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PEQUEÑAS ESPECIES

EL GATO Y SU EDUCACIÓN

El gato puede aprender muchas cosas al convivir con el hombre (aunque, en ocasiones, el gato es quien manipula a su dueño). Es importante llevar una buena relación con el gato, ya que son mascotas muy especiales; son completamente diferentes al comportamiento del perro. Hay quienes aseguran: "El hombre no adopta al gato, es el gato quien adopta al dueño".

Algunos consejos primordiales para educar a su gato:

• Hable con él tranquilamente. En cuanto confíe en usted, aprenderá a obedecer.

• Sea firme en las prohibiciones. Si hoy le prohíbe mendigar comida en la mesa, no se lo permita mañana.

• No le riña con brusquedad. Limítese a decir «¡no!» tajantemente cuando vaya a hacer algo indebido.

• Use siempre las mismas expresiones: «¡no!», «¡abajo!», «¡fuera!».

• Alábelo y acarícielo cada vez que obedezca, pero ríñale cuando sea necesario mediante palabras claras y precisas, incluso dándole un pequeño golpe. Gritarle, pegarle, encerrarlo o dejarlo sin comer no sirve de nada, solo conseguirá lo contrario de lo que pretende.

• Atender por su nombre. Pronúncielo cuando lo acaricie, le dé de comer o le ofrezca cosas agradables. Pronto acudirá presuroso en cuanto lo llame, sobre todo si es para algo que le deleite.

• Arañar en el sitio previsto. Seguro que usted no querrá que el gato ensaye en el papel tapiz, las alfombras o el sofá de la sala. Por eso, es preciso acostumbrarlo a arañar en un sitio determinado. En cuanto empiece a hacerlo donde no debe, dígale un tajante «¡no!», llévelo ante el tablero o poste de arañar y, agarrándolo por las patas, muévalas de arriba abajo haciéndole arañar al tiempo que lo hace usted con sus uñas, para despertar la curiosidad del animal y que intente imitarle. Al final, el gato se acostumbrará a arañar donde usted quiere. Todo es cuestión de constancia.

• No dormir en la cama. Si desde el principio no es de su agrado tener al gato en la cama, tendrá que mantener cerrada la puerta de su habitación; no hay otra forma de evitar que el gato utilice un sitio tan confortable.

• No mendigar. Cuando un gato tiene esa mala costumbre, resulta muy difícil impedir que pida comida en la mesa. Lo mejor es darle de comer al mismo tiempo y, desde luego, no ofrecerle algo por debajo de la mesa.

• No robar. No resulta nada fácil quitar esa costumbre; no hay más remedio que procurar no dejar comida en cualquier sitio o en cazuelas abiertas.

• Llevarlo de la correa. A partir de los tres meses se debe acostumbrar al gato a llevar puesto un arnés. Déjese conducir por él las primeras ocasiones, hasta conseguir que vaya a donde usted quiera.

Recuerde: "No existen malos gatos, sino malos amos".

pequenas_especies@hotmail.com.

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