Empezó a escribir a los nueve años. Las letras le descubrieron otra percepción, acaso más real. Su vocación la encontró en la escritura y al tiempo asumió su lugar en la poesía como la otra voz: "No vienen de mí, vienen de muy lejos".
Desde niña anotó en hojas sueltas y libretas. Libremente se alimentó de la biblioteca de su padre, Macedonio Ochoa. Joyero, liberal y masón de la Logia Zaragoza en Torreón. Bajo ese manto, la niña inquirió en los más variados temas. De joven, Enriqueta Ochoa Benavides abrazó las preguntas esenciales e inquirió en el pensamiento místico. Al ver el interés de su hija, el padre le procuró un tutor en la persona del escritor y poeta Rafael del Río, a fin de completar sus estudios en una ciudad escasa de pensamiento.
La joven Enriqueta participó como vocal en 1949 en la Sociedad de Estudiantes de la gloriosa Preparatoria Venustiano Carranza, mientras cocinaba su primer libro de poesía. Del Río le abrió paso en el Ateneo Lagunero con motivo de la presentación del libro "Las urgencias de un Dios". Se refirió a ella como "una mujer joven, talentosa e inspirada". Tenía 22 años. La publicación de su poemario recién cumplió el 75 aniversario. Salió a la luz en octubre de 1950, en una edición sobria y bien cuidada, con la tipografía de portada en color verde e impreso por el connotado editor Miguel N. Lira, en la serie "Papel de Poesía".
Con su primer libro, Enriqueta se presentó como una promesa poética que al tiempo entregó obras notables como Las vírgenes terrestres (1969) y El Retorno de Electra (1978).
Las urgencias de un Dios se inscribe en la tradición de poetas místicos como Santa Teresa y San Juan de la Cruz. Desde su lance divino, Enriqueta esbozó su voz poética. De puño y letra describió su oficio: "Para mi la poesía es el hallazgo de lo insólito en lo cotidiano".
Sin proponérselo su primer libro generó polémica entre los grupos conservadores de la ciudad. Algunos curas lo repudiaron públicamente, lo que ocasionó que se agotaran en poco tiempo los mil ejemplares.
Retomo las palabras de Enriqueta:
"No reparo en lo dicho. Dios es mi inseparable, mi más íntimo compañero de juegos y de lágrimas: el más constante y tierno, más rebelde y sumiso".
Por fortuna para los lectores, el Fondo de Cultura Económica publicó en 2008 un tomo con la Poesía reunida.
En el 75 aniversario de la publicación de su primer libro, qué dicha leer a Enriqueta.