El mundo se mueve. Por todos lados hay cambios, quiebres, conmociones. El deber ser quiere movimientos tersos, pero en las sociedades domina el ser con todo y sus contradicciones. No lo olvidemos, porque hay manifestaciones que van de la violencia verbal a la violencia física. El paso es corto y los discursos actuales gustan del incendios. La tolerancia es una virtud pública que a pocos interesa. Lo de hoy son las expresiones extremas contra los migrantes, la diversidad, el Islam y hasta la globalización. Durante décadas se alabó la apertura global y el triunfo del libre mercado, pero ahora está en sus contrarios: el nacionalismo, la limitación de los mercados y los mentados aranceles. Veamos las señales recientes. El sábado 13, más de 100 mil personas protestaron en las calles de Londres contra la inmigración. Con banderas de Gran Bretaña e Inglaterra gritaban: "Unir al reino". En la sociedad liberal por excelencia, todavía resuenan los ecos del Brexit en 2016. Políticos incompetentes y bufones dominan la escena inglesa. Quién lo diría, en el pasado fueron el referente y hoy son el hazmerreír. ¿Se acuerdan de la lechuga, una tal Liz Truss?
La manifestación antiinmigrante la convocó el líder de ultraderecha Tommy Robinson. La protesta se resumió en la siguiente frase: "Queremos recuperar nuestro país, queremos recuperar nuestra libertad de expresión". En estos mismos días, el genial artista urbano, Banksy, pintó en la pared de un edificio del Poder Judicial, a un juez con toga y mazo reprimiendo brutalmente una protesta en alusión a las denuncias públicas del exterminio en Gaza. Por supuesto las autoridades cubrieron y borraron inmediatamente el graffiti.
No es casualidad que el discurso de la ultraderecha es una réplica de los ultras al frente del gobierno en Estados Unidos, Italia o de los aspirantes al gobierno en Francia y Alemania. Llaman a los valores nacionales en contraste a la pluralidad global, repudian la migración y se muestran abiertamente islamofóbicos. ¿Qué sigue? Con facilidad se olvidan los estragos de dos guerras mundiales en el siglo XX. Israel es "ejemplo" mundial al negar su propia historia en Gaza. Por todos lados se multiplican las denuncias, desde actores de cine hasta la interrupción de la Vuelta ciclista a España, donde participó el equipo Israelí-Premier Tech.
Y hasta Pedro Sánchez, presidente del gobierno español y Emmanuel Macron, presidente de Francia han expresado su rechazo al gobierno de Israel, lo cual ya es mucho decir para esos dos políticos. En la otrora gran república francesa, paradigma político mundial, el mandatario francés sobrevive a punta de cortar periódicamente la cabeza del primer ministro. ¡Ya van seis! La política Macron es sencilla: Que me salve yo, a que salven otros.
En nombre de la libertad se dice cualquier cantidad de cosas, pero también se cometen innumerables crímenes. Ya lo escribió Borges: La historia universal de la infamia.
Ante el escándalo de corrupción por compras de medicinas en la Agencia Nacional de Discapacidad, el "libertario" y presidente de Argentina, Javier Milei, decidió tapar el sol con un dedo. El gobierno argentino presionó y litigó en los tribunales a los medios que difundieron los audios grabados en la Casa Rosada, mismos que exhiben a Karina Milei, la polémica hermana del presidente. Como es previsible en la ideología "libertaria", se enuncia la libertad hasta que esta alcanza a los gobernantes, entonces, ahí la libertad encuentra sus límites. Porque se puede criticar con "libertad" todo, pero no al gobierno en turno, así se tenga la razón. Por lo mismo, el "libertario" judicializó la difusión de los audios que muestran una red de corrupción al interior del gobierno. Para atajar el escándalo, persiguió al medio que publicó la información y también a los periodistas, incluso, con órdenes de cateo en sus domicilios. ¡Viva la libertad, carajo!
