AMBIGÜEDAD Y CONFUSIÓN EN EL LÉXICO POLÍTICO
Más filosa que la daga es la palabra. Usarla irresponsablemente es arriesgado y peligroso. En política debe tenerse sumo cuidado con el empleo de las palabras: qué se dice, cómo se dice, cuándo se dice, ante quién se dice. A los profesionales de la política no les está permitido equivocarse.
El pueblo exige de los altos funcionarios: el presidente de la República, los gobernadores de los Estados, los senadores, los diputados, los presidentes municipales, el empleo de un lenguaje acertado, claro, fino, objetivo y directo. Están obligados a manejar un discurso transparente que refleje con exactitud el pensamiento, que lo que dicen es lo que realmente quieren decir.
Evitar frases oscuras y pasajes confusos; es la forma más eficaz de "llegarle" al pueblo; éste quiere que le hablen claro. La figura mental que la gente tiene del político es la de un tipo que habla mucho y nada dice. Son muchos los aprendices o novatos de la política, y aun los profesionales de esta actividad que con frecuencia caen en el lenguaje "cantinflesco", que hablan de manera "reborujada", y sin terminar una frase pasa a otra que nada tiene que ver con la original.
Hay otros que hablan y no quieren que se sepa lo que dicen, y tratan de confundir a su interlocutor.. cuando una persona dialoga con otra u otras hablando de "retahíla", no falta quien lo escuche y le diga pareces político.
Pareciera que este tipo de políticos tuviesen el propósito de levantar un muro entre el emisor y el receptor, haciendo difícil la comunicación. Lo cierto es que un buen número de profesionales de la política carecen de los elementos idóneos para tener una expresión fluida, o no tienen los conocimientos necesarios que les den consistencia a sus declaraciones que frecuentemente hacen ante los medios de comunicación, sobre todo los radiofónicos y televisivos
En este sentido, la conferencia matutina coloquialmente llamada "mañanera" instaurada el pasado sexenio y que ha mantenido vigente Claudia Sheinbaum, cuyo objetivo era, según se dijo en su momento, establecer interlocución de gobierno y pueblo, para mantener a éste informado sobre los programas y acciones de aquel, propósito que no cristalizó, porque durante los seis años, AMLO utilizó como método y sistema darle un sesgo a la pregunta o cuestión planteada para eludir la respuesta y contestar otra que nada tenía que ver con el tema.
En las conferencias matutinas del expresidente de la República, sólo se informaba sobre las obras en las que la figura central era el propio titular del Ejecutivo federal quien asumía una personalidad seráfica, haciendo uso de la palabra "para resolver todos los problemas", aludiendo a etapas de la historia para reforzar su engañosa argumentación, elusión que afectó la comunicación y dejó volando la postura oficial sobre determinado asunto que a la sociedad le interesaba conocer.
La presidenta Claudia ha mantenido esta práctica, la ha mejorado utilizando un lenguaje claro y objetivo dándole mayor transparencia y calidad a esta conferencia del pueblo. Con la intervención de los secretarios del gabinete en los asuntos que son de su competencia y con empleo de las palabras adecuadas se perfecciona el estilo.
La palabra nos ha sido dada para entendernos, no para confundirnos. Anótenlo y practíquenlo, señores de la política cuando hagan declaraciones públicas. No caigan en la ambigüedad ni en la confusión; de no ser así, es preferible que no hablen.