Las prótesis las donó una persona anónima y la señora Lourdes le dio un hogar provisional.
A casi medio año de que un accidente de tren en el municipio de Gómez Palacio le amputara sus piernas, el hondureño Jairon Bilberto Pérez de 24 años de edad, no duda en decir que el mejor regalo de Navidad que pudo recibir son las prótesis que le donó una persona anónima de buen corazón y el hogar provisional que encontró gracias a Lourdes Martínez, una señora de trato afable que lo conoció en el hospital y lo invitó a su casa, por empatía.
“Mi mejor regalo son las prótesis, la neta. Justo las tengo en esta Navidad, estoy agradecido con Dios por estar de pie nuevamente y con quien me donó las prótesis. Yo sí lo conozco pero es un secreto, no puedo decir su nombre, ni de dónde es”, expresó el joven con gran alegría.
Por ahora, Jairon se enfrenta a un proceso de rehabilitación física guiado por especialistas, que le enseñan técnicas de equilibrio y desplazamiento con dichos dispositivos artificiales. Entre risas, menciona que empezar a caminar sin miedo y recuperar la confianza en su cuerpo, es indescriptible.
El accidente de Jairon ocurrió el primero de julio de 2025 y estuvo internado en el Hospital Nuevo de esta ciudad. Para no poner en riesgo su salud y su vida, los médicos le realizaron una amputación supracondílea bilateral, que se refiere a la extirpación quirúrgica de ambas piernas, a nivel por encima de las rodillas.
UN HOGAR TEMPORAL Lourdes, tiene su domicilio en la colonia 5 de Mayo y cuenta que el acercamiento con Jairon se dio porque ella fue a cuidar a una mujer enferma que conocía desde que eran niñas y la cual había sufrido la amputación de uno de sus pies por complicaciones de una enfermedad crónico-degenerativa.
La mujer, tiene tres hijos que se casaron y se fueron de casa, por lo que al vivir sola, tomó la decisión de adoptar a Jairon. Asegura que su corazón le decía que lo ayudara y que se puso en su lugar, pues ella en algún momento de su vida, estuvo en Estados Unidos debido a que le donó la médula ósea a uno de sus hermanos, después se puso a trabajar por dos años y experimentó la tristeza por estar lejos de su familia y de su país.
“Mi corazón me decía: ¡llévatelo, ayúdalo!. Jairon ya va para dos meses aquí conmigo, es un chavito respetuoso, amoroso, me ayuda a recoger la casa y nos llevamos muy bien. Gracias a Dios en Migración ya le dieron un permiso para estar aquí un año y ahí vamos viendo. Ahora con las prótesis, ya dio sus primeros pasos y me sentí muy orgullosa de él, casi me derrumbo de la emoción, me dio mucha alegría y ganas de abrazarlo. Es un chavito que piensa en grande, quiere estar bien, caminar y salir adelante”, comentó.
Sentado en la sala de la vivienda de Lourdes, el joven sostiene que hay gente muy buena en La Laguna y en México. También fue acogido por el personal de salud del hospital donde se atendió, por una maestra que lo cuidó y por otra persona más, que bajo el anonimato, llegó a la clínica y cubrió los gastos de una intervención quirúrgica en la cabeza por una fractura multifragmentaria del hueso temporal derecho.
CAMBIO DE VIDA Hace dos años, Jairon salió de Honduras, un país carcomido por la inseguridad y la pobreza, con el fin de conseguir el sueño americano, sin embargo, nunca se imaginó que la vida le cambiaría al viajar en los techos de los vagones, como lo hacen miles de migrantes.
Hoy, está en contacto con su familia en Honduras y por ahora, dice que personal de la empresa de prótesis y rehabilitación lo invitaron a trabajar con ellos.
“El ingeniero me dijo que me iban a enseñar a hacer prótesis y que cuando llegaran pacientes, yo les daría ánimo y motivación. En algún momento pienso regresar a mi país, a mi familia les digo que los quiero mucho y que le voy a guerrear para llegar caminando a Honduras”, concluyó.
