Réquiem: la obra que escribió Mozart antes de morir
Corría el verano de 1971 en Viena, aquél que sería el último del considerado por muchos como el mayor genio musical de la historia, Wolfgang Amadeus Mozart.
Un emisario del conde Franz von Walsegg-Stuppach llamó a la puerta del músico para trasladarle el encargo de componer un Réquiem, una obra que el conde pretendía interpretar anualmente para honrar la memoria de su esposa fallecida en febrero del mismo año.
En ese momento, el emisario no le reveló a Mozart la identidad de su señor y le ofreció 225 florines, la mitad de lo que el músico cobraba por una ópera.
Mozart aceptó la mitad de los florines como anticipo y se concentró en la composición del Réquiem, luego de haber preparado y dirigido los estrenos de La clemenza di Tito y La flauta mágica.
Sin embargo, cayó el final del otoño y con él su salud.
Conforme avanzaba la obra, su salud se deterioraba. Parecía escribir un 'canto del cisne' para sí mismo, consciente de que se encontraba en su lecho de muerte. La ironía de darle vida a una obra que parecía robar la suya.
Antes de siquiera culminarla, Mozart falleció a los 35 años el 5 de diciembre de 1791 debido a una fiebre de campo severa (Hitziges Friesel Fieber), según historiadores. No obstante, el pago estaba recibido.
Había finalizado el Introitus, el Kyrie y casi toda la Sequentia, hasta los primeros ocho compases del Lacrimosa, la cual se asocia al juicio final y la conciencia de culpabilidad, lo que puede notarse indudablemente en el dramatismo de la pieza.
La última frase que Mozart plasmó fue homo reus, que significa hombre culpable en latín, palabras del poema latino Dies Irae.
Aparentemente, dejó instrucciones para la terminación de la obra a uno de sus discípulos, Franz Xaver Süssmayr, quien copió a puño y letra la partitura completa en limpio. La firmó como Mozart para ocultar la composición múltiple y la fechó en 1792.
Al cumplir con la tarea, la entregó al hombre desconocido del encargo.
La obra fue dirigida y presentada como propia por el conde Walsegg el 14 de diciembre de 1973 para conmemorar a su difunta esposa y, al cabo de 10 años, la viuda de Mozart, Constanze, logró convencer al conde de que se reconociera a Mozart como el verdadero compositor.
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