La suerte de las oposiciones es crucial para la refundación de la democracia. Sin oposiciones fuertes no hay esperanza alguna. La gran ventaja del régimen autoritario ha sido el baldío que ha tenido enfrente. Partidos que no son solamente irrelevantes en el congreso, sino invisibles en el debate público.
Por eso importa el rumbo que ha tomado Acción Nacional con su "relanzamiento." Es de celebrarse que ese partido salga de su marasmo. La derrota del 18 no estimuló la crítica sino la soberbia dentro de ese partido. Los errores del nuevo gobierno serían tan costosos que no había que hacer mucho para recuperar el poder. Había que sentarse a esperar que los votos regresaran por sí solos. Sin liderazgo, sin ideas, sin estrategia, Acción Nacional fue un partido a la deriva. Finalmente, el PAN arriesga una dirección.
La alternativa de centro ha sido desechada. Ese es el mensaje fundamental del fin de semana. El PAN rechaza la moderación y se apresta a inscribirse en la guerra cultural a la que convocan las derechas radicales del mundo. El discurso del presidente panista es claro. Asume para su partido el liderazgo de las oposiciones y traza como propósito la resistencia al nuevo régimen. Es cierto que se anunciaron cambios institucionales importantes y redefiniciones tácticas. Pero el acento fue en eso que se ha dado en llamar machaconamente la Narrativa. A juicio de su presidente, el problema fundamental del PAN es de discurso. No es el recuerdo de sus gobiernos, la corrupción o la distancia de sus cuadros. El problema es que ha perdido la batalla narrativa.
En el evento del frontón se hicieron dos intentos por redefinir el relato. El primero fue visual. Vale la pena comentarlo. Los estrategas del PAN produjeron un video que retrata a los enemigos a los que Romero combatirá valientemente. Una chocante animación de Inteligencia Artificial ilustra la batalla con la que fantasean los panistas. Para fijar el tono, el video se proyectó justamente después de la bendición del monseñor Castro y Castro en la que ensalzó las bondades de la "caridad política". Tras el saludo, aparecieron tres fantasmas. Gómez Morín, flanqueado por Clouthier y Luis H. Álvarez llamando a los panistas a "no rendirse." Y, de inmediato, el líder nacional con la mirada fija en el horizonte para que quede claro que él no se rinde. Las escenas de un México infernal dan paso a los lugares comunes más elementales: las plantas que florecen, el agua que cae, el bebé que sonríe, los viejos que se aman. El mal es una energía demoniaca que nos invade desde el cielo. La presidenta y el expresidente son monstruos gigantescos que flotan sobre nubes negras. Desde las alturas contemplan la desgracia que han causado. Los malignos son como los dementores de Harry Potter: figuras espectrales de humo oscuro. Frente a ellos, los guerreros de la patria, la familia y la libertad se enfrentan a puño limpio con los malvados. De pronto, lo obvio: el cielo se abre, el sol se asoma y los legionarios triunfan sobre el mal. Las campanas de una iglesia celebran la gran victoria.
El segundo intento de relanzamiento narrativo fue el discurso del presidente del PAN. Para Romero gritar es demostrar determinación, prenda clave en la guerra cultural. Romero pretende retratar a su partido como el defensor de la patria, la libertad y la familia. Un ejército de caballería para proteger los altos valores inmortales. La prioridad es la preservación de una herencia y el combate a quienes la niegan. No hay en el discurso de Romero ninguna idea de futuro, ninguna propuesta de cambio. Siguiendo el libreto libertario (que no liberal) ninguna referencia a la desigualdad. Furia restauradora. La trinidad que propone no oculta su linaje. Los hermanos italianos que acompañan a Meloni rescataron el grito de Mussolini: "Dios, patria y familia." Milei y Vox se lo han apropiado también. Bolsonaro agregó un elemento "Dios, patria, familia y libertad."
El relanzamiento es claro. Nada de medias tintas: derecha dura y orgullosa. Fogosa ideología desinteresada en la formulación de un programa alternativo Lo importante del fin de semana no fue terminar la alianza con el PRI. Lo que cuenta es que Acción Nacional emprende un camino de radicalización reaccionaria.