LA SONRISA DE MIS PACIENTES
Después de cinco décadas dedicadas a la salud de los animales, lo más difícil para un veterinario es dar la noticia a los propietarios de que ha fallecido su mascota. Aunque sabemos que la muerte es parte del ciclo de todo ser vivo, no siempre es tan mala, cuando el paciente es senil, padece una enfermedad terminal y está sufriendo, el veterinario puede evitar ese calvario, tanto para la mascota como para sus dueños, mediante la eutanasia. Pero cuando fallece una mascota que aún tenía la posibilidad de años de vida, ya sea por un traumatismo, una intoxicación, alguna enfermedad grave, una cirugía, y muere en nuestras manos, siento envejecer con rapidez en ese instante. Creí que no lo demostraba, pero mi hija, que es mi asistente, sin dejar de observar disimuladamente, me dice: "ya dejó de sufrir, estaba muy enfermo Rony", tratando de animarme. Al llegar a casa me veo al espejo, y efectivamente hay más canas en mi cabeza y arrugas en mi rostro, y aun así, continúo amando mi profesión. Afortunadamente, al día siguiente vuelve a salir el sol, y una vez más el noventa y nueve por ciento de los pacientes sale del consultorio con una enorme sonrisa, al igual que sus dueños. Al diagnosticar la enfermedad adecuadamente, con los cuidados y el tratamiento al pie de la letra, sanará el enfermo o se sentirá mejor, y es entonces cuando aquellas canas que brotaron de la noche a la mañana dejan de aparecer, y sucede el milagro más reconfortante del alma: recuperamos la juventud perdida con la sonrisa diaria de nuestros pacientes.
Una de las prioridades de nuestra labor ha sido ejercer con ética profesional, agradeciendo a los propietarios por el gran sentido de responsabilidad y amor a sus mascotas, siendo un honor contar con su preferencia durante años. Es un privilegio, al encontrarme en el otoño de mi profesión, continuar saludando con gran gusto, con la frente en alto y con el respeto que me merecen quienes fueron clientes de hace décadas, así como los de ahora, que son tan importantes como los próximos que continuarán con la predilección hacia un humilde servidor.