El Diccionario de uso del español, de María Moliner sería, desde toda mi subjetividad y gustos personales, uno de los mejores regalos que alguien podría hacer a una persona querida o a sí mismo. Moliner es una de las mujeres que más admiración me causa, obviamente por relación directa con mis labores bibliotecológicas y con el uso de las palabras, pero déjenme contarles un poco sobre ella.
María Moliner (Paniza, Zaragoza, 1900-Madrid, 1981) es, por mucho, una de las figuras más relevantes de la cultura hispánica del siglo XX. Bibliotecaria, lexicógrafa y defensora apasionada de la palabra escrita, dedicó quince años de su vida a ordenar palabras, a hacerlas accesibles, en pequeñas fichas que se fueron acumulando en una habitación donde trabajaba por las noches. Así creo el Diccionario de uso del español, una obra monumental que cambió la manera de entender y usar la lengua. Su trabajo no fue producto de una academia ni de un grupo editorial: fue desde su esfuerzo personal por hacer del lenguaje su forma de pensamiento.
La elaboración de este diccionario es una de las proezas intelectuales más destacadas de la lengua castellana. Moliner trabajó sola desde su casa, llenando fichas, organizando entradas y contextualizando el uso real de miles de palabras. El resultado fue un diccionario que no solo define términos, sino que muestra cómo se emplean en la vida cotidiana, con ejemplos, sinónimos y notas de uso que lo hacen único en su género. Su formato y enfoque práctico lo convirtieron en un referente libresco y académico sin precedentes.
Antes y durante la elaboración de dicho diccionario, Moliner desarrolló una trayectoria relevante como bibliotecaria. Fue parte de la promoción de la lectura y la organización de bibliotecas públicas en España, especialmente en los años de la Segunda República, y defendió la idea de que el acceso a los libros debía ser un derecho ciudadano. Su compromiso con la cultura y los servicios bibliotecarios fue fundamental para democratizar el acceso al conocimiento, impulsando misiones de extensión cultural y modernización de redes bibliotecarias aún hoy recordadas.
Para ahondar más sobre ella y su trabajo yo les recomiendo dos lecturas: la biografía El exilio interior. La vida de María Moliner (Turner, 2019), que fue escrita por Inmaculada de la Fuente y ofrece una reconstrucción profunda de su vida y obra. Esta obra biográfica contextualiza la trayectoria de Moliner en el turbulento siglo XX español, explorando cómo su experiencia personal y el contexto político influyeron en su labor intelectual y profesional. La autora muestra a una mujer valiente, que supo convertir dificultades en impulso creativo.
Más recientemente, el escritor Andrés Neuman publicó Hasta que empieza a brillar (Alfaguara, 2025), una novela que narra de manera novelada e íntima la vida de María Moliner. A partir de una imaginativa premisa literaria, el libro traza su biografía desde la infancia hasta su trabajo como bibliotecaria y lexicógrafa, sugiriendo que su diccionario podría leerse también como una autobiografía en palabras. Esta obra combina investigación y ficción para explorar el vínculo profundo entre Moliner, la lengua y la construcción de significado.
Moliner dejó un legado imposible de ignorar. Su diccionario sigue siendo herramienta de enseñanza, escritura y reflexión sobre el idioma. Su vida es testimonio del valor del trabajo intelectual discreto y de la capacidad de las palabras para iluminar mundos, incluso cuando parecen encerradas en fichas y páginas. Leer su historia es recordar que la lengua es también una forma de libertad, una invitación a repensar cómo nombramos y significamos el mundo.