No es sorprendente que los candidatos del presidente Donald Trump recibieran una paliza en las elecciones estatales y locales del 4 de noviembre. Los votantes hispanos, que habían sido un factor clave en la victoria de Trump en las elecciones presidenciales de 2024, lo abandonaron masivamente.
En el estado de Nueva Jersey, donde Trump obtuvo el 46% del voto latino en 2024, el candidato a gobernador republicano apoyado por Trump, Jack Ciatarelli, obtuvo solo el 31% del voto hispano el 4 de noviembre, según las encuestas a boca de urna de CNN.
La ganadora demócrata, Mikie Sherrill, obtuvo una victoria aplastante, en buena parte gracias al voto latino. En el condado de Passaic, de alta población hispana, donde Trump había ganado por 3 puntos en 2024, Sherrill ganó por 15 puntos.
El voto latino también fue clave en las victorias demócratas en Virginia, Nueva York, y California.
"No creo que haya sido (un día) bueno para los republicanos", admitió un Trump inusualmente compungido el día después de la votación. Trump argumentó que los republicanos perdieron porque su nombre no estaba en la boleta.
Sin embargo, dos encuestas masivas de votantes latinos publicadas poco antes del 4 de noviembre muestran exactamente lo contrario: indican que un gran número de hispanos le están dando la espalda a los republicanos precisamente por culpa de Trump.
Las cifras son contundentes: la aprobación de Trump entre los latinos a nivel nacional se desplomó del 44% en enero de este año al 25% en la actualidad, según una nueva encuesta de AP-NORC del 24 de octubre.
"Esto ha sido brutal", me comentó Eduardo Gamarra, profesor de la Universidad Internacional de Florida y experto en el voto latino, refiriéndose a la caída del apoyo a Trump entre los hispanos. "Estas cifras son muy significativas".
Las encuestas muestran que la economía es la principal preocupación de los votantes hispanos. Los latinos culpan a Trump por no cumplir su promesa de campaña de reducir el costo de vida y mejorar la economía.
Y Trump no se ayuda mucho gastando 300 millones de dólares en un nuevo salón de baile de la Casa Blanca y en baños con terminaciones de oro, mientras recorta los servicios de salud y los empleos gubernamentales.
Todo esto enfurece a muchos, especialmente a los hispanos, que suelen estar entre los sectores de menores ingresos. Cada vez más, lo ven como un monarca despiadado, algo así como una especie de María Antonieta estadounidense.
Gary Segura, profesor de UCLA y uno de los encargados de la encuesta Unidos US, me comentó que muchos latinos sienten que no pueden llegar a fin de mes.
"Tienen miedo a perder su trabajo, y no pueden afrontar el aumento del costo de la vivienda ni de los servicios médicos. Nada de esto ha mejorado desde que Trump asumió la presidencia", me señaló.
Más allá de la economía, a muchos hispanos les perturban las imágenes de agentes enmascarados del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) arrestando a inmigrantes decentes y trabajadores, entre ellos a más de 170 ciudadanos estadounidenses, la mayoría latinos, según un informe de ProPublica.
Segura me comentó que muchos latinos que votaron por Trump creían que solo deportaría a pandilleros violentos y otros delincuentes. "Pero más de dos tercios de las personas deportadas no tienen antecedentes penales. Esto ha sido una sorpresa para muchos latinos", concluyó Segura.
¿Significan estas encuestas que Trump y los republicanos están destinados a perder las elecciones legislativas de 2026?
No necesariamente. Si los demócratas interpretan la victoria del alcalde electo socialista demócrata Zohran Mamdani en Nueva York como un mandato para girar hacia la extrema izquierda, Trump la utilizará para reforzar su exagerada afirmación de que los demócratas son "comunistas". Eso podría ayudar a los republicanos a ganar el próximo año.
Asimismo, si la economía estadounidense se recupera en el 2026, Trump podría recuperar el terreno perdido y ganar.
Pero si la economía sigue como está, es probable que los demócratas ganen en 2026 y Trump pierda el Congreso, lo que lo convertiría en un presidente débil y en camino de salida. El 4 de noviembre fue, definitivamente, un mal día para Trump.