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Tejiendo historias

LUCÍA OLIVARES

Vivimos pegados al celular, olvidándonos de la presencia, del momento, de lo que está ocurriendo. Para mi generación es una adicción porque aprendimos, nos acostumbramos, crecimos y se nos dio esa posibilidad de hacer todo más rápido, de almacenar información, de reunir cámara, libreta, reloj, periódico, correo, en un solo dispositivo, ¡la maravilla que eso significa!; sin embargo, pienso en quienes nacieron con esto, no como una posibilidad, no como una ayuda, no como una maravilla, sino como algo natural que no merece el agradecimiento porque siempre ha existido. ¿Cómo piensa el joven que sabe que todo es tan sencillo?, ¿cómo resuelve sus problemas una persona sabiendo que todas las respuestas las tiene una aplicación?, ¿cómo conviven con el de junto si en sus manos existen millones de personas? Me apena reconocerme adicta a lo que ocurre mientras imparto una clase, cuando estoy descansando, cuando como con mi familia, cuando veo una serie, cuando camino por la calle, cuando estoy en una cafetería. Me aterra el futuro y la innovación que suena a cadenas. Lo sé, suena también a productividad, rapidez, resultados, simplificación, pero a cadenas, siempre a cadenas.

Tal vez todo el tiempo que nos sobre al hacer nuestras tareas en tiempo récord, pueda ser utilizado para disfrutar la naturaleza, reír y jugar con tu familia, pasear a tus perros, ir al supermercado, pero ¿cuál es el más cercano de los escenarios? Hacer todo más rápido, más cómodo: hacer el súper en línea, poner una película o un juego animado en la televisión o tableta para entretener a los niños, hacer envíos en línea… incluso los regalos de cumpleaños, más caminadoras, menos caminatas; saber más de quienes están lejos y menos de aquellos con los que compartes techo.

La justa media no la encontraremos. Me parece que será un trabajo individual que podemos desarrollar poco a poquito. Seguramente para nosotros, los millennials, nos será más fácil porque tenemos la añoranza de la infancia que vivimos. Probamos ya la miel de la libertad, del gozo del presente, la ligereza del ahora. Me preocupan los que no. Nacer con la certeza de que hay alguien (algo) que, literalmente, me hace la tarea y que no me queden recursos para cuestionarme: ¿por qué? Hoy brindo por el presente, por estar, por sentir, por pensar, por discernir. Brindo por los viejos tiempos, por lo tardado, lo imperfecto y lo humano. Hoy brindo por seguir escribiendo con el alma y la cabeza y no como consecuencia de una indicación hacia Chat GPT.

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