EL ABUELO SIN NIETOS
No me gusta ir a los parques, pues sin duda ahí estarán los abuelos con sus nietos dando pan a las palomas.
No me gusta ir a las plazuelas, donde abundan los niños corriendo y gritando bajo el cuidado de los abuelos sonrientes, con toda la paciencia del mundo.
No me gusta pasar por las escuelas, donde los abuelos aguardan por sus nietos con la ilusión de volver a verlos, como si hubiera pasado años desde que los llevaron por la mañana.
Creerás que soy un amargado al no querer ver abuelos felices abrazados por sus nietos, siendo el más grande deseo de mi vieja vida ¡ser abuelo! Mientras tanto, seguiré solo y meditabundo.
Soy un viejo melancólico, soy un padre que está orgulloso de su familia y que siempre respetará las decisiones de los hijos y sus parejas.
Qué daría un viejo como yo por cargar en brazos a su propio nieto, sangre de mi sangre, con las facciones de mis retoños.
En sueños disfrutamos a los nietos, junto con mi esposa, que se adelantó hace años; nos acarician el rostro, arrancándonos sonrisas y lágrimas de felicidad. Vamos a parques, plazas y escuelas, donde nos sentimos los abuelos más afortunados de la tierra.
Al despertar, vuelvo a la realidad con un nudo en la garganta y una discreta lágrima, y le digo al Señor: "Solo permíteme abrazar al hijo de mi hijo, para morir en paz y dejar de ser 'El Abuelo sin Nietos'".
A diario me encomiendo al Creador y siento sus palabras de amor: "Todo llega en su momento, solo hay que saber esperar", y gozar del milagro más grande de la vida: "La dicha eterna de ser abuelo". M.V.Z. José B. Cedillo.
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