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Música en un suspiro

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

Egmont ¿Habrás imaginado alguna vez la posibilidad de mandar a hacerte un retrato con un algún pintor de prestigio? Ahora bien, ello es tan complejo como interesante, porque si tuvieras 100 pintores trabajando en tu retrato, tendrías 100 versiones diferentes de ti mismo, dependiendo de la percepción de cada artista. Pero vayamos más allá, imagina que no sólo quieres un retrato físico, sino que además le demandas al pintor que imprima en ti, un sentimiento específico: "No sé, póngame una mirada tierna, con ímpetu y con aire de trascendencia".

Bueno, hasta aquí ya está muy complicada la cosa, no obstante, hagamos más retadora la tarea: El retrato en cuestión no será en un lienzo sino en música.

Así fue el encargo que recibiera Beethoven de Joseph Hartl, director del Hoftheater de Viena en 1810. La tarea consistía en escribir la música incidental para el drama Egmont escrito por el Johann Wolfgang Goethe en 1788.

Pongámonos en el papel de Beethoven y veamos el contenido de lo que había que retratar en música: Egmont es un drama que se desarrolla en Bruselas, cuando en plena Inquisición, Felipe II de España trata de detener la expansión luterana en Flandes. Ahí rige su hermana Margarita de Parma aunque, según él, no con la determinación y fuerza necesarias. Así las cosas, Felipe II manda a Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III Duque de Alba, a que imprima mayor disciplina. Lo primero que hace el Duque es buscar deshacerse de los patriotas Lamoral, conde de Egmont y de Guillermo de Orange, por haberse opuesto a la instauración de la Inquisición en los Países Bajos. Ante el llamado a una "entrevista" con el Duque de Alba, Guillermo de Orange, huye lejos a la provincia. Sin embargo, quien sí decide asistir a la reunión, es el idealista, confiado e ingenuo Conde de Egmont.

Como era de esperarse, Egmont es hecho preso y condenado a muerte de forma ilegal, producto de sus ideas y argumentos libertarios. En esos mismos momentos, Clara, la amada de Egmont es cortejada acechada por Herr Brackenburg, quien viéndose rechazado por ésta, amenaza con beber un veneno para quitarse la vida. De alguna manera, Clara se hace del veneno y cuando ésta se entera de la condición de Egmont, lo bebe para morir en el acto. Su alma aparece en los sueños de Egmont justo antes de la ejecución. En ese instante se da cuenta de que el amor, la justicia y la libertad son ideales infinitos que están más allá de esta tierra finita. Ahora sabe que su muerte será un símbolo para que su pueblo se levante y rompa el yugo de la tiranía española.

Públicamente, Goethe reconoció el genio del sordo de Bonn por haber sido capaz de retratar no sólo un personaje, sino un ideal. Más allá de la magistral pluma de Goethe, la música incidental de Beethoven para el drama de Egmont es realmente un poema sinfónico.

Describe con música taciturna y lúgubre la perversidad de la tiranía, así como el ímpetu y la fuerza de la libertad, con pasajes heroicos plenos de energía…, es, sin más, la música de la revolución y del triunfo de la moral…, en un suspiro.

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Escrito en: Columnas editorial

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