
Imagen: Fernando Compeán
Octubre de 2024. El periodista Marcos Vizcarra publica una nota para el periódico Reforma titulada “Exhiben a militares en Culiacán: ‘Mátalo, mátalo’”. El video muestra una avenida desierta de la capital sinaloense ensordecida por disparos de armas de grueso calibre. Son altas horas de la noche. Una camioneta oscura se detiene frente a la cámara. Está abollada. Pasan tan sólo unos segundos y los disparos vuelven a escucharse. “¡Mátalo, mátalo!”. Se ve cómo los proyectiles impactan los cristales del vehículo que, con las intermitentes prendidas, avanza unos metros y choca contra una estructura. “¡Aguanten, aguanten!”, se escuchan los gritos de elementos de la Guardia Nacional. También se aprecia una unidad de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA). Ante las cámaras, deciden meter freno. Bajan al conductor, lo someten contra el piso. “¡Se aborta, se aborta!”.
“Sucede con el narco y sucede con otros poderes, hasta los oficiales. Imagínate, en diciembre estaba escribiendo para Reforma y publico una nota sin mi nombre, con todo y un video donde la Guardia Nacional estuvo a punto de asesinar a un muchacho. En el video hasta se escucha y se ve cómo estuvieron a nada de matarlo. Se dieron cuenta de que estaban videograbándolos y por eso se detuvieron. No lo firmé. Se publica un lunes y el martes tenía a la Guardia Nacional afuera de mi casa, tomándole fotos a mi casa, un convoy de cinco patrullas, todo esto que digo grabado por el vecino de enfrente. Y digo: “¿Qué chingados tengo que andar haciendo esto?”. Mis hijos juegan ahí. Mi niño cada que se para una patrulla me dice: “Papá, ¿estamos bien?”.
La Guardia Nacional y la SEDENA presentaron al joven conductor, de nombre Alexis, ante un juez, como “incitador de la violencia”. Informaron que el joven transportaba a dos sujetos que supuestamente dispararon contra las fuerzas federales. Sin embargo, el reporte fue desmentido ante las videograbaciones y fue exonerado.
Marcos Vizcarra está en Torreón. Visita la ciudad en el marco del IV aniversario de Heridas Abiertas, un medio de comunicación independiente fundado por el periodista Luis Alberto López, donde se producen y difunden trabajos periodísticos enfocados a la memoria histórica y visibilización de hechos relacionados con la violencia: víctimas del narcotráfico, migrantes, desaparecidos.
Marcos es uno de los periodistas mexicanos que protagonizan el documental Estado de silencio (2024), dirigido por Santiago Maza y producido por Diego Luna y Gael García, y el cual será presentado en el auditorio del Museo Arocena. La cinta expone los peligros del oficio en México. Muestra los avances del narcotráfico y las omisiones de las autoridades en distintos puntos del país. El periodista visita la región en medio de una crisis de violencia surgida en el vecino estado de Durango. Es inevitable que tiemble la pluma. Marcos es alguien que ha cubierto las vorágines de los culiacanazos y ha puesto en riesgo su vida con la misión de informar, aunque expresa con sinceridad:
“Yo no sé por qué tenemos que arriesgar la paz. Es cierto, es bien padre el ego, es bien bonito. Lo sé, porque me toca también, es súper chingón, pero no vale la pena. Una nota no vale la pena como para arriesgar la vida. Aunque sean veinte notas, no vale la pena para nada”.
Al cierre de esta edición, datos de Artículo 19 muestran que 174 periodistas han sido asesinados en México del año 2000 a la fecha. Cinco de ellos durante el actual mandato presidencial de Claudia Sheinbaum. Reporteros Sin Fronteras ha afirmado que detrás dePalestina y Paquistán, México es el tercer país más peligroso para ejercer el periodismo. “Si ellos callan, las piedras hablarán”, indica la cita bíblica. Las palabras son trincheras para defender su memoria.
Somos periodistas que dialogan desde ciudades heridas. Torreón sufrió la violencia del narcotráfico hace más de 15 años, pero aún sigue siendo un lugar de personas desaparecidas. Ni qué decir de Culiacán, con la reciente fractura del Cártel del Pacífico. ¿Nos entendemos desde el dolor?
