El paisaje del Potrero es ahora verde. El agua del cielo ha hecho de la tierra un verde mar. Caminé hoy entre la hierba, y los animales me miraban con enojo por pisotear su comida.
Esta noche se alarga la tertulia en la cocina de la antigua casa. Con la esperanza que la lluvia trae se aligera el ánimo y la conversación se anima. Doña Rosa, la mujer de don Abundio, cuenta una más de las ocurrencias de su esposo:
-El compadre Atilano pasó en su burro, y Abundio me dijo: "¡Mira! ¡Un burro de dos pisos!". El compadre alcanzó a oír el comentario, bajó del burro y le dio un golpe en la cabeza a Abundio con el mango del azadón. Le dije a mi marido: "Si tuvieras cerebro qué friega te habría acomodado".
Reímos todos, menos don Abundio. Atufado, masculla entre dientes: -Vieja habladora.
Doña Rosa forma con índice y pulgar el signo de la cruz, se lo lleva a los labios y jura:
-Por ésta.
¡Hasta mañana!...