
Roja es la zona
En la introducción de su libro Roja es la luz. Historia de la prostitución en Torreón siglos XIX y XX, Carlos Castañón Cuadros (CCC) despliega la pregunta: “¿Se puede contar la historia de una ciudad a través de la prostitución?” Y, entre admiraciones, se responde afirmativamente. Como el historiador que es, CCC ha dedicado muchos libros a temas de la Comarca Lagunera y su trabajo hasido citado en publicaciones de El Colegio de México, la UNAM, el CIDE y las universidades de Chicago, Duke, California y Arizona. Entre sus obras cuenta La matanza de chinos en Torreón, Historia del Casino de La Laguna y El canal de La Perla.
Antes de terminar la introducción, el autor avisa: “Las siguientes páginas narran los diversos momentos de la prostitución, primero establecida en la pequeña población, después delimitada en zonas de tolerancia.” Más adelante se ocupa del nacimiento de la ciudad como estación de ferrocarril en 1883 y luego su veloz crecimiento. “Ya como ciudad, Torreón no sólo se hizo de fama nacionalpor su desarrollo económico, sino por su vistosa oferta de prostitutas y burdeles”.
A pesar de lo propicio que puede parecer el tema para sermones y plañidos moralistas, CCC lo aborda con rigor en los datos y jocosidad en sus comentarios. Lo áspero no inhibe lo divertido. “Si en las postrimerías del siglo XIX, Torreón forjó su fama como una ciudad de trabajo, juego y prostitución, los inicios del siglo XX no traicionaron la fiesta”.
El deleitoso tono de cronista puede apreciarse en el capítulo de título paródico “Idilios salvajes” donde Carlos Castañón esgrime su palabra afilada en el periodismo para entreverarla con cartas del poeta Manuel José Othón que, hacia finales del siglo XIX, tañen desinhibidas para describir a Torreón, “pueblo horroroso, lleno de tierra”. Othón añade apreciaciones que prefigurarían su poesía con ritmos como este: “No hay ni un árbol, ni un maguey, ni un nopal”.
Por las palabras y los datos que CCC afanoso pizcó en las vastedades de la historia y la literatura, el libro es sumamente interesante. Un escudriñamiento puede pasear al lector por los orígenes de Torreón y su veta de la prostitución nacida casi simultáneamente, cuando no existía una zona de tolerancia “porque la ciudad en general era la zona misma”.
Más adelante, ese escrutinio puede llevar al lector a la fundación de la primera zona, en 1917, con ubicación en el cuadrante de la Ocampo a lo que ahora es bulevar Independencia y de la Treviño a la Leona Vicario. Las protestas vecinales, el crecimiento de la ciudad y la demanda en la “economía del sexo” alejaron la zona a otro cuadrante, de la Colón a la Leandro Valle y de la Corregidoraal bulevar. Una tercera y última ubicación por las causas mencionadas llevaron la zona al margen sur del río Nazas y al poniente de la calle Múzquiz. Como historiador, CCC aporta las coordenadas.
Roja es la luz… es un libro rico en atractivos para lectores de variadas preferencias. Muchas veces recargué de puntillas el lapicero por tantos subrayados y notas que me exigieron sus páginas; algunas las dejé como postes superpoblados de diablitos. Me quedo corto en ponderaciones a favor de esta obra de Carlos Castañón.
Unas últimas palabras. El término prostitución evoca mujeres al momento de oírlo. Pero la demanda sostiene al mercado. La otra parte de la prostitución es masculina. A propósito de un reglamento que pretendía normarla en 1925, CCC señala que para la institucionalidad sólo existían cuerpos femeninos. Así que para concluir se hace necesario citar a Sor Juana en sus famosas redondillas cuando dice: “¿O cuál es más de culpar / aunque cualquiera mal haga / la que peca por la paga / o el que paga por pecar?”.
Este comentario da muy, muy pobre idea acerca de Roja es la luz. Historia de la prostitución en Torreón siglos XIX y XX.
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