León Plascencia Ñol ofrece un ‘Menú’ de viajes gastronómicos en su nuevo libro
Ha escrito un libro para viajar y comer. Una recopilación de fragmentos de crónicas, notas de diario, textos, poemas, constituye este volumen presentado hace un par de semanas en Guadalajara. León Plascencia Ñol (Jalisco, 1968) es autor de Menú (viajar y comer), libro editado por Ruth Castro del sello lagunero El Astillero Libros y que también cuenta con las ilustraciones del artista José López.
“Los viajes son necesarios e imprescindibles, porque de alguna manera nos convierten en otros. Y también nos podemos ver reflejados en los otros. Finalmente, cada viaje es como una experiencia única. A mí me gusta la idea de viajar, porque siempre me parece que encuentro cosas de mí que no conocía”.
La obra de Plascencia Ñol es un periplo donde también protagoniza la gastronomía. “Quería escribir un libro misceláneo con dos de mis placeres, que son viajar y comer, preparar comida; me gusta mucho cocinar”. La comida define, construye al ser humano, escribe el autor.
“A través de la comida te permites crear empatía con el otro, porque tú sabes que las comidas son distintas en distintos países, y de alguna manera, acercarnos al otro a través de la comida, es acercarnos de manera empática con los demás”.
Uno nunca viaja al mismo sitio dos veces, es otra de las ideas que habitan el libro de León Plascencia Ñol. Las circunstancias cambian. Incluso, para el autor, salir de la casa a la tienda de la esquina puede implicar un traslado, un trayecto, que permitirá conocer nuevas cosas en el entorno.
“Un árbol que no habías visto, una fachada que cambió de color, etcétera. Pero hay viajes que son completamente transformadores de tu visión de vida, de tu visión del mundo, de la escritura. A mí me pasó eso con mi primer viaje que hice a Corea. Ese viaje me transformó por completo, transformó mi mirada. Otro viaje radical fue a Lisboa; cuando regresé por segunda vez, me encontré con otra ciudad, pero me encontré con un amor completamente renovado”.
A León Plascencia Ñol cada viaje le permite mirarse en el rostro del otro. Ejemplo de ello fue su estancia en Seul: el escritor bajó en un parque y vio a un hombre que hacía algunos movimientos raros, pero en realidad se preparaba para hacer caligrafía, y el mexicano le pidió consejo.
“Verlo me mostró ese otro yo, porque finalmente terminé haciendo cosas muy parecidas con caligrafía y papel de arroz”.
No hay receta para un viaje. Cada travesía cuenta con sus propios tintes e inconvenientes. En ocasiones resulta en vano prepararse con antelación, llevar equipaje de más; la vida marca otras situaciones y hay que aceptarlas.
“El rumbo que toma el viaje a veces es mucho más interesante y sorprendente; hay que gozarlo. No creo mucho en los viajes que se preparan exhaustivamente, porque siempre van cambiando las cosas. Te cuento rápido otra anécdota: hace tres años, mi mujer y yo estábamos viviendo en Suecia y decidimos ir a festejar mi cumpleaños a Lisboa. No fuimos a Lisboa y yo quería comer en un restaurante en específico que se llama Ponto Final. Estaba una cola gigante. Yo todo el tiempo iba a preguntar si nos iba a tocar mesa —nos estuvimos como dos horas—. En algún momento ya estaba enfadado el mesero y cuando nos tocó por fin, nos dijo ‘ya, ya está tu mesa’ y afortunadamente nos dio la mejor mesa, sin esperarlo”.
Dentro de su oferta literaria, Plascencia Ñol da cupo a la poesía; versos de su autoría se instalan como paréntesis entre las crónicas. Se trata de poemas pertenecientes a una experiencia del autor en Kioto, Japón, y los cuales escribió años después de su visita.
“Se viaja en todos lados: en el presente, a través de la memoria y a través del recuerdo. Y siempre hay un viaje posible que no has hecho y que quieres hacer, lo imaginas e incluso lo sueñas”.
Menú (viajar y comer), de León Plascencia Ñol, se encuentra disponible en Torreón en la librería El Astillero.
