El nuevo año se acerca, y me hago un propósito de Año Nuevo: no hacerme propósitos de Año Nuevo.
Jamás he cumplido los que me he hecho. Mi voluntad tiene la misma fragilidad de mis buenas intenciones, y dura lo mismo que ellas: un instante. Apenas me formulo un propósito cuando ya lo olvidé.
No soy hombre de propósitos. Los despropósitos se me dan mejor. Alguna vez hice un poema de cinco palabras: "Sí. No. Si no, sino". Con él quise decir que ante las circunstancias de la vida hemos de tomar una decisión firme, pues si no lo hacemos quedaremos en manos de un destino que quién sabe a dónde nos conducirá.
Soy el primero, sin embargo, en negar mi propia afirmación.
Por eso no haré propósitos de Año Nuevo.
Haré, sí, propósitos de día nuevo.
Y me esforzaré en cumplirlos.
"Sí. No. Si no, sino".