes en la zona tienen que replantear su lucha. Paralelamente, Irán quedó arrastrado a enfrentamientos directos con Israel y EU, lo que derivó en pérdidas significativas para sus programas nuclear, misilístico y de defensa. Aun así, el eje no está "muerto" y pronto veremos esfuerzos de adaptación por parte de Teherán y sus aliadas.
4. La dimensión regional y el lugar de Qatar. Además de Israel, otros actores regionales se benefician del debilitamiento de Irán y su eje. Arabia Saudita, EAU, Egipto y Turquía emergen con buenas prospectivas en sus relaciones con Washington. Pero Qatar merece una mención aparte. No solo por el poder que ya tenía, sino por los puntos que gana ante la administración Trump al convertirse en la pieza indispensable de los planes de ese presidente para toda la región.
5. La dimensión global: Rusia, China y EUA. Tras dos años de guerra, algunas cosas resultan claras: (a) EUA sigue desempeñando un papel crucial en esta región; (b) ese papel no puede ser simplemente abandonado y está en los intereses estratégicos de Washington mantenerlo; (c) China aún carece del peso necesario para influir de manera eficaz sobre este tipo de conflictos regionales; (d) Rusia emerge dañada de los desarrollos actuales al perder a su mayor aliado regional.
En suma, los eventos siguen en desarrollo, pero algunos patrones comienzan a delinearse. El punto central está en comprender cómo todo se encuentra conectado.
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