Fíjate que hace poco menos de un año, hablábamos en Culiacán de cómo tendríamos que pensar este conflicto, no sólo como una traición —como la han vendido— entre los hijos de El Mayo y los de El Chapo. Y lo que planteábamos nosotros desde Culiacán fue verlo desde un sentido más macro y desde lo que pasó hace casi 20 años, cuando la Guerra contra el Narco. Y lo planteoporque, cuando pasó toda esta violencia máxima, que fue entre 2009 y 2014, fue justo por una situación muy similar: la detención de El Mochomo y el asesinato de Edgar Guzmán, hijo de El Chapo. Y lo que sucedió es historia: esta evolución de la violencia acompañada con actores políticos trascendió a todo el país, no sólo fue un asunto doméstico. Lo que platicábamos era que debíamos ver el conflicto como una situación de todo el país, pero además verlo desde sus heridas que ya estaban muy abiertas y nunca curaron. Y son dos cosas: la primera es que nunca curaron, y la segunda es que se abrieron otras, en otros espacios, que no es que no hubiera violencia, pero no estaba tan marcada; y ahora sí. La primera es donde crecimos viendo masacres, decapitados,colgados e incluso vimos esta nueva área de desapariciones, y nos tocó de morros, de plebes, estar viendo a nuestros compañeros y amigos ser víctimas directas, o que sus padres y amigos lo fueran. Crecimos con estos odios y rencores. Vimos cómo algunos tomaron otro camino y cómo nosotros nos quedamos perplejos tratando de curar, porque realmente nunca hubo una sanaciónde parte de quien debía darla, que eran las autoridades. Y la segunda, te digo, es que ya había otras heridas. Haré un paréntesis. Cuando hablo de las primeras heridas hablo del norte, de Tijuana a Tamaulipas, Sinaloa, algo de Durango, Zacatecas y algo hacia el Pacífico, Jalisco, Guerrero, Oaxaca, incluso me faltó Veracruz. Pero con el tiempo, muchas de estas violencias se trasladaronhacia el centro, sur y sureste del país, abriendo nuevas heridas: Chiapas, Tabasco, otra vez Zacatecas, Guanajuato, Ciudad de México, Estado de México, Puebla y muchos lugares donde recientemente se abrieron estas heridas y que estaban empezando a madurar. Recuerdo que estábamos hablando con compañeros de Chiapas y empezaban a entender que la violencia les habíallegado y no sabían cómo cubrirla, y de pronto nos está llegando otra vez a todos. Y esto que estamos viviendo, que empezó hace un año, justo es el renacer de estas heridas, que sí, nunca cerraron, pero ahora con un nivel mucho mayor, porque también lleva cargas de información desde redes sociales y otros medios. Es interesante cómo lo planteas, porque estamos hablando de que hace diez años nos pegó aquí en Coahuila, pero hay que pensar cuándo cerró esa herida. Yo creo que nunca cerró, nunca cicatrizó, como nunca cicatrizó en Sinaloa; pensábamos que había cicatrizado, pero si nos tocábamos dolía.
En la primera escena donde apareces en Estado de silencio, cargas a tu hijo y en la siguiente estás con una colectiva de buscadoras: mujeres luchando por encontrar a los suyos, rostros de quienes silenciaron, impresos en lonas. ¿De qué manera ese futuro y esperanza que podría representar tu hijo conviven con este presente donde trabajas como periodista?
Mi niño creció viéndome documentar cosas. Yo he tratado de mantener siempre una raya, pero si le preguntas quiénes son esas señoras, las describe como “las mamás que tienen a sus hijos perdidos”; entiende esta conversación, porque se está volviendo el común. No es lo que yo quisiera. Y se vuelve mucho el común, y también lo entiendo, porque muchos de sus amiguitosson hijos de víctimas o desaparecidos, o son sobrinos o víctimas cercanas de una persona desaparecida, que a lo mejor hasta encontraron asesinada. A mí me tocó, tenía 17 o 18 años cuando la guerra de Calderón, cuando inicia esta guerra, y me tocó ver todo eso y me dolía. Ahora imagínate, mi hijo más chiquito, que desde los tres años empezó a vivir incluso las violencias paraél sólo. Imagínate ese niño de seis años, casi siete, observa. Ayer estábamos aquí en Torreón, cenando casi a las 11 de la noche y en mi cabeza y la de mi esposa era: “Madre santa, ¿hace cuánto no salíamos? Hace un año que no salíamos en la noche sin temor a que nos fuera a pasar algo, o al menos encontrarnos un bloqueo o a unos armados”, porque la última vez que lo hicimos nos pasó, hace unos ocho meses. Entonces, mi hijo es eso. Imagínate bloquearle las ganas a un niño de ir al cine en la tardenoche, de no salir a la calle, de no ver a sus amigos… sin que te molesten. Es bien complejo. Honestamente, como papá es súper complejo decirle: “Hijo, hoy no vamos a poder salir por eso”.
