EL SIGLO DE TORREÓN / Daniela Cervantes
Es octubre y no es una noche usual. Es jueves y en Gómez Palacio se enciende el corazón de un cuadrilátero que convoca a los fieles del pancracio en una función que años atrás habría parecido imposible.
Sobre el ring, los exóticos desplegarán su artillería de brillo para desdibujar prejuicios, estigmas e ideologías. Ellos, los dueños del exceso, librarán su doble batalla y alcanzarán la cima: la de demostrar que lo distinto también forma parte de lo que somos.
Aquí, en la Olímpico Laguna, todos existimos. Aquí, la palabra lucha no divide, más bien une y conecta. Es octubre y los luchadores exóticos tomarán la arena.
Arribo cerca de las nueve de la noche. La cartelera que se anuncia en la esquina entre la calle Mina y Ocampo está llena de colores. En la Súper Lucha Estelar sobresale un emblema: el hijo prodigio de La Laguna que se convirtió en estrella. Una joya luchística que, aunque acaricie el cielo, siempre buscará la manera de enraizarse a su tierra. Pimpinela Escarlata está en casa y yo ya comienzo a ubicar un lugar para observar su identidad explotar entre las cuerdas.
Apenas el pasado mes de agosto el luchador debutó en la WWE (World Wrestling Entertainment), la empresa de lucha libre profesional más grande e influyente del mundo. Con su cabellera roja y sus movimientos teatrales, según reportaron medios nacionales e internacionales, conquistó el ring y dejó su nombre grabado en la historia, llevando el orgullo lagunero más allá de nuestras fronteras.
El reloj marca las 9:30 de la noche, se apagan las luces y el show comienza. En las gradas los asistentes ya calientan las gargantas. Unos tomando chela y otros entonando malas palabras.
Una señora que, me cuentan, es devota de la lucha libre, activa el ambiente arenero y provoca a los espectadores a que activen junto con ella, sus impulsos más instintivos, desbordados y viscerales.
Todo está listo. La primera lucha especial arranca con la participación de los técnicos Imperio Negro en dupla con Imperio Negro Jr. Enfrente se unirá la fuerza de los rudos, Piloto Negro Jr y New Warrior.
En un combate reñido, vigilado por el hijo del “Viruta” (uno de los réferis más icónicos de la arena retirado por una lesión), los rudos se llevaron la corona. Esto para el agrado de muchos y descontento de otros.
Es hora de que los niños y niñas tomen por asalto el cuadrilátero y sueñen con ser las y los próximos protagonistas que un día harán vibrar la arena con sus hazañas. Será al final de tres de las cuatro contiendas, cuando su fantasía se convierta en juego y el futuro del pancracio se reflejé en su pasión temprana.
Porque no, los niños no están ahí por obligación, observo en ellos el acto de habitar el lugar como quien conoce de dónde viene. La imagen de uno ellos, de unos diez años de edad, se me cuela entre el bullicio visual: con entusiasmo, trepado en el ring, y aferrado a las cuerdas, espera a que uno de sus ídolos le firme su playera.
La segunda lucha correrá a cargo de las amazonas. Líneas arriba escribí que la Arena Olímpico Laguna es un microuniverso donde todos existimos, por ende, ahí, las mujeres también asumen el derecho de explotar su talento en el ring.
Lady Shadow y Emperatriz pelearán de un bando. El otro será presidido por Raven y Princesa Quetzal. Las cuatro bravas amazonas, luciendo curiosamente toda una combinación de ropa negro con rosa, demostraron de lo que estás hechas, al ofrecer desde súplex, planchas, vuelos, además de otros movimientos permitidos en la zona. Al final “Las margaras”, como se hacen llamar las primeras, levantaron el brazo como ganadoras.
Después de ellas continuó la contienda que resultaría la más sangrienta. Al límite de las 12 cuerdas entraron Árabe Jr y Bendito de un lado. Del otro aterrizaron Kinperio y Gran Jefe IV.
Durante esta pelea me escabullí a los vestidores para saludar a Pimpinela. Al abrir la puerta, el luchador lagunero recordó el momento que compartimos hace cuatro años, cuando para este mismo diario, se compartió a los lectores y se mostró, metafóricamente, como un exótico sin máscara. Luego de capturar el encuentro con una cámara de celular, regreso a mi lugar y me encuentro lista para ser testigo del porqué los exóticos conquistan, desde hace no muchos años, cualquier cuadrilátero que pisan.
En una esquina se anuncia la entrada de Zumbido, Sexi Andre y Ángel Negro. Y en la otra sale el legendario Sexy Piscis, así como la revelación contemporánea exótica lagunera bautizada como la Fashion.
Finalmente, el momento más esperado de la noche ha llegado. Pimpinela Escarlata apareció bajo la luz tenue de la arena, capa blanca, cabello rojo como el fuego, saludando y bailando al ritmo de “La vida es un carnaval”.
Entre besos lanzados, vuelos espectaculares y movimientos que desafiaban la gravedad, el cuadrilátero se convirtió en un cosmos donde todo fue posible: allí, aunque nada se asimile a la verdad, nadie duda, y cada instante se vive con la intensidad de un carnaval eterno.
En una noche de octubre con los vientos otoñales, los que asistieron a la Arena Olímpico Laguna no sólo presenciaron un espectáculo de lucha libre, también celebraron la pasión y el brillo inigualable de reconocer lo distinto.
Los luchadores exóticos ganaron. Sí, ganaron. Las luces se apagaron, ellos y los otros bajaron del cuadrilátero. Lo demás, algo desvelados, intentamos desprendemos del efecto. Volvemos a la realidad, quizá, con la enmienda de defender, así como ellos, siempre lo que somos.
