Sutil agresión: el acoso
¿Qué mujer en este país no ha sido acosada? Un grito, un acercamiento indecoroso en la calle o hasta experiencias lastimosas que terminan en feminicidios, en violaciones, en agresiones sexuales. Y no, no es en la edad adulta o adolescente que este problemacomienza a manifestarse; en ocasiones lo hace a temprana edad. Las niñas son acosadas por sus compañeros de clase o amigos del vecindario (o de las famosas privadas tan populares en el norte del país).
Por eso, como mujeres, por ningún motivo, desde cualquier trinchera en la que nos encontremos, debemos desdeñar este acto. Hemos avanzado en leyes, en visibilidad, en atención gubernamental para casos de violencia, incluida la tipificación del feminicidio;pero en lo pequeño, en lo simple, nos volvemos hasta inquisidoras de nosotras mismas. Quizá por error, quizá por la cultura machista en la que hemos sido criadas o porque nuestro nivel de individualismo ha llegado a niveles extremos, decimos: “no me afecta, no me meto”. Así este tema tan sutil, que sigue siendo parte de nuestra cotidianidad, continúa avanzando y desestimándose.
Ahora, como mujer ¿cómo reaccionas? En Torreón surgió el caso de una pequeña que de inmediato platicó con sus maestras tras sufrir acoso, pero fueron las mismas docentes quienes hasta la regañaron por “no poner límites”. ¿De qué hablamos? ¿Y el respeto que debe ser igualitario? ¿Eso no fue analizado por las profesoras? ¿Y la sororidad? ¿Y la enseñanza que le dejas a una pequeña de nueve años?
Hay casos en que, ante el acoso, las mujeres sonríen; otros en los que “por no verse mal” entran en el juego. En otros, sólo recurren al desahogo con amigas o familiares. Sin embargo, en épocas recientes también hay una respuesta por parte de la víctima, incluso una denuncia. ¿Pero qué pasa después? Nada, porque para la sociedad no significa nada más que un mal momento, aunque en la persona acosada genere traumas irreparables o la haga desarrollar conductas poco sanas.
Esta reflexión no debe quedar sólo como un discurso feminista, sino que debe extenderse también a los hombres. El acoso en cualquiera de sus modalidades no debe permitirse y debe denunciarse, hablarse y señalarse. Niñas y niños por igual deben trabajar en las aulas en un marco de respeto. Si en este caso el enfoque fue con relación a las niñas o las mujeres es porque es lo más común, pero no quiere decir que un niño o un hombre no sea vulnerable. Hoy, en Coahuila y en Durango hay leyes donde está tipificado el delito de acecho, un gran avance en términos legales; sin embargo, es importante que esto permee en la sociedad y que se empiecen a cambiar hábitos y costumbres para dirigirnos en un marco de respeto y solidaridad. Así, si eres víctima, denúncialo, exponlo, apoya, pero jamás minimices.
HASTA LA PRESIDENTA
Claudia Sheinbaum sufrió acoso sexual el pasado 4 de noviembre a su llegada a la SEP, donde un sujeto la abrazó e intentó besarla. No obstante, algunos consideran, como el presidente del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, que “fue armado para desviar la atención”.
Es importante subrayar que es políticamente incorrecto y falto de sororidad que la sociedad esté pensando que la situación fue actuada. Es igual que el caso de la niña acosada por sus compañeros de clase e ignorada por sus maestras. Revictimizamos y desacreditamos a quien sufrió la agresión sexual.
Hasta la presidenta de México fue víctima de esta desvalorización tan sutil. Falló la seguridad de quienes la cuidan. Fallaron los protocolos, porque hasta después de un día se tomó la decisión de detener al acosador. Claudia no supo qué hacer ante ese intempestivo acercamiento, incluso hasta sonrió al pensar que era una persona que quería una fotografía.
Claudia Sheinbaum, científica, luchadora social, activista y ahora presidenta, no estaba lista para el acoso de un hombre; nadie lo está. Dejemos a un lado nuestras filias y fobias políticas y pensemos en lo que podemos hacer ante estos sutiles abusos que se viven en el día a día.
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