Cuando se estrenó el documental en Guadalajara, la cifra de Artículo 19 sobre periodistas asesinados en México era de 164, hoy ha aumentado a 174. Es decir, diez colegas más ultimados, lo cual representa un aumento del 6 por ciento. ¿Quépodemos hablar de esa cifra en un país donde el propio Estado desprecia al periodismo?
Que no nada más es un asunto de AMLO, es un asunto más macro. Con Andrés Manuel fue muy fuerte, tanto que se recrudeció horrible. Pero ahora, bien dijiste, tenemos alrededor de 10 colegas y más asesinados. ¿Y sabes qué también? Los defensores que han sido asesinados. Han sido un montón de personas las que han sido asesinadas, sobre todo madres buscadoras. Hace dos días o tres se reportaba una…
Sí, hoy encontraron su cuerpo en Zacatecas…
Sí, en Zacatecas. Es una cosa increíble que esté pasando eso, porque ya no hay ni siquiera un respeto a las madres buscadoras. Y deja tú las buscadoras, vamos a hablar de defensores del territorio. Este desdén, como lo platicamos en la película, sí viene mucho de la forma y la visión de cómo, quienes tienen el poder, nos ven. Si dicen: “No, es que Saúl, ese güey es chayotero y es corrupto”, la gente que es seguidora y tiene mucha esperanza o quiere creer en algo, claro que te va a decir lo mismo. ¿Y a quién le va a pesar? También es algo que pienso y hemos reflexionado mucho con todos los de la producción: esto no es algo de ahora.¿Cuánto tiempo en México hemos estado viviendo esta estigmatización del periodista, de la periodista, porque “es corrupta, es corrupto”? Las palabras que siempre brincan: chayotero, corrupción, vendido y más. Y lo hemos vivido porque ciertamente ha habido muchos episodios donde la prensa ha colaborado con el poder. Y podemos hablar muchísimo de eso, pero el asunto aquí es que finalmente hay muchos colegas que estamos tratando de hacer algo distinto, de generar nuevos espacios, nuevas estrategias, nuevas formas de hacer periodismos. Y a veces no tenemos esa resonancia, porque ciertamente hay mucha desconfianza con el periodismo mexicano —podría decirte que latinoamericano general—, pero además existe este desdén alimentado por la polarización política ypues, híjole, nos convierte en un campo de cultivo y un blanco perfecto para ser atacados. ¿Y a quién le interesa que un periodista sea asesinado, incluso hasta el periodista más querido socialmente? Cuando fue lo de Charlie Hebdo en Francia, aunque mucha gente no estaba de acuerdo con lo que publicaban, salieron dos millones de personas a protestar, porque estaban a favor de la libertad de expresión, porque quizá tienen una conciencia más amplia. En México asesinan a Javier Valdez Cárdenas, que era un periodista súper querido en Culiacán, socialmente hablando, y salimos 200 o 300 personas a manifestarnos… híjole, quéabismal. Y no es porque la gente no lo quisiera, al contrario, pero también se oyó el descrédito de que “seguramente en algo andaba” o “¿para qué tiene que andar escribiendo del narco?”. Y ni siquiera escribía de eso, escribía de las víctimas del narco. Entonces, es muy difícil, muy complejo, porque de la noche a la mañana los periodistas no vamos a ganarnos la confianza de la gente. Tenemos que ganarnos la confianza, y la gente también tiene que empezar a creer en el periodismo como herramienta social. Tenemos que demostrar que el periodismo puede ser una gran herramienta para generar cambios. No va a hacer los cambios, pero va a ayudar a hacerlos. Es un reto muy interesante, muy difícil, pero hoy lo tenemos. A la política no le gusta el periodismo. A la política le gustan los medios, la propaganda; no le gusta el periodismo, no le gusta que se investigue. No le gustamos tú y yo. A ella le gusta mucho la pluma y la representación que tenemos. Obviamente, si lo viéramos y tratáramos de hablar con la gente de “miren, está el espacio para que se apoderen de él” y que la gente se lo creyera, sería distinto.
