Aunque parezca extraño, aún hay algunas personas que se niegan a aceptar la emergencia climática que, por otro lado, no sólo no ha dejado de ser una amenaza ya ha comenzado, estamos en ella y es obra de la actividad humana: hace tiempo comentó el premio Nobel Paul Josef Crutzen que debido al tremendo efecto de la actividad económica sobre el planeta, entramos, desde la perspectiva de la geología, en una nueva era que bautizó como el Antropoceno. Según este científico se trata de una era en la que la huella de la actividad humana cubre toda la faz de la tierra. En el mismo sentido, una docena de científicos de todo el mundo, advierten en su artículo científico que se titula Climate Endgame (el final de la partida del clima), sobre la necesidad de explorar los escenarios catastróficos del aumento global de la temperatura. Porque según estos, es incuestionable que nos encontramos en una crisis existencial de la humanidad.
La pregunta que ahora nos hacemos es ¿si tendremos la capacidad de adaptarnos al cambio climático?
Existen miles de publicaciones científicas, y de divulgación que analizan tales capacidades, destacando la importancia de contar con ríos y acuíferos saludables como capacidad indiscutible de adaptación al cambio climático. Son tiempos de pensar en dichas capacidades, en particular ahora que acabamos de vivir en el territorio nacional los dos extremos de la crisis climática que serán recurrentes en nuestro país: sequías en sus diferentes versiones y aguaceros torrenciales con sus respectivas inundaciones.
Nuestra región no está exenta de tales extremos climáticos, y, aunque contamos con dos ríos y diversos acuíferos, su estado de salud no es precisamente el mejor. Nuestros ríos, se encuentran formando parte de aquellos que han sido alterados mediante obstáculos como las presas y represas lo cual obedece a una gestión que sólo consideraba el control de los ríos en aras del desarrollo económico, sin contemplar su salud ecológica y las implicaciones que esto tiene en la conservación de su biodiversidad y en la reposición del agua subterránea. No en balde, en muchos países se está optando por la hidrología natural eliminando los obstáculos que la han alterado.
Se considera como río que fluye libremente aquel cuyo caudal y conectividad no han sido alterados por la actividad humana o cuando la alteración ha sido mínima.
Regresemos a las premisas iniciales, a lo largo de miles de años nuestros ríos con sus crecidas y disminuciones, sus inundaciones y periodos secos, permitieron junto a esta variabilidad natural la evolución de las formas de vida y de sus servicios ecosistémicos en una sincronía casi perfecta. En este fluir en el tiempo del Nazas y del Aguanaval se formaron los acuíferos relacionados y en las partes bajas los sistemas lacustres, hoy desaparecidos por la desenfrenada búsqueda de la eficiencia y de más agua para forrajes en los sitios donde antes ocurrían las recargas y descargas de los ríos.
Son tiempos de pensar diferente, es importante tomar en cuenta en todo momento la variabilidad climática que vivimos. Ahora mismo es necesario revisar como recuperar la salud de los ríos y acuíferos laguneros. Los problemas de conservación de agua dulce deben estar en el centro de la agenda climática. La restauración de las aguas subterráneas es crucial por los ingentes beneficios medioambientales, sociales y económicos. Si es necesario asignar más agua de soporte a los ecosistemas relacionados como a los ríos, es una tarea que ya no puede esperar.
Hagamos nuestras las propuestas que surgen a nivel global como la siguiente: "Una vía de solución recomendada es alcanzar un compromiso colectivo para una mejor gestión de nuestros recursos de agua dulce, así como la promoción de las llamadas soluciones basadas en la naturaleza por parte de los líderes políticos, así como la inversión en capacidad para apoyar la adaptación e implementación de políticas que aseguren el flujo suficiente de ríos para las personas y la naturaleza. Mientras tanto, el sector privado debe tomar medidas colectivas para mitigar el cambio climático y los riesgos relacionados con el agua."
En esta tesitura, La Sentencia #543 y #Nazas Vivo se vinculan de lleno con las llamadas a la acción climáticas.