VARIACIONES OPUS 33 SOBRE EL TEMA DE DON JUAN
En su sillón frailero -por sus ideas y principios Don Juan nunca ha tenido un sillón Voltaire- el caballero sevillano hace recuerdos.
En su memoria lleva a aquella dama de figura esbelta, aceitunada tez, extraños ojos verdes y cabellera bruna. La amó una noche, para amarla después en el recuerdo a lo largo de su vida. Ella le ofreció primero sus preciosos senos, perfectos cálices con tibieza de tórtola y suavidad de pétalo, y después le entregó la maravillosa escultura de su cuerpo.
Don Juan no olvida, pues sabe bien que olvidar es morir. Dice en voz baja el nombre de la dama, como si ella pudiera regresar. El tiempo hace imposible ese regreso, y el nombre de la mujer se pierde en la noche que se acerca.
Ahora el hidalgo está triste.
Sólo él conoce la causa de su tristeza.
No sabe si esa dama realmente existió.
¡Hasta mañana!...