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La Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar) ha señalado que con la reforma de 2020 a la Ley del Seguro Social la tasa de reemplazo promedio pasó del 43.7% al 62.7%. Este indicador refleja qué porcentaje del último salario se recibirá como pensión.
La tasa de reemplazo es el porcentaje de la pensión mensual que un trabajador obtiene en relación con su último sueldo. En términos simples, permite visualizar si el ahorro acumulado será suficiente para mantener un nivel de vida similar al que se tenía durante la etapa laboral.
Por ejemplo, si una persona se jubila con un ingreso mensual de $15,000 y su último salario fue de $20,000, su tasa de reemplazo sería del 75%. Este cálculo ayuda a dimensionar la brecha entre lo que se gana en activo y lo que se recibirá en retiro.
Aunque el incremento promedio es una buena noticia, la realidad es que cada trabajador enfrenta circunstancias distintas.
“Identificar a tiempo si tu tasa de reemplazo es más baja de lo que esperas, te ayudará a tomar medidas preventivas, como hacer aportaciones voluntarias a tu Afore”, explicó Gerardo Chavarría, gerente de Iniciativas de Negocio de Afore Sura.
La advertencia no es menor, ya que una tasa insuficiente puede significar dificultades para cubrir gastos básicos como alimentación, vivienda o salud, lo que convierte al tema en un desafío social de gran magnitud.
A nivel global, se estima que una tasa de reemplazo entre el 70% y el 85% es razonable para garantizar un retiro cómodo. Sin embargo, alcanzar ese rango depende de múltiples factores como el nivel salarial, la edad de retiro y la disciplina en el ahorro voluntario.
En México, donde gran parte de la población trabaja en condiciones de informalidad o con ingresos bajos, el reto es aún mayor. La tasa de reemplazo se convierte en un espejo de las desigualdades laborales y en un llamado urgente a fortalecer la cultura del ahorro.
Una pensión digna garantiza tranquilidad en la vejez, reduce la dependencia de los hijos o familiares y contribuye a un sistema más justo.
En este sentido, el reto no solo recae en las instituciones financieras o en el gobierno, sino también en cada trabajador, que debe asumir un papel activo en la construcción de su futuro económico.
