El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, celebró el aniversario de su triunfo electoral que lo regresó a la Casa Blanca con una lujosa fiesta al estilo del Gran Gatsby en su mansión de Mar-a-Lago, Florida. Pero también en medio de fuertes vendavales que anuncian posibles tormentas aún más severas para su proyecto.
El cierre de gobierno actual ya es el más largo en la historia del país. La falta de acuerdos entre demócratas y republicanos en el Congreso en torno a cuestiones de salud, principalmente, tiene paralizada la estructura del Ejecutivo federal. Debido a la escasez de controladores aéreos, la autoridad federal ha tenido que recortar hasta 10 % de los vuelos en 40 aeropuertos, alrededor de 1,800 de las salidas programadas.
En la Suprema Corte de Justicia los ministros se inclinan por echar abajo la estructura arancelaria del presidente Trump debido a que no encuentran argumentos que sustenten las facultades del Ejecutivo para aplicar las tarifas a la importaciones. El republicano ya prepara un "Plan B" por si avanza el bloqueo legal a los aranceles globales, aunque no debemos olvidar que actualmente los conservadores dominan el máximo tribunal.
El descalabro más grande en medio de la celebración trumpista vino del ámbito electoral con los primeros comicios estatales y locales del segundo mandato del presidente. Los demócratas conservan Nueva Jersey, que será gobernada por la exfiscal federal Mikie Sherril, y retoman Virginia, en donde gobernará la exoficial de inteligencia Abigail Spanberger.
Pero sin duda el revés más duro para el trumpismo ocurre en Nueva York. El alcalde electo de la ciudad que nunca duerme es el joven demócrata Zohran Mamdani, la antítesis de Trump. Podríamos decir que es la peor pesadilla del presidente. Mamdani representa todo lo que el republicano combate de alguna u otra forma: es inmigrante, nació en Uganda; no es blanco, sus padres son indios; es musulmán, la religión de su padre; es socialista, del ala más izquierdista del Partido Demócrata, y es antisionista, defensor de la causa palestina.
El triunfo de Mamdani merece atención. Primero, por el lugar en donde ocurre. Nueva York es la ciudad más poblada de Estados Unidos, y la cuarta de América. Es el centro neurálgico del capitalismo financiero global que alberga al mayor número de multimillonarios del mundo. Es uno de los dos polos más influyentes de la cultura estadounidense. Y es el lugar donde nació Trump y construyó su fortuna.
El segundo aspecto a notar es cómo ocurre. El Partido Republicano saca el peor resultado en la historia moderna de las elecciones de la ciudad. Y esto fue en parte porque el demócrata Andrew Cuomo decidió competir como independiente luego de perder las primarias frente a Mamdani. Cuomo se convirtió, de facto, en el candidato útil del trumpismo para evitar el triunfo del político socialista.
El tercer punto a considerar es qué desencadenó el triunfo de Mamdani. La respuesta está en el perfil, la campaña y las propuestas. Mamdani ha sabido construir la imagen de un político fresco, carismático y cercano a la clase trabajadora. Su condición de inmigrante, que capitaliza de forma muy efectiva, le granjeó el favor de la población no blanca de Nueva York. Además, Mamdani entiende las grandes contradicciones económicas y sociales que alberga la capital financiera de Estados Unidos: el 40 % de la riqueza está concentrada en el 1 % de los neoyorquinos. El voto que le da el triunfo se puede describir como joven, de nivel medio hacia abajo y multicultural.
La campaña de Mamdani se basó en tres estrategias: mucha calle, alianzas y redes sociales. El político socialista demócrata recorrió el espacio público como pocos lo hacen ya en Estados Unidos. Además, desplegó un ejército de decenas de miles de voluntarios que llevaron su mensaje casa por casa. Estableció alianzas con grupos de defensa de minorías y de los intereses de los trabajadores. Y supo utilizar muy bien las redes sociales con videos creativos, originales y directos.
El triángulo se cierra con las propuestas. La ideología de Mamdani es el socialismo democrático. Es lo más a la izquierda del espectro político electoral estadounidense. Pero sus propuestas fueron puntuales y sumamente aterrizadas a la realidad de la clase trabajadora neoyorquina. El diagnóstico de Mamdani parte de que los principales dolores de los habitantes menos favorecidos de la urbe de hierro son vivienda, transporte, seguridad social y alimentación.
Para aliviar dichos dolores propone un plan con el que pretende que Nueva York sea más asequible: congelar los alquileres para evitar que las familias dejen sus viviendas por no poder pagar; crear un transporte público de autobuses gratuitos y más eficientes para disminuir los tiempos y gastos de traslado; construir una red de guarderías para niños de 6 meses a 5 años de manera que sus padres puedan ir a trabajar sin gastar en el cuidado de sus hijos, y abrir supermercados públicos regulados por el gobierno local para ofrecer alimentos y productos básicos a precios justos.
¿Y cómo pretende financiar todos estos proyectos? Mamdani propone aumentar el impuesto local a las corporaciones que tienen su sede en la Gran Manzana. Es decir, redistribución de riqueza. Otros dos puntos importantes para contrarrestar la visión del elitismo republicano son: reestructurar el Departamento de Policía de Nueva York para limpiarlo de lo que Mamdani considera una visión racista de la seguridad pública, y mantener a Nueva York como una ciudad abierta a los inmigrantes impidiendo las redadas de ICE (Control de Inmigración y Aduanas).
Los republicanos y demás adversarios del ahora alcalde electo intentaron frenar su ascenso con varios ataques. Desde llamarlo comunista hasta acusarlo de extremista islámico pasando por criticar su forma de comer arroz con la mano, que es como lo comen en muchos sectores de la India, país donde tiene sus raíces familiares. Lo cierto es que a Trump le acaba de surgir en su ciudad natal un adversario de peso que representa todo lo contrario que él plantea. ¿Son las propuestas de Mamdani las más adecuadas? ¿Podrá llevarlas a acabo? ¿Enfrentará exitosamente a los fuertes intereses corporativos que se le opondrán? Está por verse.
Más allá de filias y fobias, el triunfo de Mamdani deja, por lo menos a toda América, varias lecciones para tomar nota. La primera es que importa más que las propuestas estén vinculadas con la realidad que la ideología que se defienda. Dos: las redes sociales virtuales no sustituyen a las redes sociales reales, las complementan. Y tres: cuando un grupo político tira cada vez más a la derecha, la tendencia para frenarlo va a ser cada vez más a la izquierda. Y viceversa. Si Trump marcó el regreso del discurso de la ultraderecha, Mamdani representa la consolidación del discurso de la izquierda socialista en el escenario electoral estadounidense. Abróchense los cinturones.