Pienso en los rostros de Javier Valdez, de Miroslava Breach, de Rubén Espinosa y otros colegas, ¿te has preguntado si algún día tu rostro será uno de ellos?
Lo he platicado con Gris, la esposa de Javier. Y el último consejo que me dio hace unos cinco meses, porque le platiqué que iba a escribir en El País, y se enojó bien feo conmigo, fue: “Nada más te voy a pedir un favor: asegúrate bien, si te pasa algo, de que tu esposa y tus hijos tengan todo seguro para que no anden batallando como yo”. Nadie te da eso. A Gris le dieron 700 u 800 pesos por una nota que le debían de Javier. Es una mamada. En La Jornada se hicieron cargo de alguna manera, pero a Javier lo dejaron solo.La memoria de Javier quedó sola desde los medios y la sociedad civil. Es la familia, es Gris y Tania, la hija de Javier, quienes han estado al frente. Y los que hemos acompañado. Yo no quiero eso. Más que aparecer en un mural como el que pintó Dante en Monterrey, más que pensar que puedo aparecer como Javier así, me quedo pensando en que ese mural le valió a Gris una grietatan grande que yo no quisiera abrírsela a mi esposa y mucho menos a mis hijos.
Entonces, Marcos, ¿vale la pena arriesgar la vida por una nota?
No. Hoy leía una entrevista que le hacían a un colega de The New York Times, decía que ha estado en México toda su vida, que ahora ha ido a Culiacán y que se está atreviendo a entrevistar a narcos para poder “conocer verdades que no se pueden conocer tan fácil”. Y yo me quedaba pensando, porque me preguntaban qué tan fácil era reportear así, y les decía a los colegas: “bueno, es que es muy fácil reportear así, ir con los criminales y pasar eso”. Es tan fácil como ponerles la chequera y decirles “te pago para que me des la información que necesito”. Porque la realidad es que ellos también forman parte de este poder fáctico, al que le encanta difundir su información, a su modo, y con una estrategia bien programada para mostrarse de una manera, hasta cierto punto como víctimas. En 2017 recuerdo que fui a La Tuna y me pidieron dinero para hablar con la mamá de El Chapo y les decía: “No tengo dinero, somos periodistas”. Éramos seis periodistas y les decíamos que no teníamos dinero. “Es que ustedes son periodistas, ustedes ganan con esto. Nosotros somos los de la causa”. Me quedé con eso y ahora lo veo en este tipo de reflexiones y digo: “Claro, es bien simple agarrar a una persona y decirle que le vas a pagar para que te dé información anónima. Que te lleven a un lugar desconocido, que nadie va a reconocer y aparte darles dinero”. Yo no creo que eso sea periodismo; quienes estamos en el campo, quienes estamos aquí realmente, quienes traemos la cámara, conocemos perfectamente que si vamos a acudir a un enfrentamiento de Los Cabrera, por ejemplo, y llevamos la cámara, vamos a ser blanco. Para nada les va a gustar que estén disparando con drones y que estemos viendo cómo están atacando a una comunidad, porque ellos lo que menos quieren es mostrarse como las personas responsables de toda una masacre. A ellos no les va a gustar que evidenciemos una gran cantidad de empresas que están facturando a los gobiernos, porque los hacemos quedar mal. A ellos no les va a gustar eso y no te lo van a contar aunque les pagues, porque ellos “no son malos”, “el malo es el gobierno que no los deja trabajar”. Y con esto concluyo en que los periodistas deberíamos reflexionar en términos más amplios sobre que el periodismo, aunque sea tan hermoso y tan bello,y aunque estemos platicando a las ocho de la noche arriesgando tu viernes, siempre va a ser cansado, mal pagado… un desgraciado con nosotros. Y aunque sea bello, eso no debe ser un signo para arriesgar la vida. ¿Para qué lo hacemos? Muchas veces para ganar mejor, porque la agencia local o internacional nos está diciendo “quiero esta nota, quiero esta foto”. ¿Y para hacerla qué necesitas? Meterte. Y esa nota o foto te va a dar el sueldo de una semana en el periódico en el que trabajas. Y en un principio suena bien, además tu nombre va a brillar en… no sé, Estambul, por decir. Pero eso jamás te va a dar el tiempo con tu familia, ni te va a regresar a él, ni tampoco te va a regresar la vida en caso de que hayas publicado algo que no les haya gustado.Sucede con el narco y con otros poderes, hasta con los oficiales.
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