La colosal realidad de la inseguridad que vive la nación que se va desvelando al repasar el asesinato a plena luz del día de presidente municipal de Uruapan Carlos Manzo, ha cimbrado en lo más profundo la consciencia nacional. El llamado de alarma que el dramático hecho implicó tiene que haber repercutido por todos los huecos de la cerrada cúpula oficial. En otros escenarios políticos civilizados el hecho hubiera sido suficiente para abrir un severo juicio al partido en el poder. Pero aquí no es así.
Las referencias de la presidente han sido de artificio, evasión y trillada acusación a sexenios pasados donde el actual es sólo un heredero sin remedio. Y es que lo que a todos nos inquieta es la forma en que la actual jefatura de gobierno está conduciendo al país. El que sea o no por instrucciones de su maestro antecesor resulta irrelevante.
Lo anterior explica la creciente importancia de las elecciones legislativas intermedias de 2027. Una ciudadanía fastidiada por tanto engaño podría votar, incluso atravesando un muy dañado aparato electoral, por diputados distintos a los del partido gobernante ya por siete años y que, a más de destruir o debilitar instituciones y entidades que funcionaban razonablemente bien, ha venido endeudando al país con sus mal diseñados proyectos icónicos y su incalculable corrupción con que se ha financiado. Es en este entorno que ha organizado la vasta serie de programas populares que de nada han servido para fortalecer nuestra economía cada vez más endeudada y comprometida con Estados Unidos.
El incumplimiento de las promesas de campaña explica por qué el neoliberalismo que profesa un buen número de gobiernos está en crisis por todo el mundo.
Después de las tragedias que resultan de obsesiones hegemónicas en lo político y económico por vías militares, lo que está pasando en todo el mundo es una transformación en las visiones orientadas hacia las necesidades y aspiraciones más elementales.
El viraje que puede dar el electorado nacional no sería para repetir un nuevo régimen izquierda. Las experiencias que siguen sufriendo nuestros hermanos latinoamericanos sujetos a sofocantes dictaduras no son una opción para México que lleva demasiado tiempo buscando fórmulas de respeto a las libertades personales. Tampoco es atractiva la opción neoliberal cuya desatención a las necesidades y aspiraciones del pueblo ha propiciado estructuras a tal grado injustas, que han provocado en todo el mundo repudios constantes a lo largo de muchas décadas donde nuestra Revolución de 1910 fue modelo e inspiración para muchas otras.
Ya que está perfectamente entendido que Claudia Sheinbaum no cambiará de rumbo, y no hay en el horizonte cambios drásticos de orientación y la intención del gobierno es seguir aplicando como criterio el pragmatismo político basado sólo en exigencias económicas. Hay sin embargo, la posibilidad de encontrar otras modalidades que se encuentran en la políticas fiscales que evadan el crudo empresarialismo y en su lugar, cimentar un criterio de contabilidad fiscal moderno y con sentido social.
Las condiciones y calidad de vida de las mayorías en todo el mundo se han deteriorado constantemente pese a los avances en las técnicas de producción de artículos. Los gobiernos neoliberales extremaron su protección a las entidades privadas prometiendo sensibilidad para los valores "humanos". Los derechos y aspiraciones más elementales de las mayorías populares fueron de hecho vistos con desdén. Arguyeron como elemento de seguridad nacional, respetar en sus negocios elementos más allá de la eficiencia empresarial que se expresan como justicia social y consideraciones humanitarias. Pero que los logros económicos no permiten que el empresariado sienta la necesidad de atender.
Después de más de dos siglos de revoluciones sociales que siguieron a la Revolución francesa, no han cambiado las orientaciones de los partidos y de los gobiernos a entender, o bien de proteger intereses empresariales, para enderezar la vista a los sentimientos y aspiraciones básicas.
Estamos en vísperas de un cambio real en la orientación de los gobiernos de los futuros gobiernos de México que no deben regirse sólo con encuestas y estadísticas elaboradas con mentalidad de eficiencia económica, sino responder a las necesidades y aspiraciones de las familias y de la sociedad.
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