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Música en un suspiro

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

Música para los Fuegos Reales de Artificio

 A diferencia de Bach o Vivaldi, y en general mucha música barroca, Handel nunca "pasó de moda".

Entre las obras que le permitieron permanecer en el escenario musical encontramos su oratorio el Mesías, algunas arias, sus concerti Grossi, la Música Acuática y su Música para los Fuegos Reales de Artificio.

Georg Friedrich Haendel compuso su música para Los Fuegos Reales de Artificio en 1749 y fue estrenada el 14 de abril en el Green Park de Londres.

Handel, apodado "el Sajón", era un tipo altivo, de fuerte personalidad, con marcado acento germano. Era un todo un "businessman", todo un empresario que logró mezclar los negocios con su gran talento como intérprete y compositor. De hecho, llegó a ser el compositor más importante de Europa en su tiempo. A pesar de una serie de -simpáticas- circunstancias ajenas a él, la música para los Fuegos Reales de Artificio se consolidó como el mayor éxito del sajón en Londres. Fue el Rey Jorge II, su gran admirador y por cierto, el responsable de establecer la tradición de escuchar el Aleluya de pie, quien encomendara a Handel la tarea de escribir música para celebrar la firma del Tratado de Paz Aix-laChappelle.

Este tratado anunciaba un parcial armisticio en la Guerra de Sucesión Austriaca. Pero la celebración no era cosa pequeña, pues sería al aire libre con pabellones de las naciones invitadas, desfile militar, música bajo el gran espectáculo de fuegos de artificio y todo el glamour del que la Corona inglesa es capaz de desear y producir. Haendel aceptó inmediatamente, sin embargo no le gustó nada una condición establecida por el soberano, a saber: ¡No debía haber instrumentos de cuerda! Ello obedecía a que Jorge II deseaba gran volumen e impacto sonoro y las cuerdas en definitiva nada tenía que hacer al respecto. Handel tuvo que aceptar tal condición para el estreno, aunque afortunadamente añadió la sesión de violines, violas y cellos para futuras presentaciones y para la posteridad. Handel se opuso también a la realización de un ensayo público, que a la postre sería uno de sus más grandes triunfos. El ensayo sería sin fuegos artificiales y se realizaría en el Spring Gardens en Vauxhall. Pero nadie dimensionó la popularidad de Haendel ya que al simple ensayo asistieron más de 12,000 personas generando quizá el primer congestionamiento de carruajes en la historia de Londres. Puede leerse una crónica de la época, donde se afirmaba que un sinnúmero de carruajes llegó a permanecer varados hasta 3 horas en el puente de Londres. El evento oficial en el Green Park tuvo lugar una semana después.

¡El concierto fue un éxito! Haendel dirigió una monumental orquesta de más de 60 alientos madera y metal y percusiones. Al término de la Obertura, 101 cañones iniciaron las explosiones y el cielo se llenó de luz…, aunque no fue lo único que se iluminó, pues casualmente uno de los cohetes cayó en un suntuoso pabellón diseñado por Chevalier Servandoni, un famoso diseñador de la corte francesa, lo cual generó inmediata suspicacia. El espectáculo se tornó en un verdadero desastre y desgraciadamente opacó la obra del gran maestro. Sin embargo, un mes más tarde, Handel presentó su música para los Fuegos artificiales, en un concierto, "sin fuegos artificiales", sin congestionamientos de tráfico…, ah y eso sí, con violines.

Shakespeare afirmó en su momento: "Tan imposible es avivar la lumbre con nieve, como apagar el fuego del amor con palabras". Haendel logró apagar el fuego con su música, pues desde entonces ha iluminado nuestros corazones como una flama eterna…, en un Suspiro.

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